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Capítulo 81

El Señor Kṛṣṇa bendice al brāhmaṇa Sudāmā


El Señor Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, la Superalma de toda entidad viviente, conoce muy bien lo que hay en el corazón de todos. Él tiene una disposición especial para con los devotos brāhmaṇas. El Señor Kṛṣṇa también recibe el nombre de brahmaṇya-deva, que significa que a Él lo adoran los brāhmaṇas. Por lo tanto, se concluye que un devoto que se encuentra plenamente rendido a la Suprema Personalidad de Dios, ya ha adquirido la posición de un brāhmaṇa. Uno no puede acercarse al Brahman Supremo, el Señor Kṛṣṇa, sin volverse brāhmaṇa. Kṛṣṇa tiene especial interés en aniquilar la aflicción de Sus devotos, y Él es el único refugio de los devotos puros.


Durante un largo rato, el Señor Kṛṣṇa se dedicó a hablar con Sudāmā Vipra acerca de la amistad que habían compartido en el pasado. Luego, tan solo para disfrutar de la compañía de un viejo amigo, el Señor Kṛṣṇa comenzó a sonreír, y preguntó: «Mi querido amigo, ¿qué me has traído? ¿Te dio tu esposa algún sabroso comestible para Mí?». Mientras el Señor Kṛṣṇa le hablaba a Su amigo, lo miraba y sonreía con gran amor. Él continuó: «Mi querido amigo, debes haberme traído de tu hogar algún obsequio».


El Señor Kṛṣṇa sabía que Sudāmā estaba vacilando en presentarle el insignificante arroz plano, que de hecho era indigno de que Él lo comiera, y dándose cuenta de lo que pasaba por la mente de Sudāmā Vipra, el Señor dijo: «Mi querido amigo, es indudable que a Mí no me hace falta nada, pero si Mi devoto me da algo como ofrenda de amor, aunque sea muy insignificante, Yo lo acepto con gran placer. Por otra parte, si una persona no es devota, aunque Me ofrezca cosas muy valiosas, no me gusta aceptarlas. En realidad, Yo acepto tan solo aquellas cosas que me son ofrecidas con devoción y amor; de no ser así, Yo no acepto nada, por valioso que sea. Si Mi devoto puro Me ofrece incluso cosas de lo más insignificantes —una pequeña flor, una hojita, un poquito de agua— pero satura la ofrenda con amor devocional, entonces no solo acepto esa ofrenda con agrado, sino que la como con gran placer».


El Señor Kṛṣṇa le aseguró a Sudāmā Vipra que Él sentiría mucho agrado en aceptar el arroz plano que había traído de su hogar, pero Sudāmā Vipra vaciló en presentárselo al Señor, a causa de la gran vergüenza que tenía. Él pensó: «¿Cómo puedo ofrecerle cosas tan insignificantes a Kṛṣṇa?», y simplemente inclinó su cabeza.


El Señor Kṛṣṇa, la Superalma, conoce todo lo que hay en el corazón de todos. Él conoce las intensiones y los deseos de todos. Por lo tanto, Él conocía la razón por la cual Sudāmā Vipra había ido a Él. Él sabía que, movido por la extrema pobreza, había ido allí a petición de su esposa. Pensando en Sudāmā como Su muy querido compañero de clase, Él sabía que el amor que Sudāmā sentía por Él como amigo, nunca se había manchado con ningún deseo de conseguir beneficios materiales. Kṛṣṇa pensó: «Sudāmā no ha venido a pedir nada de Mí, pero sintiéndose obligado por el pedido de su esposa, ha venido a verme solo para complacerla». El Señor Kṛṣṇa decidió, por lo tanto, que le daría a Sudāmā Vipra más opulencia material que la que podía imaginar incluso el Rey del cielo.


