Text 19
māyā-javanikācchannam
ajñādhokṣajam avyayam
na lakṣyase mūḍha-dṛśā
naṭo nāṭyadharo yathā
māyā—engañadora; javanikā—cortina; ācchannam—cubierto por; ajñā—ignorante; adhokṣajam—más allá del alcance del concepto material (trascendental); avyayam—irreprochable; na—no; lakṣyase—observado; mūḍha-dṛśā—por el observador necio; naṭaḥ—artista; nāṭya-dharaḥ—vestido como un actor; yathā—como.
Estando más allá del alcance de la limitada percepción de los sentidos, Tú eres el factor eternamente irreprochable que está cubierto por la cortina de energía alucinante. Tú eres invisible para el observador necio, de la misma manera que un actor al desempeñar un papel no es reconocido.
SIGNIFICADO: En el Bhagavad-gītā, el Señor Śrī Kṛṣṇa afirma que las personas poco inteligentes lo toman equivocadamente por un hombre ordinario como nosotros, y que por ello lo menosprecian. Aquí, la reina Kuntī confirma lo mismo. Las personas poco inteligentes son aquellas que se rebelan en contra de la autoridad del Señor. Dichas personas son conocidas como asuras. Los asuras no pueden reconocer la autoridad del Señor. Cuando el propio Señor aparece entre nosotros como Rāma, Nṛsiṁha, Varāha o en Su forma original de Kṛṣṇa, realiza muchos actos maravillosos que son humanamente imposibles de realizar. Como habremos de encontrar en el Décimo Canto de esta gran obra literaria, el Señor Śrī Kṛṣṇa, incluso en los días en que aún se hallaba en el regazo de Su madre, exhibió Sus actividades humanamente imposibles de realizar. Él mató a la bruja Pūtanā, pese a que ella se untó veneno en el pecho solo para matar al Señor. El Señor chupó el pecho de ella tal como lo haría un bebé ordinario, y le chupó también su propia vida. Así mismo, Él levantó la colina Govardhana, tal como un niño levanta un hongo, y permaneció de pie continuamente durante varios días, tan solo para brindarles protección a los residentes de Vṛndāvana. Estas son algunas de las actividades sobrehumanas del Señor que se describen en Escrituras védicas autoritativas, tales como los Purāṇas, Itihāsas (historias) y Upaniṣads. Él ha dado instrucciones maravillosas en la forma del Bhagavad-gītā. Él ha exhibido facultades maravillosas como héroe, cabeza de familia, maestro y renunciante. Él es aceptado como la Suprema Personalidad de Dios por personalidades muy autoritativas, tales como Vyāsa, Devala, Asita, Nārada, Madhva, Śaṅkara, Rāmānuja, Śrī Caitanya Mahāprabhu, Jīva Gosvāmī, Viśvanātha Cakravartī, Bhaktisiddhānta Sarasvatī y todas las demás autoridades de la línea. Él mismo ha declarado otro tanto en muchos lugares de las Escrituras auténticas. Y aun así existe una clase de hombres con mentalidad demoníaca, que siempre están reacios a aceptar al Señor como la Suprema Verdad Absoluta. Esto se debe en parte a su escaso acopio de conocimiento, y en parte a su terca obstinación, que es el resultado de diversas fechorías realizadas en el pasado y en el presente. Personas de esa clase no pudieron reconocer al Señor Śrī Kṛṣṇa ni siquiera cuando Él estuvo presente ante ellos. Otra dificultad que existe es que aquellos que dependen más de sus imperfectos sentidos, no pueden llegar a comprender que Él es el Señor Supremo. Dichas personas son como el científico moderno. Ellas quieren conocer todo por medio de su conocimiento experimental. Pero no es posible conocer a la Suprema Persona mediante el imperfecto conocimiento experimental. A Él se le describe aquí como adhokṣaja, o que está más allá del alcance del conocimiento experimental. Todos nuestros sentidos son imperfectos. Nosotros decimos que lo observamos absolutamente todo, pero hemos de admitir que únicamente podemos observar las cosas bajo ciertas condiciones materiales, las cuales también están más allá de nuestro control. El Señor está más allá de la observación perceptiva de los sentidos. La reina Kuntī acepta esta deficiencia del alma condicionada, especialmente de la poco inteligente clase femenina. Para las personas poco inteligentes debe haber cosas tales como templos, mezquitas o iglesias, de modo que puedan comenzar a reconocer la autoridad del Señor y oír a las autoridades hablar de Él en esos lugares sagrados. Para los hombres poco inteligentes, ese comienzo de la vida espiritual es esencial, y únicamente los hombres necios censuran el establecimiento de dichos lugares de adoración, que se requieren para elevar el nivel de los atributos espirituales de las masas. Para las personas poco inteligentes, el postrarse ante la autoridad del Señor, como generalmente se hace en los templos, mezquitas o iglesias, es tan beneficioso, como para los devotos adelantados lo es meditar en Él mediante el servicio activo.