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Capítulo 83

El encuentro de Draupadī con las reinas de Kṛṣṇa


Muchos visitantes fueron a ver a Kṛṣṇa, y entre ellos estaban los Pāṇḍavas, encabezados por el rey Yudhiṣṭhira. El Señor Kṛṣṇa, después de hablar con las gopīs y otorgarles la más grande de las bendiciones, fue a darles la bienvenida al rey Yudhiṣṭhira y a otros parientes que habían ido a verlo. En primer lugar, les preguntó si se encontraban en una situación auspiciosa. En realidad, no hay posibilidad de mala fortuna para alguien que ve los pies de loto del Señor Kṛṣṇa, y, aun así, cuando el Señor Kṛṣṇa como cuestión de etiqueta, le preguntó al rey Yudhiṣṭhira por su bienestar, el Rey se contentó mucho con esa recepción, y le habló al Señor de la siguiente manera: «Mi querido Señor Kṛṣṇa, grandes personalidades y devotos que están plenamente conscientes de Kṛṣṇa, piensan siempre en Tus pies de loto y permanecen plenamente satisfechos, bebiendo el néctar de la bienaventuranza trascendental. El néctar que ellos constantemente beben, algunas veces sale de sus bocas, y se salpica sobre otros en la forma de las narraciones de Tus actividades trascendentales. Ese néctar que sale de la boca de un devoto es tan poderoso, que si uno es lo suficientemente afortunado como para tener la oportunidad de beberlo, inmediatamente se libera del viaje continuo de nacimiento y muerte. El habernos olvidado de Tu personalidad ha provocado nuestra existencia material, pero, afortunadamente, la oscuridad del olvido se disipa de inmediato, si uno tiene el privilegio de oír hablar de Tus glorias. Por lo tanto, mi querido Señor, ¿qué posibilidad de mala fortuna existe para alguien que se dedica constantemente a oír hablar de Tus gloriosas actividades?


»Nosotros siempre confiamos en que tendremos buena fortuna, ya que estamos plenamente rendidos a Ti y no tenemos ningún otro refugio que Tus pies de loto. Mi querido Señor, Tú eres el océano de ilimitado conocimiento y bienaventuranza trascendental. El resultado de los actos de la invención mental consiste en tener que existir en las tres fases temporales de la vida material —vigilia, sueño y sueño profundo—. Pero esas condiciones no pueden existir en el estado de conciencia de Kṛṣṇa. El desarrollo de conciencia de Kṛṣṇa invalida todas esas reacciones. Tú eres el destino último de todas las personas liberadas. Tú has descendido a esta Tierra mediante la utilización de Tu propia potencia interna, yogamāyā, movido tan solo por Tu independiente voluntad, y, para restablecer los principios védicos de vida, has aparecido tal como un ser humano ordinario. Debido a que Tú eres la Persona Suprema, no puede existir, entonces, mala suerte alguna para aquel que se ha rendido plenamente a Ti».


Cuando el Señor Kṛṣṇa se encontraba ocupado en reunirse con diversas clases de visitantes, y mientras estos estaban dedicados a ofrecer oraciones al Señor, las mujeres de la dinastía Kuru y de la dinastía Yadu aprovecharon la oportunidad para reunirse entre sí y dedicarse a hablar de los pasatiempos trascendentales del Señor Kṛṣṇa. Draupadī hizo la primera pregunta a las esposas del Señor Kṛṣṇa. Ella les dijo: «Mis queridas Rukmiṇī, Bhadrā, Jāmbavatī, Satyā, Satyabhāmā, Kālindī, Śaibyā, Lakṣmaṇā, Rohiṇī y demás esposas del Señor Kṛṣṇa, ¿podrían hacernos saber, por favor, cómo el Señor Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, las aceptó como Sus esposas y se casó con ustedes siguiendo las ceremonias matrimoniales de los seres humanos ordinarios?».


