Ilustración 36
Con el avance de la estación del otoño, la tierra húmeda y los lodazales comienzan a secarse y la verde vegetación comienza a desteñirse. Esta sequía y decoloración se parece a la desaparición gradual del falso sentido de afinidad y ego.
Con el avance de la estación del otoño, la tierra húmeda y los lodazales comienzan a secarse y la verde vegetación comienza a desteñirse. Esta sequía y decoloración se parece a la desaparición gradual del falso sentido de afinidad y ego.
La meta última del cultivo del espíritu humano es la comprensión de Dios y la rendición a Dios con un sentido pleno de Su naturaleza omnipresente. Cuando un alma liberada se rinde así a los pies de loto del Dios omnipresente, el océano de ignorancia se vuelve tan insignificante como el agua contenida en la pequeña huella de un ternero. Inmediatamente él se vuelve elegible para ser promovido al reino espiritual y ya no tiene nada que ver con el miserable territorio del mundo material.
El cultivo del espíritu humano no es, por eso, un simple ajuste de las anomalías materialistas. Es el proceso de preparación para ser promovidos al reino espiritual. Nadie puede controlar los sufrimientos de la existencia material, pero por medio del cultivo espiritual, uno puede elevarse sobre los efectos de tal vida miserable. Como ejemplo puede citarse la condición de un coco seco. La pulpa del coco seco, automáticamente se separa de su cáscara externa. En forma similar, la cáscara externa, o sea la cubierta material burda y sutil del alma se separa automáticamente del alma espiritual que puede entonces vivir una existencia espiritual, si bien aparentemente aun está dentro de la cáscara seca. A esta independencia del falso sentimiento del ego se le llama liberación del alma.