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Text 3

ājahārāśva-medhāṁs trīn
gaṅgāyāṁ bhūri-dakṣiṇān
śāradvataṁ guruṁ kṛtvā
devā yatrākṣi-gocarāḥ

ājahāra — performed; aśva-medhān — horse sacrifices; trīn — three; gaṅgāyām — the bank of the Ganges; bhūri — sufficiently; dakṣiṇān — rewards; śāradvatam — unto Kṛpācārya; gurum — spiritual master; kṛtvā — having selected; devāḥ — the demigods; yatra — wherein; akṣi — eyes; gocarāḥ — within the purview.


Mahārāja Parīkṣit, después de haber elegido a Kṛpācārya para que lo guiara como maestro espiritual, ejecutó tres sacrificios de caballo en las riberas del Ganges. Estos se realizaron con suficientes remuneraciones para los participantes. Y en esos sacrificios, hasta el hombre común podía ver a los semidioses.



SIGNIFICADO: Según este verso, parece ser que a los ciudadanos de los planetas superiores les resultaba fácil hacer viajes interplanetarios. En muchas declaraciones del Bhāgavatam hemos observado que se habla de que los semidioses del cielo solían visitar esta Tierra para asistir a los sacrificios celebrados por reyes y emperadores influyentes. Aquí también nos encontramos con que durante la época de la ceremonia del sacrificio de caballo de Mahārāja Parīkṣit, los semidioses de otros planetas podían ser vistos incluso por el hombre común, debido a la ceremonia en cuestión. Por lo general, los semidioses, al igual que el Señor, no pueden ser vistos por el hombre común. Pero así como el Señor, por Su misericordia sin causa, desciende para hacérsele visible al hombre común, así mismo los semidioses también se le hacen visible por su propia gracia. Aunque los seres celestiales no pueden ser vistos a simple vista por los habitantes de esta Tierra, se debía a la influencia de Mahārāja Parīkṣit el hecho de que los semidioses también accedieran a hacerse visibles. Los reyes solían gastar profusamente durante esos sacrificios, tal como una nube distribuye lluvias. La nube no es más que otra forma de agua, o, en otras palabras, el agua de la tierra se transforma y se convierte en nubes. De modo similar, la caridad que los reyes daban en esos sacrificios no era más que otra forma de los impuestos recaudados entre los ciudadanos. Pero, así como las lluvias caen muy profusamente y parecen caer en una cantidad mayor que la necesaria, la caridad que daban esos reyes también parece ser más que la que el ciudadano necesita. Unos ciudadanos satisfechos jamás organizarán una agitación en contra del rey, y, por ende, no había ninguna necesidad de cambiar el estado monárquico.​​​​​​​


Incluso un gran rey como Mahārāja Parīkṣit necesitaba de un maestro espiritual que lo guiara. Sin esa guía no se puede progresar en la vida espiritual. El maestro espiritual debe ser genuino, y aquel que quiera llegar a comprender el ser, debe acudir a un maestro espiritual genuino y refugiarse en él, para lograr un verdadero éxito.

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