Rukmiṇī-devī, la principal de las reinas, respondió a esa pregunta lo siguiente: «Mi querida Draupadī, era prácticamente un hecho sabido que príncipes como Jarāsandha y otros, querían que me casara con el rey Śiśupāla; y, como de costumbre, todos los príncipes que se encontraban presentes durante la ceremonia matrimonial estaban preparados, con sus armaduras y armas, para pelear con cualquier rival que se atreviera a detener el matrimonio. Pero la Suprema Personalidad de Dios me raptó, de la misma forma en que un león se lleva del rebaño a un cordero. Sin embargo, ese acto no era algo muy maravilloso para el Señor Kṛṣṇa, pues todo aquel que proclama ser un gran héroe o rey de este mundo, se encuentra subordinado a los pies de loto del Señor. Todos los reyes tocan con sus yelmos, los pies de loto del Señor. Mi querida Draupadī, mi deseo eterno es que, vida tras vida, pueda dedicarme al servicio del Señor Kṛṣṇa, quien es el manantial de todo placer y belleza. Ese es mi único deseo y aspiración en la vida».


Después de esto, Satyabhāmā, comenzó a hablar. Ella dijo: «Mi querida Draupadī, mi padre se encontraba muy afligido por la muerte de su hermano, Prasena y acusó falsamente al Señor Kṛṣṇa de haber dado muerte a su hermano y de haber robado la joya Syamantaka, siendo en realidad Jāmbavān quien la tomó. El Señor Kṛṣṇa, para dejar en claro Su carácter puro, peleó con Jāmbavān y rescató la joya Syamantaka, que luego le entregó a mi padre. Mi padre se sintió muy avergonzado y arrepentido de haber acusado al Señor Kṛṣṇa de la muerte de su hermano. Después de recuperar la joya Syamantaka, pensó que era prudente corregir su error, así que, si bien les había prometido a otros darles mi mano, nos ofreció a mí y a la joya a los pies de loto de Kṛṣṇa, y así fui aceptada como Su sirvienta y esposa».


A continuación, Jāmbavatī respondió a la pregunta de Draupadī. Ella dijo: «Mi querida Draupadī, cuando el Señor Kṛṣṇa atacó a mi padre, Jāmbavān, el rey de los ṛkṣas, mi padre no sabía que el Señor Kṛṣṇa era su amo anterior, el Señor Rāmacandra, el esposo de Sītā. Mi padre luchó continuamente con Él durante veintisiete días, pues no sabía cuál era la identidad del Señor Kṛṣṇa. Después de ese período, al sentirse muy cansado y fatigado, él pudo entender que, como nadie a excepción del Señor Rāmacandra, podía derrotarlo, su oponente, el Señor Kṛṣṇa, debía ser el propio Señor Rāmacandra. Así pues, él recobró su buen juicio, y devolvió de inmediato la joya Syamantaka. Además, para satisfacer al Señor, me presentó a Él para que me convirtiera en Su esposa. De esa forma, me casé con el Señor, y así se cumplió mi deseo de ser una servidora de Kṛṣṇa vida tras vida».


Luego, Kālindī dijo: «Mi querida Draupadī, yo estaba dedicada a ejecutar grandes austeridades y penitencias para que el Señor Kṛṣṇa fuera mi esposo. Cuando el Señor Kṛṣṇa advirtió ese hecho, vino a mí muy bondadosamente, juntamente con Su amigo Arjuna, y me aceptó como Su esposa. El Señor Kṛṣṇa luego me llevó de la ribera del Yamunā, y desde entonces me he dedicado a ser una barrendera en la casa del Señor Kṛṣṇa. Y el Señor me trata como Su esposa».


Seguidamente, Mitravindā dijo: «Mi querida Draupadī, en mi ceremonia svayaṁvara hubo una gran asamblea de príncipes. El Señor Kṛṣṇa también se encontraba presente en esa reunión, y me aceptó como Su sirvienta, derrotando a todos los príncipes que se encontraban allí presentes. Él me llevó de inmediato a Dvārakā, tal como un león se lleva a un venado de entre una jauría de perros. Al ser así llevada por el Señor Kṛṣṇa, mis hermanos quisieron pelear con Él, y más adelante fueron derrotados. Así se cumplió mi deseo de volverme la sirvienta de Kṛṣṇa vida tras vida».


