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Capítulo 50

Kṛṣṇa erige el fuerte de Dvārakā


Después de la muerte de Kaṁsa, sus dos esposas se convirtieron en viudas. De acuerdo con la civilización védica, una mujer nunca es independiente. Ella pasa por tres estados de vida: en la niñez, debe vivir bajo la protección de su padre, cuando es joven debe vivir bajo la protección de su joven esposo y, en el caso de que este muera, ella debe vivir bien sea bajo la protección de sus hijos adultos, o si no tiene ningún hijo adulto, debe regresar donde su padre, y vivir como viuda bajo la protección de él. Parece que Kaṁsa no tenía hijos adultos. Al enviudar, sus esposas regresaron al refugio de su padre. Kaṁsa tenía dos reinas. Una era Asti y la otra era Prāpti, y ambas eran las hijas del rey Jarāsandha, el amo y señor de la provincia de Behar (conocida en esos días como Magadharāja). Después de llegar al hogar, ambas reinas explicaron la difícil posición en que se encontraban por la muerte de Kaṁsa. El rey de Magadha, Jarāsandha, se mortificó al oír la condición lamentable en la que quedaron debido a la masacre. Cuando se le informó acerca de la muerte de Kaṁsa, Jarāsandha decidió al instante que liberaría al mundo de todos los miembros de la dinastía Yadu. Decidió que debido a que Kṛṣṇa había matado a Kaṁsa, toda la dinastía de los Yadus debía ser matada.


Él empezó a organizar todo en forma amplia, para atacar el reino de Mathurā, con sus innumerables falanges militares, que consistían en muchos miles de cuadrigas, caballos, elefantes y soldados de infantería. Jarāsandha preparó trece de tales falanges militares para vengar la muerte de Kaṁsa. Llevando consigo todo su poder militar, atacó la capital de los reyes Yadu, Mathurā, rodeándola por todos lados. Śrī Kṛṣṇa, quien apareció como un ser humano ordinario, vio la fuerza inmensa de Jarāsandha, la cual se veía como un océano que está a punto de cubrir una playa. También percibió que los habitantes de Mathurā estaban sobrecogidos de temor. Comenzó a pensar para Sus adentros acerca de Su misión como encarnación, y en cómo acometer la situación actual que se presentaba ante Él. Su misión era la de disminuir el exceso de población del mundo entero; por lo tanto, aprovechó la oportunidad de enfrentarse a todos esos hombres, cuadrigas, elefantes y caballos. El poder militar de Jarāsandha se había aparecido ante Él, y Él decidió aniquilar a toda la fuerza de Jarāsandha para que no pudieran regresar y reorganizar de nuevo su poder militar.


Mientras el Señor Kṛṣṇa pensaba de esa manera, dos cuadrigas militares, plenamente equipadas con aurigas, armas, banderas y otros implementos, llegaron del espacio sideral por Él. Kṛṣṇa vio ante Sí las dos cuadrigas, e inmediatamente se dirigió a Su hermano Balarāma que estaba presente, y quien es también conocido como Saṅkarṣaṇa: «Mi querido hermano mayor, Tú eres el mejor de los arios, eres el Señor del universo y, específicamente, eres el protector de la dinastía Yadu. Los miembros de la dinastía Yadu perciben un gran peligro ante los soldados de Jarāsandha, y están muy afligidos. Con objeto de protegerlos, Tu cuadriga también está aquí, llena de armas militares. Te pido que Te sientes en Tu cuadriga y mates a todos estos soldados, que constituyen todo el poder militar del enemigo. Nosotros dos hemos descendido a la Tierra con el único fin de aniquilar a las fuerzas belicosas innecesarias, y darles protección a los devotos piadosos. Así pues, tenemos la oportunidad de cumplir Nuestra misión. Por favor, ejecutémosla». Así Kṛṣṇa y Balarāma, los descendientes del rey Gadaha, Daśārha, decidieron aniquilar a las trece compañías militares de Jarāsandha.


