Text 35
yathā matsyādi-rūpāṇi
dhatte jahyād yathā naṭaḥ
bhū-bhāraḥ kṣapito yena
jahau tac ca kalevaram
yathā—tanto como; matsya-ādi—encarnación como pez, etc.; rūpāṇi—formas; dhatte—adopta eternamente; jahyāt—abandona aparentemente; yathā—tal como; naṭaḥ—mago; bhū-bhāraḥ—carga del mundo; kṣapitaḥ—aliviado; yena—mediante el cual; jahau—abandona; tat—ese; ca—también; kalevaram—cuerpo.
El Señor Supremo abandonó el cuerpo que había manifestado para disminuir la carga de la Tierra. Al igual que un mago, Él abandona un cuerpo para adoptar otros diferentes, tales como el de la encarnación pez y otros.
SIGNIFICADO: El Señor Supremo y Personalidad de Dios no es ni impersonal ni carece de forma, pero Su cuerpo no es diferente de Él y, por consiguiente, se le conoce como la personificación de la eternidad, conocimiento y bienaventuranza. En el Bṛhad-vaiṣṇava Tantra se menciona claramente que todo aquel que considere que la forma del Señor Kṛṣṇa está hecha de energía material, debe ser condenado al ostracismo por todos los medios. Y si por casualidad uno ve la cara de semejante infiel, uno tiene que limpiarse lanzándose al río con la ropa puesta. Al Señor se le describe como amṛta, o imperecedero, porque Él no tiene cuerpo material. Bajo tales circunstancias, que el Señor muera o deje Su cuerpo es como el acto de un mago. El mago muestra mediante sus trucos que es cortado en pedazos, reducido a cenizas, o que se ha quedado inconsciente por influencias hipnóticas, pero todos esos son solo espectáculos falsos. En realidad, el mago en sí no se ha quemado, ni ha sido cortado en pedazos, ni está muerto ni inconsciente en ninguna etapa de su exhibición mágica. De igual modo, el Señor tiene Sus formas eternas de una variedad ilimitada, de las cuales la encarnación pez, tal como se exhibió en este universo, también es una de ellas. Puesto que hay infinidad de universos, en alguna parte la encarnación pez debe estar manifestando Sus pasatiempos incesantes. En este verso se emplea en particular la palabra dhatte («eternamente adoptada», y no la palabra dhitvā «adoptada para la ocasión»). Lo que pasa es que el Señor no crea la encarnación pez; Él tiene esa forma eternamente, y la aparición y desaparición de esa encarnación cumple con determinados propósitos. En el Bhagavad-gītā (7.24-25), el Señor dice: «Los impersonalistas creen que no tengo forma, que carezco de ella, pero que actualmente he adoptado una forma para cumplir con un fin, y que ahora estoy manifestado. Pero esos especuladores de hecho carecen de una inteligencia aguda. Pese a que puede que sean muy entendidos en las Escrituras védicas, prácticamente ignoran Mis energías inconcebibles y Mis eternas formas de personalidad. La razón de ello es que Yo, por medio de Mi cortina mística, me reservo el poder de exponerme a los no devotos. Por lo tanto, los necios poco inteligentes no se percatan de Mi forma eterna, que nunca se acaba y que es innaciente». En el Padma Purāṇa se dice que aquellos que están envidiosos del Señor y que siempre están furiosos con Él, no son aptos para conocer la verdadera y eterna forma del Señor. En el Bhāgavatam también se dice que el Señor les pareció un rayo a los que eran luchadores. Śiśupāla, en el momento de ser matado por el Señor, no pudo verlo como Kṛṣṇa, pues estaba encandilado por el brillo del brahmajyoti. En consecuencia, la temporal manifestación como un rayo, que el Señor exhibió ante los luchadores designados por Kaṁsa, o la refulgente aparición del Señor ante Śiśupāla, fue abandonada por el Señor, pero el Señor como mago existe eternamente, y nunca es destruido bajo ninguna circunstancia. Esas formas se les muestran temporalmente solo a los asuras, y cuando esas exhibiciones se retiran, los asuras creen que el Señor ha dejado de existir, tal como la audiencia ignorante cree que el mago quedó reducido a cenizas o cortado en pedazos. La conclusión es que el Señor no tiene cuerpo material y, por consiguiente, nunca será matado ni cambiado, en virtud de Su cuerpo trascendental.