Después, Sātya le habló a Draupadī de la siguiente manera:«Mi querida Draupadī, mi padre organizó una asamblea para mi svayaṁvara [la selección personal de un esposo], y para poner a prueba la fuerza y el heroísmo de los pretendientes, estipuló que cada uno de ellos peleara con sus siete toros feroces, que tenían cuernos largos y serpenteados. Muchos pretendientes heroicos trataron de derrotar a los toros, pero desafortunadamente, todos ellos fueron heridos severamente, y regresaron a sus hogares derrotados e inválidos. Cuando el Señor Śrī Kṛṣṇa se presentó y peleó con los toros, estos eran para Él como juguetes. Él capturó a los toros, y ató a cada uno de ellos por las fosas nasales. Así quedaron bajo Su control, tal como los pequeños cabritos de una cabra quedan muy fácilmente bajo el control de los niños. Mi padre se sintió muy complacido y me casó con el Señor Kṛṣṇa con gran pompa, dando como dote muchas divisiones de soldados, caballos, cuadrigas y elefantes, juntamente con cientos de sirvientas. Así pues, el Señor Kṛṣṇa me llevó a Su ciudad capital, Dvārakā. En el camino de regreso, el Señor Kṛṣṇa fue asaltado por muchos príncipes, pero Él los derrotó a todos ellos, y, por consiguiente, tengo el privilegio de servir a Sus pies de loto como una sirvienta».


A continuación, Bhadrā comenzó a hablar. Ella dijo: «Mi querida Draupadī, el Señor Kṛṣṇa es el hijo de mi tío materno. Afortunadamente, yo me sentía atraída por Sus pies de loto. Cuando mi padre comprendió esos sentimientos míos, él organizó personalmente mi matrimonio, e invitó al Señor Kṛṣṇa a casarse conmigo, y le dio como dote un akṣauhinī, o una división de fuerzas armadas, juntamente con muchas sirvientas y otros enseres reales. No sé si podré tener el refugio de Señor Kṛṣṇa vida tras vida, pero aun así le ruego al Señor que dondequiera que yo nazca, yo no olvide mi relación con Sus pies de loto».


Luego, Lakṣmanā dijo: «Mi querida Reina, muchas veces oí al gran sabio Nārada glorificar los pasatiempos del Señor Kṛṣṇa. Me sentí atraída por los pies de loto de Kṛṣṇa, cuando le oí decir a Nārada que la diosa de la fortuna, Lakṣmī, también se sentía atraída por Sus pies de loto. Desde entonces he estado siempre pensando en Él, y, en consecuencia, mi atracción por Él ha ido aumentando. Mi querida Reina, mi padre era muy afectuoso conmigo. Cuando se dio cuenta de que me sentía atraída por Kṛṣṇa, ingenió un plan como el que había ingeniado tu padre: durante el svayaṁvara, los pretendientes tenían que atravesar con sus flechas los ojos de un pez. La diferencia entre la competencia de tu svayaṁvara y la del mío era que, en el tuyo, el pez se encontraba colgando abiertamente del techo, claramente visible, pero en el mío, el pez estaba cubierto con una tela, y solo podía verse mediante el reflejo de la tela en una vasija de agua. Esa era la característica especial de mi svayaṁvara.


»Las noticias acerca de este ardid se difundieron por todas las partes del mundo, y cuando los príncipes escucharon de ello, llegaron a la ciudad capital de mi padre provenientes de todas las direcciones, totalmente equipados de armaduras, y guiados por sus instructores militares. Cada uno de ellos deseaba ganarme como esposa, y uno tras otro levantaron el arco y la flecha que habían sido puestos allí para atravesar el pez. Muchos de ellos no podían ni siquiera atar la cuerda del arco a los dos extremos del mismo y, sin intentar atravesar el pez, simplemente dejaron el arco como estaba, y se fueron. Algunos, con gran dificultad, estiraron la cuerda de un extremo al otro, mas al no poder atar el otro extremo, fueron derribados de repente por el arco, que era como un resorte. Mi querida Reina, te sorprenderás al saber que en mi reunión svayaṁvara, se encontraban presentes muchos héroes y reyes famosos. Héroes como Jarāsandha, Ambaṣṭha, Śiśupāla, Bhīmasena, Duryodhana y Karṇa fueron capaces, por supuesto, de encordar el arco, pero no pudieron atravesar el pez, pues este se encontraba cubierto, y no podían distinguirlo mediante el reflejo. Arjuna, el célebre héroe de los Pāṇḍavas, no pudo ver el reflejo del pez en el agua, pero aunque con gran cautela localizó el pez y disparó una flecha, no atravesó el pez en el sitio correcto. Pero, al menos, su flecha tocó al pez, y así demostró ser mejor que todos los demás príncipes.


