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Capítulo 65

El Señor Balarāma visita Vṛndāvana


El Señor Balarāma sentía un gran anhelo por ver a Su padre y a Su madre, Mahārāja Nanda y Yaśodā. Por lo tanto, con gran entusiasmo, Él partió hacia Vṛndāvana en una cuadriga. Los habitantes de Vṛndāvana habían estado anhelando ver a Kṛṣṇa y a Balarāma durante muchísimo tiempo. Cuando el Señor Balarāma regresó a Vṛndāvana, todos los pastorcillos de vacas y las gopīs eran ya adultos; pero aun así, a Su arribo, todos los abrazaron, y Balarāma, correspondiéndoles, los abrazó también. Después de esto Él se presentó ante Mahārāja Nanda y Yaśodā, y les ofreció Sus respetuosas reverencias. En respuesta a ello, madre Yaśodā y Nanda Mahārāja le ofrecieron sus bendiciones. Ellos se dirigieron a Él como Jagadīśvara, o el Señor del universo que mantiene a todo el mundo. La razón de ello era que tanto Kṛṣṇa como Balarāma mantienen a todas las entidades vivientes y, sin embargo, Nanda y Yaśodā fueron puestos en grandes dificultades debido a la ausencia de Ellos. Sintiéndose así, ellos abrazaron a Balarāma y, sentándolo en sus regazos, comenzaron su perpetuo llanto, mojando a Balarāma con sus lágrimas. El Señor Balarāma les ofreció entonces Sus respetuosas reverencias a los pastores de vacas que eran mayores que Él y aceptó las reverencias de los pastores más jóvenes que Él. Así pues, de acuerdo con sus diferentes edades y relaciones, el Señor Balarāma intercambió sentimientos de amistad con ellos. Él estrechó las manos de aquellos que tenían Su misma edad, con quienes se relacionaba de igual a igual, y con fuertes risas abrazó a todos y cada uno de ellos.


Después de ser recibido por los pastores y pastorcillos de vacas, por las gopīs, y por el rey Nanda y por Yaśodā, el Señor Balarāma se sentó, sintiéndose satisfecho, y todos ellos lo rodearon. En primer lugar, el Señor Balarāma les preguntó acerca de su bienestar, y luego, puesto que no lo habían visto durante tanto tiempo, ellos comenzaron a hacerle diferentes preguntas. Los habitantes de Vṛndāvana habían sacrificado todo por Kṛṣṇa, tan solo por estar cautivados por los ojos de loto del Señor. Por su gran deseo de amar a Kṛṣṇa, ellos nunca desearon nada como, por ejemplo, ser elevados a los planetas celestiales o fundirse en la refulgencia del Brahman para volverse uno con la Verdad Absoluta. Ellos ni siquiera se encontraban interesados en disfrutar de una vida de opulencia, sino que se encontraban satisfechos con vivir una vida sencilla en la aldea, como pastores de vacas. Siempre estaban absortos pensando en Kṛṣṇa, y no deseaban ningún beneficio personal; y todos estaban tan enamorados de Él que, debido a Su ausencia, sus voces se quebraron cuando comenzaron a hacerle preguntas a Balarāmajī.


En primer lugar, Nanda Mahārāja y Yaśoda-māyī preguntaron: «Mi querido Balarāma, ¿se encuentran bien los amigos nuestros como Vasudeva, y los demás miembros de la familia? Ahora Tú y Kṛṣṇa son hombres casados y con hijos. En medio de la felicidad de la vida familiar, ¿recuerdan Ustedes algunas veces a Sus pobres padres, Nanda Mahārāja y Yaśodā-devī? Son muy buenas nuevas que el muy pecador rey Kaṁsa haya sido matado por Ustedes, y que amigos nuestros como Vasudeva y otros, que habían sido acosados por él, ahora hayan sido liberados. También es muy buena nueva que tanto Tú como Kṛṣṇa derrotaran a Jarāsandha y a Kālayavana, que ahora se encuentran muertos, y que Ustedes vivan actualmente en una residencia fortificada, en Dvārakā».