Kṛṣṇa se montó en la cuadriga conducida por el auriga Dāruka, y con un ejército pequeño salió de la ciudad de Mathurā, acompañado por el sonido de las caracolas. Como hecho bastante curioso, a pesar de que el otro bando estaba equipado con mayor fuerza militar, después de oír la vibración de la caracola de Kṛṣṇa, sus corazones se estremecieron. Cuando Jarāsandha vio tanto a Balarāma como a Kṛṣṇa, se compadeció un poco, debido a que tanto Kṛṣṇa como Balarāma estaban relacionados con él como nietos. Específicamente se dirigió a Kṛṣṇa como Puruṣādhama, que significa: «el más bajo entre los hombres». En realidad, a Kṛṣṇa se le conoce en toda la literatura védica como Puruṣottama, el más elevado entre los hombres. Jarāsandha no tenía intención alguna de dirigirse a Kṛṣṇa como Puruṣottama, pero los grandes eruditos han determinado el verdadero significado de la palabra Puruṣādhama como: «aquel que hace que todas las demás personalidades bajen». En realidad, nadie puede ser igual o mayor que la Suprema Personalidad de Dios.


Jarāsandha dijo: «Será un gran deshonor para mí luchar con muchachos como Kṛṣṇa y Balarāma». Dado que Kṛṣṇa había matado a Kaṁsa, Jarāsandha específicamente se dirigió a Él como el asesino de Sus propios parientes. Kaṁsa había matado a muchos de sus propios sobrinos, y aun así, Jarāsandha no tomó en cuenta eso; pero debido a que Kṛṣṇa había matado a Su tío materno, Kaṁsa, Jarāsandha trató de criticarlo. Así son los tratos demoníacos. Los demonios no tratan de ver sus propias faltas, sino que buscan las faltas de sus amigos. Jarāsandha también criticó a Kṛṣṇa por no ser ni siquiera un kṣatriya. Debido a que fue criado por Mahārāja Nanda, Kṛṣṇa no era un kṣatriya, sino un vaiśya. A los vaiśyas generalmente se les llama guptas, y la palabra gupta también puede utilizarse con el significado de «escondido». Así pues, Nanda Mahārāja tanto escondió como crió a Kṛṣṇa. Jarāsandha acusó a Kṛṣṇa de tres faltas: de haber matado a Su propio tío materno, de haber estado escondido durante Su niñez y de no ser ni siquiera un kṣatriya. Y por lo tanto, Jarāsandha se sintió avergonzado de tener que luchar con Él.


Después se volteó hacia Balarāma y le dijo: «¡Tú, Balarāma! Si quieres, puedes luchar junto con Él, y si tienes paciencia, entonces puedes esperar a que mis flechas Te maten. De esa forma, puedes ser promovido al cielo». Se afirma en el Bhagavad-gītā que un kṣatriya puede beneficiarse de dos maneras mientras lucha: si un kṣatriya obtiene la victoria en la lucha, disfruta de los resultados de la victoria, pero aun si lo matan en la lucha, es promovido al reino celestial.


Después de oír a Jarāsandha hablar de esa manera, Kṛṣṇa respondió: «Mi querido rey Jarāsandha, los héroes no hablan mucho. Más bien, demuestran su valentía. Debido a que tú estás hablando mucho, parece que tienes asegurada tu muerte en esta batalla. A Nosotros no nos interesa oírte más, debido a que es inútil oír las palabras de una persona que va a morir o de alguien que está muy afligido». Para luchar con Kṛṣṇa, Jarāsandha lo rodeó por todos los lados con un gran poder militar, y el Sol parecía estar cubierto por el polvo y el aire turbio. De forma similar, Kṛṣṇa, el sol supremo, fue cubierto por el poder militar de Jarāsandha. Las cuadrigas de Kṛṣṇa y Balarāma estaban decoradas con retratos de Garuḍa y de palmeras. Las mujeres de Mathurā estaban todas paradas encima de las casas, de los palacios y de los portones, para ver la maravillosa lucha; pero cuando la fuerza militar de Jarāsandha rodeó a la cuadriga de Kṛṣṇa, se asustaron tanto que algunas se desmayaron. Kṛṣṇa se vio superado por el poder militar de Jarāsandha. Ellos estaban acosando a Su pequeño número de soldados, así que Él inmediatamente cogió Su arco llamado Śārṅga.


