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Text 22

sa eṣa jīvan khalu sampareto
varteta yo ’tyanta-nṛśaṁsitena
dehe mṛte taṁ manujāḥ śapanti
gantā tamo ’ndhaṁ tanu-mānino dhruvam


saḥ—él; eṣaḥ—esa persona celosa; jīvan—mientras vive; khalu—incluso; samparetaḥ—está muerta; varteta—continúa viviendo; yaḥ—todo el que; atyanta—mucho; nṛśaṁsitena—por realizar actividades crueles; dehe—cuando el cuerpo; mṛte—se termina; tam—a él; manujāḥ—todos los seres humanos; śapanti—condenan; gantā—él irá; tamaḥ andham—a la vida infernal; tanu-māninaḥ—de la persona anclada en el concepto corporal de la vida; dhruvam—sin lugar a dudas.


A la persona que es muy cruel, se la considera un muerto en vida, pues todos le condenan, tanto mientras vive como después de morir. Cuando muere, esa persona anclada en el concepto corporal de la vida tiene asegurado el infierno Andhatama.


SIGNIFICADO: Kaṁsa consideró que, si mataba a su hermana, todos le condenarían durante toda la vida, y, por su crueldad, descendería a la región más oscura de la vida infernal después de morir. A las personas crueles, como, por ejemplo, los carniceros, se les aconseja que ni vivan ni mueran. Mientras viven, esas personas crueles crean un condicionamiento infernal para su siguiente vida, de modo que no deben vivir; pero también se les aconseja que no mueran, pues, después de la muerte, tendrán que descender a la región más oscura del infierno. Así, tanto en un caso como en otro, están condenados. Por lo tanto, mostrándose juicioso acerca de la ciencia de la trasmigración del alma, Kaṁsa resolvió que no mataría a Devakī.


En este verso son muy significativas las palabras gantā tamo 'ndhaṁ tanu-mānino dhruvam, que requieren una explicación extensa. Śrīla Jīva Gosvāmī, en suVaiṣṇava-toṣaṇī-ṭīkā dice: tatra tanu-māninaḥ pāpina iti dehātma-buddhyaiva pāpābhiniveśo bhavati. Aquel que vive anclado en el concepto corporal de la vida, pensando: «Yo soy el cuerpo», se enreda, por la naturaleza misma de ese concepto, en una vida de actividades pecaminosas. A todo el que vive bajo la influencia de ese concepto se le considera candidato al infierno.

adānta-gobhir viśatāṁ tamisraṁ
punaḥ punaś carvita-carvaṇānām

(Bhāg. 7.5.30)


La persona que se halla bajo la influencia del concepto corporal de la vida no tiene control sobre la complacencia de los sentidos. Sin saber que el alma transmigra de un cuerpo a otro, esa persona es capaz de cometer cualquier acto pecaminoso con objeto de comer, beber, estar alegre y disfrutar una vida de complacencia de los sentidos. Puesto que hace todo lo que desea o imagina, esa persona, sujeta a las leyes de la naturaleza, sufre miserablemente una y otra vez en distintos cuerpos materiales.

yāvat kriyās tāvad idaṁ mano vai
karmātmakaṁ yena śarīra-bandhaḥ

(Bhāg. 5.5.5)


La persona que se halla bajo la influencia del concepto corporal de la vida es karmānubandha, es decir, está condicionada por el karma, y, mientras su mente esté absorta en karma, tendrá que recibir cuerpos materiales. Śarīra-bandha, el cautiverio en el cuerpo material, es fuente de miserias (kleśa-da).

na sādhu manye yata ātmano ’yam
asann api kleśada āsa dehaḥ

(Bhāg. 5.5.4)


El cuerpo, a pesar de ser temporal, siempre es causa de todo tipo de dificultades; pero, por desgracia, la civilización humana contemporánea se basa en el concepto corporal de la vida, tanu-mānī, que nos lleva a pensar: «Yo pertenezco a esta nación», «Pertenezco a este grupo», «Pertenezco a aquel otro», etc. Cada uno de nosotros tiene sus propias ideas, y cada vez nos enredamos más, individual, social, comunitaria y nacionalmente, en las complejidades de karmānubandha, las actividades pecaminosas. Para mantener el cuerpo, los hombres matan tantísimos otros cuerpos, enredándose así en karmānubandha. Por esa razón, Śrīla Jīva Gosvāmī dice que tanu-mānī, aquellos que se hallan bajo la influencia del concepto corporal de la vida, son pāpī, personas pecaminosas. El destino final de esas personas pecaminosas es la región más oscura de la vida infernal (gantā tamo 'ndham). En particular, la persona que busca mantener su cuerpo matando animales es un gran pecador y no puede entender el valor de la vida espiritual. En el Bhagavad-gītā (16.19-20), el Señor dice:

tān ahaṁ dviṣataḥ krūrān
saṁsāreṣu narādhamān
kṣipāmy ajasram aśubhān
āsurīṣv eva yoniṣu

āsurīṁ yonim āpannā
mūḍhā janmani janmani
mām aprāpyaiva kaunteya
tato yānty adhamāṁ gatim


«A aquellos que son envidiosos y malvados, que son lo más bajo entre los hombres, Yo los arrojo perpetuamente al océano de la existencia material, en diversas especies de vida demoníaca. Naciendo repetidamente en las especies de vida demoníaca, ¡oh, hijo de Kuntī!, esas personas nunca pueden acercarse a Mí. Poco a poco se van hundiendo en las formas de existencia más abominables». La misión del ser humano es entender el valor de la vida humana, precioso don que solo después de muchísimos nacimientos llega a obtenerse. Por consiguiente, debemos liberarnos de tanu-mānī, el concepto corporal de la vida, y comprender a la Suprema Personalidad de Dios.

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