Él arrebató entonces el manojo de arroz plano que colgaba del hombro de pobre brāhmaṇa y que se encontraba guardado en un rincón de su manto, y dijo: «¿Qué es esto? Mi querido amigo, ¡me has traído un muy sabroso arroz plano!». Él animó a Sudāmā Vipra, diciendo: «Yo considero que esta cantidad de arroz plano no solo me satisfará a Mí, sino que satisfará a toda la creación». De esta afirmación se concluye que Kṛṣṇa, siendo la fuente original de todo, es la raíz de toda la creación. Así como por regar la raíz de un árbol, de inmediato se distribuye agua por todas partes del mismo, así mismo el hacerle un ofrecimiento a Kṛṣṇa o cualquier acción que se haga para Kṛṣṇa, ha de considerarse la labor de bienestar social más elevada que existe, pues el beneficio de un ofrecimiento así, es distribuido a todo lo largo de la creación. El amor por Kṛṣṇa se distribuye a todas las entidades vivientes.


Mientras el Señor Kṛṣṇa le hablaba a Sudāmā Vipra, comió un bocado de su manojo de arroz plano, y al tratar de comer un segundo bocado, Rukmiṇī-devī, quien es la propia diosa de la fortuna, detuvo al Señor asiéndole Su mano. Después de tocar la mano de Kṛṣṇa, Rukmiṇī dijo: «Mi querido Señor, ese solo bocado de arroz plano es suficiente para hacer que aquel que lo ofreció se vuelva muy opulento en esta vida, y continúe su opulencia en la siguiente. Mi Señor, eres tan bondadoso con Tu devoto, que incluso ese solo bocado de arroz plano Te complace muchísimo, y Tu complacencia le asegura al devoto la adquisición de opulencia, tanto en esta vida como en la próxima». Eso indica que cuando al Señor Kṛṣṇa se le ofrece comida con amor y devoción, y Él se siente complacido y se la acepta al devoto, Rukmiṇī-devī la diosa de la fortuna, queda tan grandemente obligada con el devoto, que tiene que ir personalmente al hogar del devoto, para convertirlo en el hogar más opulento del mundo. Si uno alimenta suntuosamente a Nārāyaṇa, entonces la diosa de la fortuna, Lakṣmī, se vuelve automáticamente huésped de la casa de uno, lo cual significa que el hogar de uno se vuelve opulento. El erudito brāhmaṇa Sudāmā pasó esa noche en la casa del Señor Kṛṣṇa, y mientras se encontraba allí, se sentía como si estuviera viviendo en el planeta Vaikuṇṭha. En realidad, él se encontraba viviendo en Vaikuṇṭha, pues todo sitio en el que vivan el Señor Kṛṣṇa, el Nārāyaṇa original y Rukmiṇī-devi, la diosa de la fortuna, no es diferente del planeta espiritual, Vaikuṇṭhaloka.


Mientras el erudito brāhmaṇa Sudāmā se encontraba en el hogar del Señor Kṛṣṇa, no parecía que hubiera recibido nada sustancioso de Él, y, aun así, no le pidió nada al Señor. La siguiente mañana, él partió hacia su hogar, pensando siempre en la recepción que le había dado Kṛṣṇa, y así se sumergió en la dicha trascendental. Durante todo el camino al hogar, simplemente recordaba el trato que le había dado el Señor Kṛṣṇa, y se sentía muy feliz de haber visto al Señor.


El brāhmaṇa comenzó a pensar de la siguiente manera: «Es de lo más placentero ver al Señor Kṛṣṇa, quien está muy consagrado a los brāhmaṇas. ¡Qué gran amante de la cultura brahmínica es Él! Él es Brahman Supremo Mismo, y, aun así, participa de una relación recíproca con los brāhmaṇas. Además Él respeta tanto a los brāhmaṇas, que abrazó contra Su pecho a un brāhmaṇa pobre como yo, si bien Él nunca abraza a nadie contra Su pecho a excepción de la diosa de la fortuna. ¡Cómo puede hacerse comparación alguna entre el Supremo Señor Kṛṣṇa, que es el único refugio de la diosa de la fortuna, y yo, un brāhmaṇa pecador y pobre! Y aun así, considerándome un brāhmaṇa, Él me estrechó entre Sus dos brazos trascendentales, con un placer muy sincero y profundo. El Señor Kṛṣṇa fue tan bondadoso conmigo, que permitió que me sentara en el mismo lecho donde se acuesta la diosa de la fortuna. Él me consideró Su verdadero hermano. ¿Cómo he de entender cuán obligado estoy con Él? Cuando me encontraba cansado, Śrīmatī Rukmiṇī-devī, la diosa de la fortuna, comenzó a abanicarme, asiendo el cāmara de cola de yak, con su propia mano. Ella nunca tomó en cuenta su excelsa posición como primera reina del Señor Kṛṣṇa. La Suprema Personalidad de Dios me prestó servicio, debido a Su alta estima por los brāhmaṇas, y por dar masajes a mis piernas y alimentarme con Su propia mano, ¡prácticamente me adoró! Todo el mundo, a todo lo largo del universo, adora los pies de loto del Señor Kṛṣṇa, aspirando a la elevación a los planetas celestiales, o a la liberación, o a toda clase de opulencias materiales, o a la perfección de los poderes del yoga místico. Sin embargo, el Señor fue tan bondadoso conmigo, que no me dio ni un céntimo, sabiendo muy bien que soy un hombre que se encuentra en la miseria, y que si obtuviera algún dinero, podría envanecerme y volverme loco por la opulencia material, y así olvidarme de Él».


