Text 38
etad īśanam īśasya
prakṛti-stho ’pi tad-guṇaiḥ
na yujyate sadātma-sthair
yathā buddhis tad-āśrayā
etat—esa; īśanam—divinidad; īśasya—de la Personalidad de Dios; prakṛti-sthaḥ—estando en contacto con la naturaleza material; api—a pesar de; tat-guṇaiḥ—por las cualidades; na—nunca; yujyate—es afectado; sadā ātma-sthaiḥ—por aquellos que están situados en la eternidad; yathā—como es; buddhiḥ—inteligencia; tat—el Señor; āśrayā—aquellos que están bajo el refugio de.
He aquí la divinidad de la Personalidad de Dios: a Él no lo afectan las cualidades de la naturaleza material, aun a pesar de que está en contacto con ellas. De igual manera, las cualidades materiales no llegan a influenciar a los devotos que se han refugiado en el Señor.
SIGNIFICADO: En los Vedas y en las Escrituras védicas (śruti y smṛti) se afirma que en la Divinidad no hay nada material. Él es trascendental (nirguṇa) únicamente, el conocedor supremo. Hari, o la Personalidad de Dios, es la persona suprema y trascendental que está situada más allá del alcance del afecto material. Esas declaraciones las confirma incluso Ācārya Śaṅkara. Uno podría argüir que quizás Su relación con las diosas de la fortuna sea trascendental, pero ¿qué puede decirse de Su relación con la dinastía Yadu, que es la familia en la que nació, o Su acción de matar a los no creyentes, tales como Jarāsandha y otros asuras que se hallaban directamente en contacto con las modalidades de la naturaleza material? La respuesta a esto es que la divinidad de la Personalidad de Dios nunca se pone en contacto con las cualidades de la naturaleza material, bajo ninguna circunstancia. En realidad, Él está en contacto con esas cualidades debido a que es la fuente última de todo y, sin embargo, se encuentra por encima de las acciones de ellas. Por consiguiente, a Él se le conoce como Yogeśvara, el amo del poder místico, o, en otras palabras, el todopoderoso. La influencia de las modalidades materiales no afectan ni siquiera a Sus eruditos devotos. Los eminentes Seis Gosvāmīs de Vṛndāvana provenían todos de familias muy ricas y aristocráticas, y cuando adoptaron en Vṛndāvana la vida de mendicantes, superficialmente parecían estar en condiciones de vida paupérrimas, pero de hecho eran los más ricos de todos en valores espirituales. Mahā-bhāgavatas de esa índole, o devotos del más alto grado, aunque se muevan entre los hombres, no se contaminan con el honor ni el insulto, el hambre ni la satisfacción, el sueño ni la vigilia, que son todo acciones resultantes de las tres modalidades de la naturaleza material. Así mismo, algunos de ellos están dedicados a la ejecución de transacciones mundanas, más, sin embargo, eso no los afecta. A menos que se posean estas neutralidades en la vida, no se puede considerar que uno esté situado en la trascendencia. La Divinidad y Sus asociados están en el mismo plano trascendental, y a sus glorias siempre las santifica la acción de yogamāyā, o la potencia interna del Señor. Los devotos del Señor siempre son trascendentales, incluso si a veces se observa que han decaído en su comportamiento. El Señor declara enfáticamente en el Bhagavad-gītā (9.30) que, incluso si se observa que un devoto puro ha caído a causa de la contaminación material anterior, no obstante se le debe considerar totalmente trascendental, por el hecho de estar dedicado en un cien por ciento al servicio devocional del Señor. El Señor lo protege siempre en virtud de que le presta servicio a Él, y las condiciones caídas deben considerarse accidentales y temporales. Ellas desaparecerán en muy poco tiempo.