Empezó a sacar las flechas de Su estuche y, una tras otra, las colocó en la cuerda del arco y las disparó hacia el enemigo. Eran tan precisas, que los elefantes, caballos y soldados de infantería de Jarāsandha, rápidamente fueron muertos. Las flechas incesantes lanzadas por Kṛṣṇa, parecían un torbellino de fuego ardiente que mataba a todo el poder militar de Jarāsandha. A medida que Kṛṣṇa lanzaba Sus flechas, gradualmente todos los elefantes empezaron a caerse, con sus cabezas cortadas por las flechas. De forma similar, se cayeron todos los caballos y también las cuadrigas junto con sus banderas. Los luchadores y aurigas de las cuadrigas también cayeron. Casi todos los soldados de infantería cayeron en el campo de batalla, con sus cabezas, manos y piernas, cortadas. De esa forma, muchos miles de elefantes y caballos fueron muertos, y su sangre empezó a fluir tal como lo hacen las olas de un río. En ese río, los brazos cortados de los hombres parecían que eran culebras, sus cabezas parecían tortugas y los cuerpos muertos de los elefantes parecían ser pequeñas islas. Los caballos muertos parecían ser tiburones. Por el arreglo de la voluntad suprema, había un gran río de sangre lleno de enseres. Las manos y las piernas de los soldados de infantería flotaban como algas marinas, y los arcos de los soldados, que flotaban, parecían ser las olas del río. Todas las joyas de los cuerpos de los soldados y comandantes se parecían a muchas pequeñas piedras que fluían en el río de sangre.


El Señor Balarāma, a quien también se le conoce como Saṅkarṣaṇa, empezó a luchar con Su maza de manera tan heroica, que el río de sangre creado por Kṛṣṇa se desbordó. Los cobardes se pusieron muy temerosos al ver la escena horrible y espantosa, y los héroes empezaron a hablar muy encantados entre sí, sobre el heroísmo de los dos hermanos. Si bien Jarāsandha estaba equipado con un vasto océano de fuerza militar, la lucha del Señor Kṛṣṇa y Balarāma convirtió toda la situación en una escena espantosa que estaba mucho más allá de la lucha ordinaria. Las personas de mente ordinaria no pueden estimar cómo pudo ser posible, pero cuando tales actividades se aceptan como pasatiempos de la Suprema Personalidad de Dios, por cuya voluntad todo es posible, entonces esto se puede comprender. La Suprema Personalidad de Dios está creando, manteniendo y disolviendo la manifestación cósmica solamente por Su voluntad. El hecho de que Él cree una escena de devastación tan vasta mientras lucha con un enemigo, no es muy asombroso. Y sin embargo, debido a que Kṛṣṇa y Balarāma luchaban con Jarāsandha tal como seres humanos ordinarios, el asunto parecía ser asombroso.


Todos los soldados de Jarāsandha fueron muertos, y él fue el único que quedó vivo. Ciertamente se deprimió mucho en ese momento. Śrī Balarāma inmediatamente lo arrestó tal como un león captura con gran fuerza a otro león. Pero mientras el Señor Balarāma ataba a Jarāsandha con la cuerda de Varuṇa y también con cuerdas ordinarias, el Señor Kṛṣṇa, teniendo en mente un mayor plan para el futuro, le pidió que no lo arrestara. Kṛṣṇa liberó luego a Jarāsandha. Como un gran héroe de combate que era, Jarāsandha se avergonzó mucho, y decidió que no viviría más como rey, sino que renunciaría a su posición en la orden real e iría al bosque para practicar la meditación bajo severas austeridades y penitencias.


