Text 9
yarhy ambujākṣāpasasāra bho bhavān
kurūn madhūn vātha suhṛd-didṛkṣayā
tatrābda-koṭi-pratimaḥ kṣaṇo bhaved
raviṁ vinākṣṇor iva nas tavācyuta
yarhi—cuando quiera que; ambuja-akṣa—¡oh, Tú, el de los ojos de loto!; apasasāra—Te vas; bho—¡oh!; bhavān—Tú mismo; kurūn—los descendientes del rey Kuru; madhūn—los habitantes de Mathurā (Vrajabhūmi); vā—cualquiera de ellos; atha—por lo tanto; suhṛt-didṛkṣayā—para reunirse con ellos; tatra—en ese momento; abda-koṭi—millones de años; pratimaḥ—como; kṣaṇaḥ—momentos; bhavet—se vuelve; ravim—el sol; vinā—sin; akṣṇoḥ—de los ojos; iva—como eso; naḥ—nuestros; tava—Tus; acyuta—¡oh, Tú, el infalible!
¡Oh, Señor de los ojos de loto!, cuando quiera que te vas a Mathurā, Vṛndāvana o Hastināpura a reunirte con Tus amigos y parientes, cada instante de Tu ausencia parece ser un millón de años. ¡Oh, Tú, el infalible!, en esos momentos nuestros ojos se vuelven inútiles, como si estuvieran privados del sol.
SIGNIFICADO: Todos estamos orgullosos de nuestros sentidos materiales, y confiamos en ellos para hacer experimentos con el fin de determinar la existencia de Dios. Pero nos olvidamos de que nuestros sentidos no son absolutos por sí mismos. Ellos solo pueden actuar bajo ciertas condiciones. Tomemos por ejemplo los ojos: mientras haya luz del sol, los ojos son útiles hasta cierto punto. Mas, en ausencia de la luz del sol, los ojos son inútiles. El Señor Śrī Kṛṣṇa, siendo el Señor primordial, la Verdad Absoluta, se dice que se asemeja al sol. Sin Él, todo nuestro conocimiento es, o bien falso, o parcial. Lo opuesto al sol es la oscuridad, e, igualmente, lo opuesto a Kṛṣṇa es māyā, o la ilusión. Los devotos del Señor pueden ver todo en la verdadera perspectiva, debido a la luz que el Señor Kṛṣṇa disemina. Por la gracia del Señor, el devoto puro no puede estar en la oscuridad de la ignorancia. Así pues, es necesario que siempre estemos a la vista del Señor Kṛṣṇa, de manera que podamos vernos nosotros mismos y podamos ver al Señor con Sus diferentes energías. Así como en ausencia del sol no podemos ver nada, de la misma manera tampoco podemos ver nada —ni siquiera nuestro propio ser— sin la verdadera presencia del Señor. Sin Él, la ilusión cubre todo nuestro conocimiento.