Text 33
yadyapy asau pārśva-gato raho-gatas
tathāpi tasyāṅghri-yugaṁ navaṁ navam
pade pade kā virameta tat-padāc
calāpi yac chrīr na jahāti karhicit
yadi—aunque; api—ciertamente; asau—Él (el Señor Śrī Kṛṣṇa); pārśva-gataḥ—justo al lado; rahaḥ-gataḥ—exclusivamente solo; tathāpi—aun así; tasya—Su; aṅghri-yugam—los pies del Señor; navam navam—cada vez más nuevos; pade—paso; pade—en cada paso; kā—quien; virameta—puede estar desapegada; tat-padāt—de Sus pies; calāpi—moviéndose; yat—a quien; śrīḥ—la diosa de la fortuna; na—nunca; jahāti—abandona; karhicit—en ningún momento.
Si bien el Señor Śrī Kṛṣṇa estaba constantemente a su lado, así como también exclusivamente a solas con ellas, los pies de Él les parecían cada vez más nuevos. La diosa de la fortuna, aunque siempre inquieta y en movimiento por naturaleza, no pudo abandonar los pies del Señor. ¿Qué mujer puede, entonces, desapegarse de esos pies, una vez que se ha refugiado en ellos?
SIGNIFICADO: Los seres vivientes condicionados siempre están buscando el favor de la diosa de la fortuna, aunque, por naturaleza, ella se está moviendo de un lugar a otro. En el mundo material nadie es afortunado permanentemente, por muy astuto que sea. Ha habido muchísimos imperios grandes en diferentes lugares del mundo, ha habido muchísimos reyes poderosos por todas partes del mundo, y ha habido muchísimos hombres afortunados, pero todos ellos han sido liquidados gradualmente. Esa es la ley de la naturaleza material. Sin embargo, en el ámbito espiritual es diferente. De acuerdo con la Brahma-saṁhitā, al Señor lo sirven muy respetuosamente cientos y miles de diosas de la fortuna. Además, ellas siempre están con Él en un lugar solitario. Pero, aun así, la compañía del Señor es cada vez tan novedosa e inspiradora, que ellas no pueden abandonarlo ni por un momento, pese a que son muy inquietas por naturaleza y se andan moviendo de un lado a otro. La relación espiritual con el Señor es tan vivificante e ingeniosa, que nadie puede dejar la compañía del Señor una vez que se ha refugiado en Él.
Los seres vivientes son, por constitución, de naturaleza femenina. El varón o disfrutador es el Señor, y todas las manifestaciones de Sus diferentes potencias son femeninas por naturaleza. En el Bhagavad-gītā, a los seres vivientes se les designa como parā prakṛti, o la potencia superior. Los elementos materiales son aparā prakṛti, o potencia inferior. Dichas potencias siempre se emplean para la satisfacción del empleador, o el disfrutador. El propio Señor es el disfrutador supremo, como se declara en el Bhagavad-gītā (5.29). Por lo tanto, cuando las potencias se ocupan directamente en el servicio del Señor, reviven sus cualidades naturales, y de ese modo no hay disparidad en la relación del potente y la potencia.
Por lo general, la gente que se dedica a servir está buscando siempre algún puesto en el gobierno o con el supremo disfrutador del Estado. Puesto que el Señor es el disfrutador supremo de todo, dentro o fuera del universo, estar empleado por Él constituye la felicidad. Una vez que se está dedicado al servicio gubernamental supremo —el servicio del Señor—, ningún ser viviente desea ser revelado de la ocupación. La perfección máxima de la vida humana consiste en buscar algún empleo en el servicio supremo, en el servicio del Señor. Eso lo volverá a uno sumamente feliz. No es necesario buscar a la inquieta diosa de la fortuna sin la relación con el Señor.