La afirmación del brāhmaṇa Sudāmā es correcta. Un hombre ordinario que sea muy pobre y que le ore al Señor para que lo bendiga con opulencia material, y que de una u otra forma se vuelve más rico en cuanto a opulencia material, de inmediato olvida sus obligaciones con el Señor. Por lo tanto, el Señor no le ofrece opulencias a Su devoto, a menos que este se encuentre completamente necesitado. Por el contrario, si un devoto neófito le sirve al Señor muy sinceramente y, al mismo tiempo, desea opulencia material, el Señor le impide obtenerla.


Pensando así, el erudito brāhmaṇa llegó gradualmente a su propio hogar. Pero al llegar allí, vio que todo se encontraba cambiado en forma maravillosa. Él vio que en lugar de su cabaña, había grandes palacios hechos de valiosas piedras y joyas, que brillaban como el Sol, la Luna y los rayos del fuego. No solo había grandes palacios, sino que a intervalos había parques bellamente decorados, en los que paseaban muchos hermosos hombres y mujeres. En esos parques había hermosos lagos llenos de flores de loto y de bellos lirios, y había bandadas de pájaros multicolores. Al ver la asombrosa transformación de su lugar natal, el brāhmaṇa comenzó a pensar para sí: «¿Cómo es posible que yo esté viendo todos estos cambios? ¿Este lugar me pertenece a mí o le pertenece a otra persona? Si es el mismo lugar donde yo solía vivir, entonces, ¿cómo ha cambiado tan maravillosamente?».


Mientras el erudito brāhmaṇa pensaba en esto, un grupo de hermosos hombres y mujeres con características corporales que se asemejaban a las de los semidioses, acompañados por cantantes, se acercaron a darle la bienvenida. Todos se encontraban cantando canciones auspiciosas. La esposa del brāhmaṇa se puso muy contenta al escuchar las noticias de la llegada de su esposo y, con gran prisa, también salió del palacio. La esposa del brāhmaṇa se veía tan hermosa, que parecía como si la propia diosa de la fortuna hubiera ido a recibirlo. Tan pronto como vio a su esposo presente ante ella, de sus ojos comenzaron a caer lágrimas de júbilo y su voz se ahogó tanto, que ni siquiera podía hablarle a su esposo. Ella simplemente cerró sus ojos en éxtasis. Pero con gran amor y afecto se postró ante su esposo, y dentro de sí pensó en abrazarlo. Ella estaba completamente adornada con un collar de oro y con ornamentos, y mientras se encontraba de pie entre las sirvientas, se veía como la esposa de un semidiós, que acabara de descender de un avión. El brāhmaṇa se sorprendió de ver a su esposa tan hermosa, y con gran afecto, y sin decir palabra, entró en el palacio con su esposa.


Cuando el brāhmaṇa entró en su apartamento personal del palacio, vio que no era un apartamento, sino la residencia del rey del cielo. El palacio estaba rodeado por muchas columnas hechas de joyas. Los sofás y los lechos eran de marfil, y estaban adornados con oro y joyas, y las sábanas y colchones eran tan blancos como la espuma de la leche, y tan suaves como una flor de loto. Había muchas colas de yak que colgaban de varas hechas de oro, y muchos tronos de oro con cojines para sentarse que eran tan suaves como la flor de loto. En diversos lugares había pabellones de terciopelo y seda, con encajes de perlas que colgaban de ellos por todas partes. La estructura del edificio se erguía sobre mármol transparente de primera clase, con grabados hechos de piedras de esmeraldas. Todas las mujeres del palacio llevaban lámparas hechas de joyas valiosas. Las llamas y las joyas se combinaban para producir una luz que brillaba maravillosamente. Cuando el brāhmaṇa vio que su posición se había vuelto opulenta repentinamente, y al no poder determinar la causa de ese cambio tan repentino, comenzó a pensar, con mucha gravedad, en cómo había ocurrido.