Sin embargo, mientras regresaba al hogar con otros amigos de la realeza, estos le aconsejaron que no se retirara, sino que recuperara fuerza para luchar otra vez con Kṛṣṇa en un futuro cercano. Los amigos principescos de Jarāsandha empezaron a explicarle que en cualquier otra oportunidad no hubiera sido posible que la fuerza de los reyes Yadu lo derrotara, y que la derrota que había experimentado era simplemente debido a su mala suerte. La orden principesca animó al rey Jarāsandha. Su lucha, decían ellos, ciertamente era heroica; por lo tanto, él no debía tomar su derrota muy en serio, ya que solamente se debió a sus errores pasados. Después de todo, no había ninguna falta en su lucha.


Así pues, Jarāsandha, el rey de la provincia de Magadha, habiendo perdido toda su fuerza y habiendo sido insultado con el arresto y la liberación subsecuente, no podía hacer nada mas que regresar a su reino. Así, el Señor Kṛṣṇa conquistó a los soldados de Jarāsandha. A pesar de que Su ejército era muy pequeño en comparación con el de Jarāsandha, Kṛṣṇa no perdió ni una ínfima parte de él, mientras que todos los hombres de Jarāsandha fueron muertos.


En ese momento los habitantes del cielo se sintieron muy complacidos, y empezaron a ofrecer sus respetos cantando para glorificar al Señor y arrojando flores sobre Él. Ellos recibieron la victoria con gran aprecio. Jarāsandha regresó a su reino, y Ciudad Mathurā quedó a salvo del peligro de un ataque inminente. Los ciudadanos de Mathurā organizaron los servicios de un circo de cantantes profesionales, tales como sūtas, māgadhas y poetas que podían componer bellas canciones, y empezaron a cantar la glorificación de la victoria del Señor Kṛṣṇa. Cuando el Señor Kṛṣṇa entró a la ciudad después de la victoria, sonaron muchos clarines, caracolas y timbales, y las vibraciones de varios instrumentos musicales, tales como bherī, tūrya, vīṇa, flauta y mṛdaṅga, se unieron para crear una recepción hermosa. Mientras Kṛṣṇa entraba, toda la ciudad estaba muy limpia, todas las diferentes calles y caminos estaban salpicados con agua, y los habitantes, jubilosos, decoraron sus casas, caminos y tiendas respectivas con banderas y festones. Los brāhmaṇas cantaron mantras védicos en numerosos lugares. La gente construyó cruces de caminos, entradas, callejuelas y calles. Cuando el Señor Kṛṣṇa entraba a la hermosamente decorada ciudad de Mathurā en una actitud festiva, las damas y las muchachas de Mathurā prepararon varios tipos de guirnaldas de flores para hacer más auspiciosa la ceremonia. Actuando de acuerdo con la costumbre védica, tomaron yogur mezclado con grama verde recién crecida, y empezaron a salpicarlo aquí y allá para hacer que el júbilo de la victoria fuera aún más auspicioso. Mientras Kṛṣṇa pasaba por la calle, todas las damas y mujeres lo miraron con mucho afecto. Kṛṣṇa y Balarāma llevaban un variado botín, ornamentos y joyas, cuidadosamente recogidos del campo de batalla, y los presentaron al rey Ugrasena. Kṛṣṇa ofreció de esa forma los respetos a Su abuelo, debido a que en aquel entonces este era el rey entronado de la dinastía Yadu.


Jarāsandha, el rey de Magadha, no solamente asedió a la ciudad de Mathurā una vez, sino que la atacó diecisiete veces de la misma manera, equipado con el mismo número de falanges militares. Todas y cada una de las veces, él fue derrotado, y todos sus soldados fueron muertos a manos de Kṛṣṇa, y cada vez tuvo que regresar decepcionado de la misma manera. En cada ocasión, la orden principesca de la dinastía Yadu arrestaba a Jarāsandha de la misma forma, y lo liberaba nuevamente de una forma insultante, y cada vez Jarāsandha, desvergonzadamente, regresaba al hogar.