»Todos los príncipes que trataron de atravesar el blanco se desilusionaron al ver frustrados sus intentos, y algunos candidatos incluso abandonaron el lugar sin hacer un intento; pero cuando al fin el Señor Kṛṣṇa cogió el arco, logró atar muy fácilmente la cuerda del mismo, tal como un niño juega con un juguete. Él colocó la flecha, y mirando tan solo una vez el reflejo del pez en el agua, disparó la flecha, y el pez, atravesado, cayó de inmediato. Esta victoria del Señor Kṛṣṇa se logró al mediodía, durante el momento denominado abhijit, que es auspicioso de acuerdo con los cálculos astronómicos. En ese momento, la vibración de «¡Jaya! ¡Jaya!» se oyó en todas partes del mundo, y del cielo llegaron sonidos de tambores, que eran tocados por los habitantes del cielo. Grandes semidioses se sobrecogieron de júbilo, y comenzaron a derramar lluvias de flores sobre la Tierra.


»En ese momento, yo entré en la arena de la competencia, y las campanitas tobilleras de mis piernas sonaban muy melodiosamente mientras caminaba. Me encontraba hermosamente vestida con ropa nueva de seda, algunas flores adornaban mis cabellos, y debido a la victoria del Señor Kṛṣṇa, sentía un júbilo extático, y sonreía muy agradablemente. Yo llevaba en mis manos un collar de oro adornado con joyas, que centelleaba a intervalos. Mi cabello rizado enmarcaba mi cara, la cual brillaba con un fulgor luminoso, debido al reflejo de mis diversos anillos. Pestañeando, observé en primer lugar a todos los príncipes que se encontraban presentes, y cuando llegué a mi Señor, coloqué muy lentamente el collar de oro en Su cuello. Como ya te informé, desde el mismo comienzo mi mente había estado atraída por el Señor Kṛṣṇa y, por ello, consideré que el enguirnaldar al Señor era mi gran victoria. Tan pronto como coloqué mi guirnalda en el cuello del Señor, sonó de inmediato la vibración combinada de mṛdaṅgas, paṭahas, caracolas, tambores, timbales y otros instrumentos, provocando un sonido tumultuoso; y mientras la música sonaba, expertos bailarines y bailarinas comenzaron a bailar, y algunos cantantes comenzaron a cantar dulcemente.


»Mi querida Draupadī, cuando yo acepté al Señor Kṛṣṇa como mi esposo digno de adoración, y Él me aceptó a mí como Su sirvienta, hubo un rugido tumultuoso entre los desilusionados príncipes. Todos ellos estaban muy agitados por sus deseos lujuriosos, pero mi esposo, sin preocuparse por ellos, en Su forma de Nārāyaṇa de cuatro brazos, de inmediato me subió a Su cuadriga, que era tirada por cuatro excelentes caballos. Esperando oposición de los príncipes, se puso Su armadura y cogió Su arco llamado Śārṅga, pero nuestro célebre conductor, Dāruka, sin perder ni un momento, condujo la hermosa cuadriga hacia la ciudad Dvārakā. Así pues, en presencia de todos los príncipes, fui llevada muy rápidamente, tal como un león se lleva un venado de entre el rebaño. Sin embargo, algunos de los príncipes quisieron detener nuestro avance, y, por consiguiente, equipados con armas adecuadas, se opusieron a nosotros, tal como los perros tratan de oponerse a la marcha progresiva de un león. En ese momento, debido a las flechas disparadas por el arco Sārṅga del Señor Kṛṣṇa, algunos de los príncipes perdieron sus manos, algunos de ellos perdieron sus piernas, y algunos perdieron sus cabezas y sus vidas, y otros huyeron del campo de batalla.


