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Text 5

nadyaḥ samudrā girayaḥ
savanaspati-vīrudhaḥ
phalanty oṣadhayaḥ sarvāḥ
kāmam anvṛtu tasya vai

nadyaḥ—ríos; samudrāḥ—océanos; girayaḥ—colinas y montañas; savanaspati—vegetales; vīrudhaḥ—enredaderas; phalanti—activas; oṣadhayaḥ—drogas; sarvāḥ—todos; kāmam—cosas necesarias; anvṛtu—de la estación; tasya—para el rey; vai—ciertamente.

Los ríos, los océanos, las colinas, las montañas, los bosques, las enredaderas y las drogas activas, en cada estación le pagaban al rey pródigamente su cuota de impuestos.

SIGNIFICADO: Puesto que Mahārāja Yudhiṣṭhira se hallaba bajo la protección del ajita, el infalible Señor, tal como se mencionó anteriormente, todas las pertenencias del Señor, es decir, los ríos, los océanos, las colinas, los bosques, etc., estaban complacidas y solían entregarle al rey sus respectivas cuotas de impuestos. Refugiarse bajo la protección del Señor Supremo es el secreto del éxito. Sin Su sanción, nada es posible. El desarrollo económico mediante nuestros propios esfuerzos y a base de herramientas y maquinaria, no lo es todo. Debe haber la sanción del Señor Supremo, pues, de lo contrario y pese a toda la organización instrumental, todo será un fracaso. La causa última del éxito es daiva, el Supremo. Reyes tales como Mahārāja Yudhiṣṭhira sabían perfectamente bien que el rey es el agente del Señor Supremo que se encarga de velar por el bienestar de las masas. De hecho, el Estado le pertenece al Señor Supremo. Los ríos, los océanos, los bosques, las colinas, las drogas, etc., no son creaciones del hombre. Todo ello es creación del Señor Supremo, y al ser viviente se le permite hacer uso de las pertenencias del Señor, para el servicio del Señor. El lema de hoy en día es que todo es para el pueblo, y, en consecuencia, el gobierno es del pueblo y para el pueblo. Pero para producir en los actuales momentos una humanidad de una nueva especie, sobre la base de una conciencia de Dios y la perfección de la vida humana —que es la ideología del comunismo divino—, el mundo tiene que seguir de nuevo los pasos de reyes tales como Mahārāja Yudhiṣṭhira o Parīkṣit. Por la voluntad del Señor hay suficiente de todo, y podemos hacer buen uso de las cosas para vivir cómodamente, sin enemistad entre los hombres, ni entre el hombre y el animal, ni entre el hombre y la naturaleza. El control del Señor se halla por doquier, y si el Señor está complacido, cada parte de la naturaleza también lo estará. El río fluirá profusamente para fertilizar la tierra; los océanos suministrarán suficientes cantidades de minerales, perlas y joyas; el bosque proveerá de suficiente madera, drogas y vegetales; y los cambios de estaciones ayudarán de un modo eficaz a producir frutas y flores en grandes cantidades. El modo de vida artificial, dependiendo de fábricas y herramientas, puede brindarle supuesta felicidad únicamente a un número limitado de personas, a costa de millones de otras. Debido a que la energía de las masas se ocupa en la producción fabril, la producción natural está siendo coartada, y por ello las masas están infelices. Como no se las educa debidamente, las masas están siguiendo los pasos de los intereses creados y explotando las reservas naturales, y, por lo tanto, existe una intensa competencia entre un individuo y otro, y entre una nación y otra. Nada se encuentra bajo el control del agente preparado del Señor. Haciendo aquí una comparación, debemos examinar los defectos de la civilización moderna, y seguir los pasos de Mahārāja Yudhiṣṭhira para purificar al hombre y acabar con los anacronismos.

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