Así pues, él comenzó a pensar: «Desde el comienzo de mi vida yo he sido extremadamente pobre, así que, ¿cuál puede ser la causa de una opulencia tan grande y repentina? No encuentro ninguna otra causa más que la mirada muy misericordiosa de mi amigo, el Señor Kṛṣṇa, el miembro principal de la dinastía Yadu. Con toda certeza, estos son regalos de la misericordia sin causa del Señor Kṛṣṇa. El Señor es autosuficiente, el esposo de la diosa de la fortuna y, así pues, siempre se encuentra pleno de seis opulencias. Él puede comprender lo que hay en la mente de Su devoto, y satisface suntuosamente los deseos de este. Todos estos son actos de mi amigo, el Señor Kṛṣṇa. Mi hermoso y oscuro amigo Kṛṣṇa es mucho más generoso que la nube que puede llenar de agua el gran océano. La nube trae profusa lluvia de noche, tan solo para complacer al agricultor, sin perturbarlo de día con lluvias. Y, sin embargo, cuando el agricultor se despierta por la mañana, considera que no ha llovido lo suficiente. De forma similar, el Señor satisface el deseo de todos según la posición de cada cual y, aun así, aquel que no posee conciencia de Kṛṣṇa, considera que todos los regalos del Señor son menos que los que él deseaba. Por otra parte, cuando el Señor recibe de Su devoto una pequeña cosa que este ofrece con amor y afecto, la considera un valioso y grandioso regalo. Yo mismo soy el ejemplo vívido de ello. Tan solo le ofrecí un bocado de arroz plano y, a cambio, Él me ha dado opulencias mayores que la opulencia del Rey del cielo».


El Señor no necesita lo que en sí el devoto le ofrece. Él es autosuficiente. Si el devoto le ofrece algo al Señor, ello actúa en su propio beneficio, pues todo lo que el devoto le ofrece al Señor, es devuelto en una cantidad un millón de veces más grande que lo que fue ofrecido. Uno no pierde nada por darle algo al Señor, sino que se beneficia millones de veces al hacerlo.


El brāhmaṇa sintiéndose muy obligado con Kṛṣṇa, pensó: «Yo rezo por tener la amistad del Señor Kṛṣṇa, y por dedicarme a Su servicio, y por rendirme completamente a Él con amor y afecto, vida tras vida. Yo no quiero ninguna opulencia. Tan solo deseo no olvidar Su servicio. Yo simplemente deseo estar asociado con Sus devotos puros. ¡Que mi mente y actividades se encuentren siempre ocupadas en Su servicio! La innaciente Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, sabe que muchas grandes personalidades han caído de sus posiciones debido a la opulencia excesiva. Por lo tanto, en ocasiones, el Señor no da cierta opulencia ni siquiera cuando Su devoto se la pide. Él es muy cauteloso con Sus devotos. Debido a que un devoto que se encuentra en una posición inmadura del servicio devocional, por encontrarse en el mundo material pudiera caer de su posición si se le ofrece gran opulencia, el Señor no se la ofrece. Esa es otra manifestación de la misericordia sin causa del Señor para con Su devoto. Su interés principal es que el devoto no caiga. Él es igual que su padre bienqueriente que no pone mucha riqueza en manos de su hijo inmaduro, pero que, cuando el hijo se vuelve adulto y sabe cómo gastar el dinero, le da toda la tesorería».


