Text 257
‘mukti, bhukti vāñche yei, kāhāṅ duṅhāra gati?’
‘sthāvara-deha, deva-deha yaiche avasthiti’
mukti—la liberación; bhukti—el disfrute de los sentidos; vāñche—desea; yei—aquel que; kāhāṅ—dónde; duṅhāra—de ambos; gati—el destino; sthāvara-deha—un cuerpo de árbol; deva-deha—un cuerpo de semidiós; yaiche—tal y como; avasthiti—situado.
«Y, ¿cuál es el destino de quienes desean la liberación y de quienes desean la complacencia de los sentidos?», preguntó Śrī Caitanya Mahāprabhu.
Rāmānanda Rāya contestó: «Quienes traten de fundirse en la existencia del Señor Supremo tendrán que recibir un cuerpo como el de los árboles. Y quienes sienten una fuerte inclinación por la complacencia de los sentidos, obtendrán cuerpo de semidiós».
SIGNIFICADO: Quienes desean liberarse fundiéndose en la existencia de Dios no desean la complacencia de los sentidos dentro del mundo material. Por otro lado, carecen de información acerca del servicio a los pies de loto del Señor. Por consiguiente, se condenan a vivir como árboles durante muchos miles de años. Los árboles, aunque son entidades vivientes, son inmóviles. El alma liberada que se funde en la existencia del Señor no es mejor que un árbol. Los árboles también se sostienen en la existencia del Señor, pues es lo mismo la energía material que la energía del Señor. De forma similar, la refulgencia Brahman también es la energía del Señor Supremo. Da lo mismo si permanecemos en la refulgencia Brahman o en la energía material, pues en ninguna de las dos hay actividad espiritual. Mejor situados están quienes desean el placer de los sentidos y la elevación a los planetas celestiales. Esas personas quieren disfrutar como habitantes del cielo en los jardines del paraíso. Al menos conservan su individualidad para disfrutar de la vida. Pero los impersonalistas, que tratan de perder su individualidad, pierden al mismo tiempo el placer, tanto material como espiritual. El destino final de los filósofos budistas es volverse como piedras, que son inmóviles y no realizan actividades, ni materiales ni espirituales. En lo que se refiere a los karmīs que trabajan arduamente, el Śrīmad-Bhāgavatam (11.10.23) afirma:
iṣṭveha devatā yajñaiḥ svar-lokaṁ yāti yājñikaḥ
bhuñjīta deva-vat tatra bhogān divyān nijārjitān
«Después de celebrar diversos sacrificios rituales para elevarse a los planetas celestiales, los karmīs llegan a ellos y disfrutan con los semidioses mientras duran los resultados obtenidos de sus actividades piadosas».
En la Bhagavad-gītā (9.20-21), el Señor Kṛṣṇa dice:
trai-vidyā māṁ soma-pāḥ pūta-pāpā
yajñair iṣṭvā svar-gatiṁ prārthayante
te puṇyam āsādya surendra-lokam
aśnanti divyān divi deva-bhogān
te taṁ bhuktvā svarga-lokaṁ viśālaṁ
kṣīṇe puṇye martya-lokaṁ viśanti
evaṁ trayī-dharmam anuprapannā
gatāgataṁ kāma-kāmā labhante
«Aquellos que estudian los Vedas y beben el jugo soma, buscando los planetas celestiales, Me adoran indirectamente. Purificados de las reacciones de sus pecados, nacen en el piadoso planeta celestial de Indra, donde disfrutan de deleites divinos. Cuando han disfrutado de esos grandes placeres celestiales y han agotado los resultados de sus actividades piadosas, regresan de nuevo a este planeta mortal. Así pues, los que aspiran al goce de los sentidos adoptando los principios de los tres Vedas, solamente logran más nacimientos y muertes».
Por consiguiente, los karmīs, después de consumir los resultados de las actividades piadosas, regresan de nuevo a este planeta en forma de lluvia, y comienzan su vida como hierbas y plantas en el proceso evolutivo.