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Text 24

tapaḥ śaucaṁ dayā satyam
iti pādāḥ kṛte kṛtāḥ
adharmāṁśais trayo bhagnāḥ
smaya-saṅga-madais tava


tapaḥ—austeridad; śaucam—limpieza; dayā—misericordia; satyam—veracidad; iti—así pues; pādāḥ—patas;kṛte—en la era de Satya; kṛtāḥ—constituidas; adharma—irreligiosidad; aṁśaiḥ—por las partes; trayaḥ—tres juntas; bhagnāḥ—rotas; smaya—orgullo; saṅga—excesiva relación con mujeres; madaiḥ—embriaguez; tava—tus.


En la era de Satya [de la veracidad], tus cuatro patas estaban constituidas por los cuatro principios de austeridad, limpieza, misericordia y veracidad. Pero parece que tres de tus patas están rotas debido a la irreligión que se ha difundido por doquier en la forma de orgullo, la lujuria y la embriaguez.


SIGNIFICADO: La energía ilusoria, o la naturaleza material, puede actuar sobre los seres vivientes, en la medida en que ellos se vuelvan víctimas de la ilusoria atracción de māyā. Algunos insectos voladores son cautivados por la deslumbrante refulgencia de la luz, y por ello son víctimas del fuego. De igual modo, la energía ilusoria siempre está cautivando a las almas condicionadas para que se vuelvan víctimas del fuego de la ilusión, y las Escrituras védicas les advierten a las almas condicionadas que no se vuelvan víctimas de la ilusión, sino que se deshagan de ella. Los Vedas nos advierten que no vayamos a la oscuridad de la ignorancia, sino a la progresiva senda de la luz. El propio Señor también nos advierte que el poder ilusorio de la energía material es demasiado poderoso como para poderlo superar, pero aquel que se entrega al Señor por completo, puede hacerlo fácilmente. Pero entregarse a los pies de loto del Señor tampoco es muy fácil. Esa entrega les resulta posible a personas que poseen las cualidades de austeridad, limpieza, misericordia y veracidad. Estos cuatro principios de una civilización adelantada eran características sobresalientes de la era de Satya. En esa era, cada ser humano era prácticamente un brāhmaṇa capacitado del más alto orden, y desde el punto de vista de las órdenes sociales de la vida, todos eran paramahaṁsas, o lo máximo de la orden de renuncia. En cuanto a la situación cultural, los seres humanos no estaban sometidos en absoluto a la energía ilusoria. Esos hombres fuertes y de carácter eran lo suficientemente competentes como para apartarse de las garras de māyā. Pero gradualmente, a medida que los principios básicos de la cultura brahmínica, a saber, la austeridad, la limpieza, la misericordia y la veracidad, fueron cercenados por un desarrollo proporcional del orgullo, el apego a las mujeres y la embriaguez, la senda de la salvación o la senda de la dicha trascendental se apartó y se fue muy lejos de la sociedad humana. Con el progreso de la era de Kali, la gente se está volviendo muy orgullosa, y apegada a las mujeres y a la embriaguez. Por influencia de la era de Kali, hasta un pobre se enorgullece de un centavo que tenga, las mujeres siempre se visten de un modo excesivamente atractivo para capturar la mente de los hombres, y el hombre es adicto a beber vino, fumar, tomar té y masticar tabaco, etc. Todos estos hábitos, o supuestos adelantos de la civilización, constituyen las causas fundamentales de todas las irreligiosidades, y, por consiguiente, no es posible impedir la corrupción, el soborno y el nepotismo. El hombre no puede impedir todos estos males simplemente mediante la promulgación de estatutos y la vigilancia policial, pero puede curar la enfermedad de la mente mediante la medicina indicada, es decir, divulgando los principios de la cultura brahmínica, o los principios de la austeridad, la limpieza, la misericordia y la veracidad. La civilización moderna y el desarrollo económico están creando una nueva situación de pobreza y escasez, cuyo resultado es el chantaje en la venta de productos al consumidor. Si los líderes y hombres ricos de la sociedad emplean de un modo misericordioso el cincuenta por ciento de sus riquezas para las masas de gente desencaminada, y las educan en el proceso de la conciencia de Dios —que es el conocimiento que se presenta en el Bhāgavatam—, ciertamente que la era de Kali será vencida en su intento de atrapar a las almas condicionadas. Siempre hemos de recordar que el orgullo falso, o la excesiva estimación que uno haga de los valores que tiene en la vida, el excesivo apego a las mujeres o a relacionarse con ellas, y la bebida, las drogas y los estimulantes, van a apartar a la civilización humana de la senda de la paz, por mucho que la gente clame por la paz del mundo. La prédica de los principios delBhāgavatam hará que automáticamente todos los hombres se vuelvan austeros, limpios tanto interna como externamente, compasivos con los que sufren y veraces en el trato diario. Esa es la manera de corregir las fallas de la sociedad humana, que en los actuales momentos se exhiben de un modo muy manifiesto.

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