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Text 39

ajuṣṭa-grāmya-viṣayāv
anapatyau ca dam-patī
na vavrāthe ’pavargaṁ me
mohitau deva-māyayā


ajuṣṭa-grāmya-viṣayāu—para tener relaciones sexuales y engendrar un hijo como Yo; anapatyau—porque no tenían hijos; ca—también; dam-patī—ambos, marido y mujer; na—nunca; vavrāthe—pidieron (ninguna otra bendición); apavagam—liberación de este mundo; me—de Mí; mohitau—sentir tanta atracción;deva-māyayā—con amor trascendental por Mí (deseando que fuese su querido hijo).


Como marido y mujer que nunca habían tenido hijos, se sintieron atraídos por deseos sexuales, pues, por la influencia de devamāyā, el amor trascendental, querían tenerme a Mí por hijo. Por esa razón, nunca desearon liberarse del mundo material.


SIGNIFICADO: Vasudeva y Devakī habían sido dam-patī, marido y mujer, desde la época de Sutapā y Pṛśni, y querían permanecer así para tener como hijo a la Suprema Personalidad de Dios. Ese apego se debía a la influencia de devamāyā. Amar a Kṛṣṇa como hijo es un principio védico. Vasudeva y Devakī nunca abrigaron otro deseo que tener al Señor como hijo, y, si aparentemente desearon vivir como gṛhasthas corrientes entregados a la vida sexual, fue solo con ese objetivo. Aunque el suyo fue un intercambio de potencia espiritual, su deseo se parece al apego por la vida sexual que se da entre los cónyuges. Quien desee ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios, debe abandonar esos deseos; pero eso solo es posible cuando se ha adquirido un intenso amor por la Suprema Personalidad de Dios. Śrī Caitanya Mahāprabhu dice:

niṣkiñcanasya bhagavad-bhajanonmukhasya
pāraṁ paraṁ jigamiṣor bhava-sāgarasya

(Cc. Madhya 11.8)


Quien desee ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios, debe ser niṣkiñcana, es decir, estar libre de todo deseo material. Por lo tanto, en lugar de desear que el Señor venga a este mundo para ser nuestro hijo, debemos desear liberarnos de todos los deseos materiales (anyābhilāṣitā-śūnyam) e ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios. Śrī Caitanya Mahāprabhu, en Su Śikṣāṣṭaka, nos enseña:​​​​​​​

na dhanaṁ na janaṁ na sundarīṁ
kavitāṁ vā jagad-īśa kāmaye
mama janmani janmanīśvare
bhavatād bhaktir ahaitukī tvayi


«¡Oh, Señor todopoderoso!, no tengo ningún deseo de acumular riquezas, ni deseo bellas mujeres, ni quiero tener seguidor alguno. Lo único que quiero es Tu servicio devocional sin causa vida tras vida». Nunca debemos pedir al Señor que nos satisfaga deseos con matices materiales.

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