Text 11
kṛtāgasaṁ taṁ prarudantam akṣiṇī
kaṣantam añjan-maṣiṇī sva-pāṇinā
udvīkṣamāṇaṁ bhaya-vihvalekṣaṇaṁ
haste gṛhītvā bhiṣayanty avāgurat
kṛta-āgasam—que había cometido una insolencia; tam—a Kṛṣṇa; prarudantam—con actitud llorosa; akṣiṇī—Sus ojos; kaṣantam—frotándose;añjat-maṣiṇī—el cosmético negro de cuyos ojos se extendía, mezclado con las lágrimas, por toda Su cara; sva-pāṇinā—con Su propia mano;udvīkṣamāṇam—a quien madre Yaśodā veía en aquella actitud; bhaya-vihvala-īkṣaṇam—en cuyos ojos se reflejaba el sufrimiento debido al temor que sentía por Su madre; haste—de la mano; gṛhītvā—tomando; bhiṣayantī—madre Yaśodā Le amenazaba; avāgurat—y de ese modo Le reprendió con mucha suavidad.
Viéndose atrapado por madre Yaśodā, Kṛṣṇa sintió muchísimo temor y reconoció la insolencia cometida. Ella, al mirarle, vio que estaba llorando y que, al frotarse los ojos con las manos, el cosmético negro que realzaba Sus ojos se mezclaba con las lágrimas y se extendía por toda Su cara. Madre Yaśodā, tomando a su hermoso hijo de la mano, Le dio una suave reprimenda.
SIGNIFICADO: Estos tratos entre madre Yaśodā y Kṛṣṇa nos permiten entender la excelsa posición del devoto puro ocupado en el servicio amoroso del Señor. Los yogīs, jñānīs, karmīs y vedantistas no pueden siquiera acercarse a Kṛṣṇa; tienen que permanecer lejísimos de Él y tratar de entrar en la refulgencia de Su cuerpo, aunque ni siquiera eso pueden conseguir. Los grandes semidioses, como el Señor Brahmā y el Señor Śiva, adoran constantemente al Señor meditando y sirviéndole. Hasta el muy poderoso Yamarāja teme a Kṛṣṇa. Por esa razón, como vemos en la historia de Ajāmila, Yamarāja ordenó a sus seguidores que no osasen siquiera acercarse a los devotos, qué decir de apresarles. En otras palabras, Yamarāja también tiene miedo de Kṛṣṇa y de los devotos de Kṛṣṇa. Sin embargo, ese mismo Kṛṣṇa dependió de madre Yaśodā hasta tal punto que bastó con que ella Le mostrase el palo que llevaba en la mano para que Kṛṣṇa admitiese Su insolencia y Se pusiese a llorar como un niño cualquiera. Madre Yaśodā, por supuesto, no quería ser muy severa con su querido hijo, de modo que enseguida tiró el palo y se limitó a reñir a Kṛṣṇa diciendo: «Ahora Te voy a atar para que no sigas con Tus diabluras. Y por el momento, no podrás jugar con Tus amiguitos». Esto nos muestra la posición del devoto puro en comparación con otros, como los jñānīs, los yogīs y los seguidores de las ceremonias rituales védicas, en lo que se refiere a la naturaleza trascendental de la Verdad Absoluta.