Text 30
sa eṣa loke vikhyātaḥ
parīkṣid iti yat prabhuḥ
pūrvaṁ dṛṣṭam anudhyāyan
parīkṣeta nareṣv iha
saḥ—él; eṣaḥ—en este; loke—mundo; vikhyātaḥ—famoso; parīkṣit—aquel que examina; iti—así pues; yat—que; prabhuḥ—¡oh, rey mío!; pūrvam—antes; dṛṣṭam—visto; anudhyāyan—contemplando constantemente; parīkṣeta—examinará; nareṣu—a cada hombre; iha—aquí.
Así pues, su hijo se volvería famoso en el mundo con el nombre de Parīkṣit [el examinador], porque llegaría a examinar a todos los seres humanos, en su búsqueda de aquella personalidad que vio antes de nacer. De ese modo, llegaría a contemplar al Señor constantemente.
SIGNIFICADO: Mahārāja Parīkṣit, por lo afortunado que era, obtuvo una impresión del Señor incluso en el vientre de su madre, y por eso su meditación en el Señor estaba constantemente consigo. Una vez que la impresión de la forma trascendental del Señor se fija en la mente de uno, jamás se lo puede olvidar, bajo ninguna circunstancia. Después de salir del vientre, el niño Parīkṣit tenía el hábito de examinar a todo el que se encontraba, para ver si era o no la misma personalidad que vio por primera vez en el vientre. Pero nadie podía ser igual ni más atractivo que el Señor y, debido a eso, nunca aceptó a nadie. Sin embargo, el Señor estaba constantemente con él en virtud de ese examen y, en consecuencia, Mahārāja Parīkṣit siempre se hallaba dedicado al servicio devocional del Señor, mediante el recuerdo.
Śrīla Jīva Gosvāmī señala en relación con esto que, si a cada niño se le inculca una impresión del Señor desde su misma infancia, sin duda que se volverá un gran devoto del Señor, tal como Mahārāja Parīkṣit. Puede que un niño no sea tan afortunado como Mahārāja Parīkṣit y por eso no tenga la oportunidad de ver al Señor en el vientre de su madre, pero aun así puede volverse igual de afortunado, si sus padres lo desean. Mi propia vida es un ejemplo práctico de esto. Mi padre era un devoto puro del Señor, y cuando yo tenía tan solo cuatro o cinco años de edad, me dio un par de formas de Rādhā y Kṛṣṇa. A modo de juego, yo solía adorar esas Deidades junto con mi hermana, y solía imitar las ceremonias de un templo vecino de Rādhā-Govinda. Por el hecho de visitar constantemente ese templo vecino y copiar las ceremonias al jugar con mis propias Deidades, se desarrolló en mí una atracción natural por el Señor. Mi padre solía observar en casa todas las ceremonias que eran apropiadas para mi posición. Más adelante, esas actividades se suspendieron debido a mi asociación en las escuelas y universidades, y perdí la práctica por completo. Pero en mi juventud, cuando conocí a mi maestro espiritual, Śrī Śrīmad Bhaktisiddhānta Sarasvatī Gosvāmī Mahārāja, reviví de nuevo mi antigua costumbre, y las mismas Deidades de juego se convirtieron en mis Deidades venerables, bajo la debida regulación. Esto lo seguí hasta que abandoné las relaciones familiares, y me siento complacido de que mi generoso padre me diera la primera impresión, que Su Divina Gracia transformó luego en servicio devocional regulativo. Mahārāja Prahlāda también aconsejó que desde los albores de la infancia se inculcaran dichas impresiones de una relación divina, pues, de lo contrario, uno podía perder la oportunidad que se tiene en la forma humana de vida, la cual es muy valiosa, aunque sea tan temporal como otras.