Mientras Jarāsandha intentaba efectuar uno de tales ataques, un rey yavana de algún lugar al sur de Mathurā se sintió atraído por la opulencia de la dinastía Yadu, y también atacó a la ciudad. Se dice que Nārada indujo al rey de los yavanas, conocido como Kālayavana a que atacara. Esta historia se narra en El Viṣṇu Purāṇa. Una vez el cuñado de Gargamuni, el sacerdote de la dinastía Yadu, se burló de este. Cuando los reyes de la dinastía Yadu oyeron la burla, se rieron de él, y Gargamuni se puso furioso con los reyes Yadu. Decidió que crearía a alguien que sería muy temible para la dinastía Yadu, así que complació al Señor Śiva y recibió de él la bendición de un hijo. Él engendró a este hijo, Kālayavana, en la esposa de un rey yavana. Este Kālayavana le preguntó a Nārada: «¿Quiénes son los reyes más poderosos del mundo?». Nārada le informó que los Yadus eran los más poderosos. Siendo así informado por Nārada, Kālayavana atacó a la ciudad de Mathurā al mismo tiempo que Jarāsandha trataba de atacarla por decimoctava vez. Kālayavana estaba muy ansioso de declararle la guerra a algún rey del mundo que fuera combatiente adecuado para él, pero no había encontrado a ninguno. Sin embargo, habiendo sido informado por Nārada acerca de Mathurā, pensó que sería prudente atacar a esta ciudad. Cuando atacó a Mathurā trajo consigo a treinta millones de soldados yavanas. 

Cuando Mathurā fue asediada de esa forma, el Señor Śrī Kṛṣṇa empezó a considerar cuán afligida se encontraba la dinastía Yadu, amenazada por los ataques de dos enemigos formidables: Jarāsandha y Kālayavana. El tiempo se estaba acabando. Kālayavana ya estaba asediando Mathurā por todos lados, y se esperaba que al día siguiente Jarāsandha también acudiría equipado con el mismo número de divisiones de soldados como en sus diecisiete intentos previos. Kṛṣṇa estaba seguro de que Jarāsandha se aprovecharía de esta oportunidad de capturar a Mathurā cuando también estuviera asediada por Kālayavana. Por lo tanto, pensó que sería prudente tomar medidas de precaución para defender los sitios estratégicos de Mathurā. Si tanto Kṛṣṇa como Balarāma estaban ocupados luchando con Kālayavana en cierto lugar, Jarāsandha podría venir por otro lugar para atacar a toda la familia Yadu, y en esa forma vengarse. Jarāsandha era muy poderoso, y habiendo sido derrotado diecisiete veces, podía matar por venganza a los miembros de la familia Yadu, o arrestarlos y llevarlos a su reino. Kṛṣṇa, por lo tanto, decidió construir un fuerte formidable en un sitio donde ningún animal de dos piernas, ya fuera hombre o demonio, pudiese entrar. Decidió mantener a Sus parientes allí, y así poder estar libre para luchar con el enemigo. Parece que anteriormente Dvārakā también era parte del reino de Mathurā, porque en el Śrīmad-Bhāgavatam se afirma que Kṛṣṇa construyó un fuerte en medio del mar. Todavía existen vestigios del fuerte que Kṛṣṇa construyó en la bahía de Dvārakā.


En primer lugar, construyó una fuerte muralla que cubría doscientos cincuenta kilómetros cuadrados, y la muralla misma estaba dentro del mar. Era ciertamente maravillosa, y estaba planeada y construida por Viśvakarmā. Ningún arquitecto ordinario hubiera podido construir una fortaleza así dentro del mar, pero un arquitecto como Viśvakarmā, considerado como el ingeniero entre los semidioses, puede construir en cualquier parte del universo una obra así de maravillosa. Si por el arreglo de la Suprema Personalidad de Dios, los inmensos planetas pueden flotar ingrávidos en el espacio exterior, ciertamente la construcción arquitectónica de un fuerte dentro del mar, que cubría un espacio de doscientos cincuenta kilómetros cuadrados, no era un acto maravilloso.