El erudito brāhmaṇa concluyo así, que cualesquiera opulencias que había recibido del Señor, no debían ser utilizadas para su irrestricta complacencia sensual, sino para el servicio del Señor. El brāhmaṇa aceptó su recién adquirida opulencia, pero lo hizo con un espíritu de renuncia, desapegado de la complacencia sensual, y así vivió muy tranquilamente con su esposa, disfrutando de todas las facilidades provistas por la opulencia, como prasādam del Señor. Él disfrutó de diversas variedades de alimentos, ofreciéndoselos al Señor, y tomándolos luego como prasādam. De forma similar, si por la gracia del Señor recibimos opulencias, tales como riqueza, fama, poder, educación y belleza materiales, es deber nuestro considerar que todos son regalos del Señor, y que han de ser usados en Su servicio y no en nuestra complacencia sensual. El erudito brāhmaṇa permaneció en esa posición, y su amor y afecto por el Señor Kṛṣṇa, en vez de deteriorarse por la gran opulencia, se incrementó, día tras día. La opulencia material puede ser la causa de la degradación y también la causa de la elevación, de acuerdo con los propósitos para los cuales se usa. Si la opulencia es usada para la complacencia sensual, es la causa de la degradación, y si es usada para el servicio del Señor, es la causa de la elevación.


El trato que el Señor Kṛṣṇa le dio a Sudāmā Vipra, evidencia que la Suprema Personalidad de Dios se siente muy, muy complacido con una persona que posee cualidades brahmínicas. Un brāhmaṇa capacitado que sea como Sudāmā Vipra, es naturalmente un devoto del Señor Kṛṣṇa. Por lo tanto, se dice brāhmaṇo vaiṣṇavaḥ: un brāhmaṇa es un vaiṣṇava. O algunas veces, se dice brāhmaṇaḥ paṇḍitaḥ. Paṇḍita significa una persona altamente erudita. Un brāhmaṇa no puede ser tonto ni inculto. Por lo tanto, hay dos clases de brāhmaṇas: vaiṣṇavas y paṇḍitas. Aquellos que únicamente son eruditos, son paṇḍitas, pero aún no son devotos del Señor, o vaiṣṇavas. El Señor Kṛṣṇa no se siente especialmente complacido con ellos. Tan solo la cualidad de ser un brāhmaṇa erudito, no es suficiente para atraer a la Suprema Personalidad de Dios. Un brāhmaṇa, además de estar bien capacitado según los requerimientos estipulados en Escrituras tales como el Śrīmad-Bhagavad-gītā y el Śrīmad-Bhāgavatam, debe ser, al mismo tiempo, devoto del Señor Kṛṣṇa. Sudāmā Vipra es el ejemplo vívido. Él era un brāhmaṇa calificado desapegado de toda clase de disfrute sensual y material y, al mismo tiempo, un gran devoto del Señor Kṛṣṇa. El Señor Kṛṣṇa, el disfrutador de todo sacrificio y penitencia, siente mucho cariño por un brāhmaṇa como Sudāmā Vipra, y hemos visto con el comportamiento que observa el Señor Kṛṣṇa en la práctica, cuánto Él adora a un brāhmaṇa así. Por lo tanto, la etapa ideal de la perfección humana es volverse un brāhmaṇa vaiṣṇava. Como Sudāmā Vipra.

Sudāmā Vipra se dio cuenta de que, si bien el Señor Kṛṣṇa es inconquistable, Él accede, no obstante, a ser conquistado por Sus devotos. Él se dio cuenta de cuán bondadoso era el Señor Kṛṣṇa con él, y se encontraba siempre en trance, pensando constantemente en Kṛṣṇa. Mediante esa constante asociación con el Señor Kṛṣṇa, toda oscuridad, debido a la contaminación material, que permaneciera en su corazón, fue erradicada por completo y, en muy poco tiempo, él fue trasladado al reino espiritual, que es la meta de todas las personas santas que se encuentran en la etapa perfecta de vida. 

Śukadeva Gosvāmī ha afirmado, que todas las personas que oigan esta historia de Sudāmā Vipra y el Señor Kṛṣṇa, sabrán cuán afectuoso es el Señor Kṛṣṇa con los devotos brāhmaṇas como Sudāmā. Por lo tanto, todo aquel que escuche esta historia, se vuelve gradualmente tan calificado como Sudāmā Vipra, y es así trasladado al reino espiritual del Señor Kṛṣṇa.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo octogésimo primero del libro Kṛṣṇa, titulado: «El Señor Kṛṣṇa bendice al brāhmaṇa Sudāmā».

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