Text 19
bhuvi bhaumāni bhūtāni
yathā yānty apayānti ca
nāyam ātmā tathaiteṣu
viparyeti yathaiva bhūḥ
bhuvi—en la superficie del mundo; bhaumāni—los recipientes y otros productos materiales hechos de tierra; bhūtāni—que son producidos; yathā—como; yānti—aparecen (con una forma); apayānti—y desaparecen (rotos o mezclados con la tierra); ca—y; na—no; ayam ātmā—el alma, la identidad espiritual; tathā—del mismo modo; eteṣu—entre todos estos (productos de elementos materiales); viparyeti—se cambia o rompe; yathā—como; eva—ciertamente; bhūḥ—la tierra.
En este mundo podemos ver que los recipientes, muñecos y otros productos de barro aparecen, se rompen y desaparecen, fundiéndose con la tierra. Del mismo modo, los cuerpos de todas las entidades vivientes condicionadas también son aniquilados, pero las entidades vivientes, como la tierra misma, son inmutables y nunca son destruidas [na hanyate hanyamāne śarīre].
SIGNIFICADO: Aunque se le considera un demonio, Kaṁsa poseía un buen conocimiento de todo lo relacionado con la verdad del ser, ātma-tattva. Hace cinco mil años había reyes como Kaṁsa, quien, pese a ser considerado un asura, era mejor que los políticos y diplomáticos contemporáneros, que carecen de conocimiento sobre ātma-tattva. Como se afirma en los Vedas: asaṅgo hy ayaṁ puruṣaḥ: El alma espiritual no tiene ninguna relación con los cambios del cuerpo material. El cuerpo pasa por seis cambios —nacimiento, crecimiento, sostenimiento, subproductos, decaimiento y, por último, destrucción—, pero el alma no tiene que pasar por esas fases. La fuente original de los elementos del cuerpo no cambia ni siquiera después de la aniquilación de una determinada forma corporal. La entidad viviente disfruta del cuerpo material, que aparece y desaparece, pero los cinco elementos —la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter— siguen siendo los mismos. El ejemplo que se da en este verso es que las vasijas y los muñecos de barro proceden de la tierra, y, cuando se rompen o se destruyen, vuelven a mezclarse con sus componentes originales. En todo caso, la fuente no cambia.
Como ya hemos comentado, el cuerpo se hace en función de los deseos del alma. El deseo del alma forma el cuerpo. Por eso en el Bhagavad-gītā (18.61) Kṛṣṇa dice:
īśvaraḥ sarva-bhūtānāṁ
hṛd-deśe ’rjuna tiṣṭhati
bhrāmayan sarva-bhūtāni
yantrārūḍhāni māyayā
«El Señor Supremo Se encuentra en el corazón de todos, ¡oh, Arjuna!, y dirige los movimientos de todas las entidades vivientes, que están sentadas como en una máquina hecha de energía material». La identidad espiritual original de la Superalma, Paramātmā, y del alma individual, no cambia. El ātmā no tiene que pasar por el nacimiento o la muerte, ni cambia como el cuerpo. Un aforismo védico dice: asaṅgo hy ayaṁ puruṣaḥ: El alma, pese a estar condicionada en el mundo material, no tiene ninguna relación con los cambios del cuerpo material.