Cuando las gopīs llegaron, el Señor Balarāma les lanzó una mirada con ojos amorosos. Sintiendo júbilo en extremo, las gopīs, que habían estado mortificadas por tanto tiempo debido a la ausencia de Kṛṣṇa y Balarāma, comenzaron a preguntar por el bienestar de los dos hermanos. Específicamente, ellas le preguntaron a Balarāma si Kṛṣṇa disfrutaba de Su vida, rodeado por las cultas mujeres de Dvārakā Purī. «¿Recuerda Él algunas veces a Su padre Nanda y a Su madre Yaśodā, y a los demás amigos con quienes se relacionó tan íntimamente mientras se encontraba en Vṛndāvana? ¿Tiene Kṛṣṇa algún plan de venir aquí a ver a Su madre Yaśodā? Y, ¿nos recuerda Él a nosotras las gopīs, que nos encontramos ahora desconsoladamente desprovistas de Su compañía? Puede que Kṛṣṇa nos haya olvidado, encontrándose en medio de las cultas mujeres de Dvārakā, pero en cuanto a nosotras, aún lo recordamos mediante la recolección de flores y haciendo guirnaldas con ellas. Sin embargo, al ver que Él no viene, solo pasamos nuestro tiempo llorando. ¡Si tan solo viniera aquí y aceptara estas guirnaldas que hemos hecho! Querido Señor Balarāma, descendiente de Daśārha, Tú sabes que abandonaríamos todo por la amistad de Kṛṣṇa. Uno no puede renunciar a la relación con los miembros de la familia, ni siquiera debido a una gran aflicción; pero si bien pudiera ser imposible para otros, nosotras renunciamos a nuestros padres, madres, hermanas y familiares, sin importarnos en absoluto nuestra renuncia. Luego, repentinamente, Kṛṣṇa renunció a nosotras y se fue. Él rompió nuestra íntima relación sin hacer ninguna consideración seria, y partió al extranjero. Pero Él fue tan astuto y sagaz, que inventó palabras muy hermosas. Él dijo: “Mis queridas gopīs, por favor no se preocupen. Me es imposible recompensarles por el servicio que me han prestado”. Después de todo somos mujeres, así que ¿cómo íbamos a desconfiar de Él? Ahora nos damos cuenta de que Sus dulces palabras eran solo para engañarnos».


Otra gopī, protestando por la ausencia de Kṛṣṇa de Vṛndāvana, comenzó a decir: «Mi querido Balarāmajī, por supuesto que como somos muchachas aldeanas, Kṛṣṇa pudo engañarnos así, pero ¿qué hay de las mujeres de Dvārakā? ¡No creas que son tan tontas como nosotras! Quizás Kṛṣṇa pueda engañarnos a nosotras, mujeres aldeanas, pero las mujeres de la ciudad de Dvārakā son muy astutas e inteligentes. Por lo tanto, me sorprendería que esas mujeres de mundo se dejaran engañar por Kṛṣṇa y creyeran Sus palabras».


Luego, otra gopī comenzó a hablar: «Mi querida amiga —dijo ella—, Kṛṣṇa es muy hábil con las palabras. Nadie puede competir con Él en ese arte. Él puede inventar palabras tan coloridas y hablar tan dulcemente, que engañaría el corazón de cualquier mujer. Además de eso, Él ha perfeccionado el arte de sonreír muy atractivamente, y al ver Su sonrisa, las mujeres se vuelven locas por Él, y se le entregarían sin vacilar».


Otra gopī, después de oír esto, dijo: «Mis queridas amigas, ¿de qué nos sirve hablar de Kṛṣṇa? Si tienen algún interés en pasar el tiempo hablando, hablemos de algún otro tema que no sea de Él. Si el cruel Kṛṣṇa puede pasar Su tiempo sin nosotras, ¿por qué no podemos nosotras pasar nuestro tiempo sin Kṛṣṇa? Claro que Kṛṣṇa está pasando Sus días muy felizmente sin nosotras, pero la diferencia es, que nosotras no podemos pasar nuestros días muy felizmente sin Él».


Cuando las gopīs hablaban de esa manera, sus sentimientos por Kṛṣṇa se intensificaban más y más, y ellas experimentaban la sonrisa de Kṛṣṇa, las palabras de amor de Kṛṣṇa, los atractivos rasgos de Kṛṣṇa, las características de Kṛṣṇa y los abrazos de Kṛṣṇa. Debido a la fuerza de sus sentimientos extáticos, les parecía que Kṛṣṇa se encontraba personalmente presente, y bailando ante ellas. Debido a su dulce recuerdo de Kṛṣṇa, no pudieron contener sus lágrimas y comenzaron a llorar sin consideración alguna.


Por supuesto que el Señor Balarāma podía comprender los sentimientos extáticos de las gopīs, y por lo tanto quería tranquilizarlas. Él era experto en presentar una petición, y así, tratando a las gopīs muy respetuosamente, comenzó a narrar las historias de Kṛṣṇa con tanto tacto, que las gopīs quedaron satisfechas. Para mantener satisfechas a las gopīs de Vṛndāvana, el Señor Balarāma permaneció allí continuamente por dos meses, los meses de Caitra (marzo-abril) y Vaiśākha (abril-mayo). Durante esos dos meses Él se quedó entre las gopīs, y pasó todas las noches con ellas, en el bosque de Vṛndāvana, para satisfacer sus deseos de amor conyugal. Así pues, Balarāma también disfrutó del baile de rāsa con las gopīs durante esos dos meses. Por ser la estación de primavera, la brisa de la ribera del Yamunā soplaba muy suavemente, llevando el aroma de diferentes flores, especialmente de la flor conocida como kaumudī. La luz de la luna llenaba el cielo y se esparcía por doquier, y así, las riberas del Yamunā parecían muy brillantes y agradables, y allí el Señor Balarāma disfrutó de la compañía de las gopīs.