»La Suprema Personalidad de Dios entró luego en la ciudad más célebre del universo, Dvārakā, y a medida que entraba en la ciudad, se veía como el Sol brillante. Toda la ciudad de Dvārakā estaba profusamente decorada en esa ocasión. Había tantas banderas, festones y portones por toda Dvārakā, que el brillo del Sol ni siquiera podía entrar en la ciudad. Ya te conté que mi padre era muy afectuoso conmigo, así que cuando vio que, al conseguir al Señor Kṛṣṇa por esposo, mi deseo se cumplió, con mucha felicidad comenzó a distribuir diversas clases de regalos a amigos y parientes, tales como, vestidos valiosos, ornamentos, lechos, y alfombras para sentarse. El Señor Kṛṣṇa es siempre autosuficiente, pero aun así, mi padre, por su propia iniciativa, le ofreció a mi esposo una dote que consistía en riquezas, soldados, elefantes, cuadrigas, caballos y muchas armas raras y valiosas. Con gran entusiasmo, él le regaló todo eso al Señor. Mi querida Reina, en ese momento pude adivinar que, en mi vida anterior, debí haber ejecutado alguna actividad piadosa en extremo; y como resultado de ello, yo puedo en esta vida ser una de las sirvientas de la casa de la Suprema Personalidad de Dios».


Cuando todas las principales reinas del Señor Kṛṣṇa terminaron sus afirmaciones, Rohiṇī, como representante de las otras dieciséis mil reinas, comenzó a narrar el incidente de cómo ellas se convirtieron en esposas de Kṛṣṇa.


«Mi querida Reina, cuando Bhaumāsura estaba conquistando el mundo entero, recogió dondequiera que le fue posible, a todas las bellas hijas de los reyes, y nos mantuvo arrestadas en su palacio. Cuando las noticias de nuestro encarcelamiento llegaron al Señor Kṛṣṇa, Él peleó con Bhaumāsura y nos liberó. El Señor Kṛṣṇa mató a Bhaumāsura y a todos sus soldados y, aunque no necesitaba tener ni siquiera una esposa, no obstante, a pedido nuestro, se casó con todas las dieciséis mil de nosotras. Mi querida Reina, nuestra única cualidad era que nos encontrábamos siempre pensando en los pies de loto del Señor Kṛṣṇa, lo cual constituye la manera de liberarse del cautiverio del repetido nacimiento y muerte. Mi querida reina Draupadī, hemos de hacerte saber que no estamos buscando ninguna opulencia, como un reino, un imperio, o una posición de disfrute celestial. No queremos disfrutar de esas opulencias materiales, ni deseamos alcanzar las perfecciones yóguicas, ni el excelso puesto del Señor Brahmā. Ni tampoco queremos ninguna de las diversas clases de liberación —sālokya, sārṣṭi, sārūpya, sāmīpya o sāyujya—. No nos atrae en absoluto ninguna de esas opulencias. Nuestra única aspiración es llevar en nuestras cabezas, vida tras vida, las partículas de polvo que se encuentran adheridas a los pies de loto del Señor Kṛṣṇa. La diosa de la fortuna también deseaba mantener ese polvo en su pecho, juntamente con el fragante azafrán. Nosotras simplemente deseamos ese polvo, que se acumula bajo los pies de loto de Kṛṣṇa mientras Él viaja por la tierra de Vṛndāvana como pastorcillo de vacas. Las gopīs especialmente, y también los pastores de vacas y las mujeres aborígenes de las tribus, desean siempre convertirse en la grama y pasto de la calle de Vṛndāvana, para ser pisoteados por los pies de loto de Kṛṣṇa. Mi querida Reina, deseamos permanecer así, vida tras vida, sin ningún otro deseo».


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo octogésimo tercero del libro Kṛṣṇa, titulado: «El encuentro de Draupadī con las reinas de Kṛṣṇa».

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