Text 48
tad idaṁ bhagavān rājann
eka ātmātmanāṁ sva-dṛk
antaro ’nantaro bhāti
paśya taṁ māyayorudhā
tat—en consecuencia; idam—esta manifestación; bhagavān—la Personalidad de Dios; rājan—¡oh, rey!; ekaḥ—aquel que no tiene igual; ātmā—la Superalma; ātmanām—mediante Sus energías; sva-dṛk—como Él cualitativamente; antaraḥ—sin; anantaraḥ—dentro y por Él Mismo; bhāti—se manifiesta así; paśya—mira; tam—solo hacia Él; māyayā—mediante las manifestaciones de diferentes energías; urudhā—parece ser muchos.
En consecuencia, ¡oh, rey!, debes recurrir únicamente al Señor Supremo, quien no tiene igual, y quien se manifiesta por medio de diferentes energías y está tanto dentro como fuera.
SIGNIFICADO: El Señor y Suprema Personalidad de Dios es sin igual, pero se manifiesta mediante diferentes energías, porque es dichoso por naturaleza. Los seres vivientes son manifestaciones de Su energía marginal, cualitativamente iguales al Señor, y hay infinidad de seres vivientes tanto dentro como fuera de las energías externa e interna del Señor. Como el mundo espiritual es una manifestación de la energía interna del Señor, los seres vivientes que se encuentran dentro de esa potencia interna son cualitativamente iguales al Señor, sin contaminación de la potencia externa. Aunque el ser viviente es cualitativamente igual que el Señor, debido a la contaminación del mundo material se manifiesta de una manera desvirtuada y, por consiguiente, experimenta en el mundo material una supuesta felicidad y aflicción. Esas experiencias son todas efímeras y no afectan al alma espiritual. La percepción que el ser viviente tiene de esa felicidad y aflicción efímeras se debe únicamente al olvido de sus cualidades, que son iguales a las del Señor. Sin embargo, existe una corriente constante, desde dentro y desde fuera, procedente del Señor, para corregir la caída condición del ser viviente. Desde dentro, Él, en la forma del Paramātmā localizado, corrige a los seres vivientes anhelantes, y desde fuera corrige mediante Sus manifestaciones: el maestro espiritual y las Escrituras reveladas. Uno debe recurrir al Señor; no hay que dejarse perturbar por las presuntas manifestaciones de felicidad o aflicción, sino que hay que tratar más bien de cooperar con el Señor en las actividades externas que tiene para la corrección de las almas caídas. Solo porque el Señor lo ordena, uno debe convertirse en maestro espiritual y cooperar con Él. No hay que volverse maestro espiritual en aras de un beneficio personal o de alguna ganancia material, ni como una vía para hacer negocios, ni como ocupación para ganarse la vida. Los maestros espirituales genuinos que recurren al Señor Supremo para cooperar con Él, son de hecho cualitativamente iguales al Señor, y los olvidadizos son únicamente un reflejo desvirtuado. Por lo tanto, Nārada le aconseja a Yudhiṣṭhira Mahārāja que no se deje perturbar por las vicisitudes de la supuesta felicidad y aflicción, y más bien recurra solo al Señor para que ejecute la misión por la cual ha descendido. Ese era su deber principal.