Se afirma en el Śrīmad-Bhāgavatam que esta ciudad nueva, bien construida, que se había desarrollado dentro del mar, tenía caminos, calles y callejuelas, planeados uniformemente. No solamente había caminos, calles y callejuelas, bien planeados, sino que había senderos y jardines bien planeados, llenos de plantas conocidas como kalpa-vṛkṣas, o árboles de deseo. Estos árboles de deseo no son como los árboles ordinarios de este mundo material; los árboles de deseo se encuentran en el mundo espiritual. Por la voluntad suprema de Kṛṣṇa, todo es posible, así que esos árboles de deseo fueron plantados en esta ciudad de Dvārakā construida por Kṛṣṇa. La ciudad también estaba llena de muchos palacios y gopuras, o grandes portones. Estos gopuras todavía se encuentran en algunos de los templos más grandes. Son muy altos, y están construidos con extrema destreza artística. Estos palacios y portones sostenían unas vasijas de agua hechas de oro (kalaśa). Estas vasijas de agua colocadas en los portones o en los palacios se consideran signos auspiciosos.


Casi todos los palacios eran rascacielos. En todas y cada una de las casas había grandes vasijas llenas de oro, plata y granos alimenticios, almacenadas en cuartos subterráneos. Y dentro de los cuartos había muchas vasijas de agua hechas de oro. Los dormitorios estaban completamente adornados con joyas, y los pisos eran pavimentos de mosaico de joyas marakata. La Deidad de Viṣṇu, que adoraban los descendientes de Yadu, fue instalada en todas las casas de la ciudad. Los barrios residenciales estaban organizados de manera tal que las castas diferentes —brāhmaṇas, kṣatriyas, vaiśyas, y śūdras— tenían sus barrios respectivos. De ello, se deduce que el sistema de castas existía aun en aquel entonces. En el centro de la ciudad, había otra residencia hecha específicamente para el rey Ugrasena. Esa casa era la más deslumbrante de todas.


Cuando los semidioses vieron que Kṛṣṇa estaba construyendo una ciudad especial de Su propia selección, enviaron la célebre flor pārijāta del planeta celestial para que fuera plantada en la nueva ciudad, y también enviaron una casa parlamentaria, Sudharmā. La característica específica de esta casa de asambleas, era que todo aquel que participara en una reunión dentro de ella, superaría la influencia de la invalidez debida a la vejez. El semidiós Varuṇa también obsequió un caballo que podía correr a la velocidad de la mente, y que era completamente blanco, a excepción de las orejas que eran negras. Kuvera, el tesorero de los semidioses, obsequió el arte de poder alcanzar los ocho estados de perfección de las opulencias materiales. Así pues, todos los semidioses empezaron a ofrecerle sus regalos respectivos de acuerdo con sus habilidades diferentes. Hay treinta y tres millones de semidioses, y a cada uno de ellos se le ha confiado un departamento particular del manejo universal. Todos los semidioses aprovecharon la oportunidad en que la Suprema Personalidad de Dios construía una ciudad de Su propia selección, para presentar sus regalos respectivos, haciendo que la ciudad de Mathurā fuese única en el universo. Esto prueba que indudablemente hay innumerables semidioses, pero ninguno de ellos es independiente de Kṛṣṇa, Como se afirma en El Śrī Caitanya-cartāmṛta: Kṛṣṇa es el amo supremo, y todos los otros seres son sirvientes. Así, todos los sirvientes aprovecharon la oportunidad de rendirle servicio a Kṛṣṇa cuando estaba personalmente presente en este universo. Todos deben seguir este ejemplo, especialmente aquellos que son conscientes de Kṛṣṇa, pues ellos deben servir a Kṛṣṇa con sus respectivas habilidades.


Cuando la nueva ciudad estuvo plenamente construida de acuerdo con el plan, Kṛṣṇa trasladó a todos los habitantes de Mathurā y le confió a Śrī Balarāma la posición de padre de la ciudad. Después de esto, consultó con Balarāma, y siendo enguirnaldado con flores de loto, salió de la ciudad para encontrarse con Kālayavana, quien ya había capturado a Mathurā sin coger ningún arma.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo quincuagésimo del libro Kṛṣṇa, titulado: «Kṛṣṇa erige el fuerte de Dvārakā».

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