Text 20
apratarkyād anirdeśyād
iti keṣv api niścayaḥ
atrānurūpaṁ rājarṣe
vimṛśa sva-manīṣayā
apratarkyāt—más allá de la capacidad de razonar; anirdeśyāt—más allá de la capacidad de pensar; iti—así pues; keṣu—alguien; api—también; niścayaḥ—concluido categóricamente; atra—en esto; anurūpam—cuál de ellos está en lo correcto;rāja-ṛṣe—¡oh, sabio entre los reyes!; vimṛśa—juzga por ti mismo; sva—con tu propio; manīṣayā—poder de inteligencia.
También hay algunos pensadores que creen que nadie puede determinar la causa de la aflicción por medio de la argumentación, ni conocerla mediante la imaginación, ni expresarla con palabras. ¡Oh, sabio entre los reyes!, juzga por ti mismo, reflexionando sobre todo esto con tu propia inteligencia.
SIGNIFICADO: Como se explicó antes, los vaiṣṇavistas, los devotos del Señor, sí creen que nada puede ocurrir sin la sanción del Señor Supremo. Él es el director supremo, ya que Él confirma en el Bhagavad-gītā (15.15) que, en la forma del Paramātmā omnipresente, permanece en el corazón de todos, vigila todas las acciones y es testigo de todas las actividades. Aquí se refuta el argumento del ateo que dice que uno no puede ser castigado por sus fechorías a menos que estas se demuestren ante un magistrado competente, pues nosotros aceptamos al testigo perpetuo y compañero constante del ser viviente. El ser viviente puede que haya olvidado todo lo que ha hecho en su vida pasada o presente, pero uno debe saber que, en el mismo árbol del cuerpo material, el alma individual y el Alma Suprema, esta en forma de Paramātmā, están sentadas como dos pájaros. Uno de ellos, el ser viviente, está saboreando las frutas del árbol, mientras que el Ser Supremo se encuentra ahí para ser testigo de las actividades. Por consiguiente, el aspecto Paramātmā, el Alma Suprema, es en realidad el testigo de todas las actividades del ser viviente, y solo por indicación de Él puede el ser viviente recordar u olvidar lo que puede que haya hecho en el pasado. Él es, pues, tanto el omnipresente Brahman impersonal, como el Paramātmā localizado que hay en el corazón de todo el mundo. Él es el conocedor de todo pasado, presente y futuro, y no es posible esconderle nada. Los devotos conocen esta verdad y, por consiguiente, desempeñan sus deberes con sinceridad, sin ponerse extremadamente ansiosos de recibir recompensas. Aparte de eso, uno no puede predecir las reacciones del Señor, ni mediante la especulación, ni mediante la erudición. ¿Por qué Él pone a unos en dificultades y a otros no? Él es el Supremo conocedor del conocimiento védico y, así pues, Él es el verdadero vedantista. Al mismo tiempo, Él es el compilador del Vedānta. Nadie es independiente de Él, y todo el mundo está dedicado a Su servicio de diferentes maneras. En el estado condicionado, el ser viviente presta esos servicios forzado por la naturaleza material, mientras que en el estado liberado el ser viviente es ayudado por la naturaleza espiritual en el amoroso servicio voluntario que le presta al Señor. No hay ninguna incongruencia ni embriaguez en Sus acciones. Todas están en la senda de la Verdad Absoluta. Bhīṣmadeva analizó correctamente las acciones inconcebibles del Señor. Se concluye, entonces, que los sufrimientos del representante de la religión y de la representante de la Tierra, tal como estos se encontraban ante Mahārāja Parīkṣit, se habían planeado para demostrar que Mahārāja Parīkṣit era el gobernante ideal, en virtud de que sabía bien cómo brindarles protección a las vacas (la Tierra) y a los brāhmaṇas (los principios religiosos), los dos pilares del adelanto espiritual. Todo el mundo se halla bajo el control absoluto del Señor. Cuando Él desea que alguien haga algo, está muy en lo correcto en Su acción sin tomar en consideración el caso específico. Así se puso a prueba la grandeza de Mahārāja Parīkṣit. Ahora veamos cómo él resuelve esto con su mente sagaz.