Text 189
prabhu kahe, — tomā sparśi pavitra ha-ite
tomāra pavitra dharma nāhika āmāte
prabhu kahe—el Señor dijo; tomā sparśi—Yo te toco; pavitra ha-ite—sólo para purificarme; tomāra—tuya; pavitra—purificada; dharma—ocupación; nāhika—no está; āmāte—en Mí.
El Señor dijo: «Deseo tocarte sólo para purificarme, pues en Mí no existen Tus purificadas actividades».
SIGNIFICADO: Vemos aquí un ejemplo de la correspondencia de sentimientos entre amo y sirviente. El sirviente piensa que es muy impuro y que el amo no debe tocarle, y el amo piensa que, en contacto con tantas entidades vivientes impuras, Se ha vuelto impuro, de modo que debe tocar a un devoto puro como Haridāsa Ṭhākura para purificarse. En realidad, tanto el amo como el sirviente están ya purificados, pues ninguno de ellos está en contacto con las impurezas de la existencia material. Cualitativamente son ya iguales, pues los dos son supremamente puros. Hay, sin embargo, una diferencia en cantidad, pues el amo es ilimitado y el sirviente limitado. Por consiguiente, el sirviente siempre permanece subordinado al amo, y esa relación es eterna y libre de perturbación. El sirviente, tan pronto como desea volverse el amo, cae en māyā. Así, la razón por la que cae bajo la influencia de māyā es la mala utilización de su libre albedrío.
Los filósofos māyāvādīs tratan de explicar la igualdad cuantitativa entre amo y sirviente, pero no consiguen explicar la razón de que, si el amo y el sirviente son iguales, el sirviente pueda caer víctima de māyā. Tratan de explicar que el sirviente, la entidad viviente, cuando está fuera de las garras de māyā, de inmediato se convierte de nuevo en el supuesto amo. Esa explicación nunca es satisfactoria. Siendo ilimitado, el amo no puede caer víctima de māyā, pues, en ese caso, Su carácter ilimitado quedaría mutilado o limitado. La explicación māyāvāda no es, por lo tanto, correcta. Lo cierto es que el amo es siempre amo y es siempre ilimitado, mientras que el sirviente, siendo limitado, a veces se ve reducido por la influencia de māyā. Māyā es también la energía del amo, y es también ilimitada; por lo tanto, el sirviente limitado, la entidad viviente limitada, se ve forzado a permanecer sometido al amo o a la potencia del amo, māyā. Quien se libera de la influencia de māyā puede llegar a ser de nuevo un sirviente puro y cualitativamente igual al Señor. La relación entre amo y sirviente continúa, debido a que son, respectivamente, ilimitado y limitado.