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Text 51

agner yathā dāru-viyoga-yogayor
adṛṣṭato ’nyan na nimittam asti
evaṁ hi jantor api durvibhāvyaḥ
śarīra-saṁyoga-viyoga-hetuḥ



agneḥ—de un incendio en el bosque; yathā—como; dāru—de madera; viyoga-yogayoḥ—tanto del que huye como del que es capturado; adṛṣṭataḥ—que la invisible providencia; anyat—alguna otra razón o accidente; na—no; nimittam—una causa; asti—hay; evam—de ese modo; hi—ciertamente; jantoḥ—del ser vivo; api—en verdad; durvibhāvyaḥ—no se puede encontrar; śarīra—del cuerpo; saṁyoga—del recibir; viyoga—o del abandonar; hetuḥ—la causa.



A veces, por alguna razón invisible, el fuego salta por encima de un pedazo de leña sin tocarlo y prende fuego en el siguiente; la causa es el destino. Del mismo modo, cuando un ser vivo recibe un determinado cuerpo y abandona otro, la única causa es el invisible destino.



SIGNIFICADO: Cuando en un pueblo se declara un incendio, a veces el fuego salta por encima de una casa sin tocarla y quema otra más lejana. Del mismo modo, en los incendios forestales, las llamas a veces saltan por encima de un árbol y queman otro que está más lejos. La razón de que esto suceda nadie la sabe. Podemos imaginar muchas explicaciones de por qué el árbol o la casa que estaban al lado del fuego quedaron intactos, mientras que otros árboles y casas más lejanos ardieron por completo, pero la verdadera razón es el destino. Esa misma razón se aplica también a la transmigración del alma. Alguien puede ser primer ministro en una vida y perro en la siguiente. La acción invisible del destino no se puede detectar mediante el conocimiento experimental práctico. Por lo tanto, la respuesta de que todo es obra de la suprema providencia debe bastar para satisfacernos.

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