El semidiós conocido como Varuṇa envió a su hija Vāruṇī en la forma de miel líquida que emanaba de la parte hueca de los árboles. Debido a esa miel, todo el bosque se puso muy aromático, y el dulce aroma de la miel líquida, Vāruṇī, cautivó a Balarāmajī. Balarāmajī y todas las gopīs quedaron muy atraídos por el sabor de Vāruṇī, y todos juntos la bebieron. Mientras tomaban esta bebida natural (Vāruṇī), todas las gopīs cantaron las glorias del Señor Balarāma, y el Señor Balarāma se sintió muy feliz, como si se hubiera embriagado al tomar esta bebida Vāruṇī. Sus ojos daban vueltas con una actitud agradable. Él estaba adornado con largas guirnaldas de flores del bosque, y toda la situación parecía ser un gran espectáculo de felicidad, debido a esa dicha trascendental. El Señor Balarāma sonreía hermosamente, y las gotas de transpiración que adornaban Su cara, parecían el sosegador rocío matutino.


Balarāma, sintiéndose así de feliz, deseó disfrutar de la compañía de las gopīs en el agua del Yamunā. Por lo tanto, llamó a Yamunā y le dijo que se acercara. Pero Yamunā desatendió la orden de Balarāmajī, considerando que estaba embriagado. El Señor Balarāma se disgustó mucho con el hecho de que Yamunā desatendiera Su orden. De inmediato quiso arañar, con Su reja de arado, la tierra que estaba cerca del río. El Señor Balarāma tiene dos armas —un arado y una maza—, y Él se vale del servicio de ellas cuando se requiere. Esta vez quiso traer al Yamunā a la fuerza, y se valió de Su arado. Él quiso castigar a Yamunā porque ella no había ido a Él y así obedecido Su orden. Él se dirigió a Yamunā de la siguiente manera: «¡Miserable río! ¡No le hiciste caso a Mi orden! ¡Ahora te daré una lección! No viniste a Mí voluntariamente. Ahora, con la ayuda de Mi arado, te obligaré a venir. ¡Te dividiré en cientos de riachuelos esparcidos!».


Yamunā, al ser amenazada de esa forma, sintió mucho temor del poder de Balarāma y, de inmediato, se presentó en persona, cayendo a Sus pies de loto y orando de la siguiente manera: «Mi querido Balarāma, Tú eres la personalidad más poderosa, y le resultas agradable a todo el mundo. Desafortunadamente, olvidé Tu gloriosa y excelsa posición, pero ahora he vuelto a mis cabales, y recuerdo que Tú sostienes todos los sistemas planetarios sobre Tu cabeza, tan solo con Tu expansión parcial como Śeṣa. Tú eres el mantenedor de todo el universo. Mi querida Suprema Personalidad de Dios, Tú estás pleno de seis opulencias. Debido a que olvidé Tu omnipotencia, he desobedecido Tu orden por equivocación, y así me he convertido en una gran ofensora. Pero, mi querido Señor, por favor sabed que soy un alma rendida a Ti. Tú eres muy afectuoso con Tus devotos. Por lo tanto, por favor excusa mi descaro y mis errores y, por Tu misericordia sin causa, ahora suéltame».


Al exhibir esa actitud sumisa, Yamunā fue perdonada; y cuando se acercó, él Señor Balarāma quiso disfrutar del placer de nadar en sus aguas juntamente con las gopīs, de la misma manera en que un elefante disfruta juntamente con sus muchas elefantas. Después de mucho tiempo, cuando ya el Señor Balarāma había disfrutado a Su entera satisfacción, Él salió del agua, e inmediatamente una diosa de la fortuna le ofreció un hermoso atuendo azul y un valioso collar de oro. Después de haberse bañado en el Yamunā, el Señor Balarāma, vestido con atuendos azules y adornado con ornamentos de oro, les resultaba muy atractivo a todos. La tez del Señor Balarāma es blanca y, cuando estuvo apropiadamente vestido, se vio igual que el elefante blanco del rey Indra del planeta celestial. El río Yamunā aún tiene muchas ramificaciones pequeñas por haber sido arañado por la reja del arado del Señor Balarāma, y todas estas ramificaciones del río Yamunā aún glorifican la omnipotencia del Señor Balarāma.


El Señor Balarāma y las gopīs disfrutaron juntos de pasatiempos trascendentales, todas las noches, durante dos meses, y el tiempo pasó tan rápidamente, que todas esas noches parecieron ser una sola. En presencia del Señor Balarāma, todas las gopīs y los habitantes de Vṛndāvana se sintieron tan alegres como lo habían estado anteriormente en presencia de ambos hermanos, el Señor Kṛṣṇa y el Señor Balarāma.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo sexagésimo quinto del libro Kṛṣṇa, titulado: «El Señor Balarāma visita Vṛndāvana».

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