Text 33
etad bhagavato rūpaṁ
sthūlaṁ te vyāhṛtaṁ mayā
mahy-ādibhiś cāvaraṇair
aṣṭabhir bahir āvṛtam
etat—todos estos; bhagavataḥ—de la Personalidad de Dios; rūpam—forma; sthūlam—tosco; te—a ti; vyāhṛtam—explicada; mayā—por mí; mahī—los planetas; ādibhiḥ—y así sucesivamente; ca—ilimitadamente; avaraṇaiḥ—mediante coberturas; aṣṭabhiḥ—mediante ocho; bahiḥ—externas; āvṛtam—cubierta.
Así pues, con todo eso, el aspecto externo de la Personalidad de Dios es cubierto por formas toscas tales como las de los planetas, los cuales te fueron explicados a ti por mí.
SIGNIFICADO: Como se explica en el Bhagavad-gītā (7.4), la energía material separada de la Personalidad de Dios está cubierta por ocho clases de coberturas materiales: tierra, agua, fuego, aire, cielo, mente, inteligencia y ego falso. Todas ellas son emanaciones de la Personalidad de Dios en la forma de Su energía externa. Esas coberturas son como la cobertura de nubes para el Sol. La nube es una creación del Sol, más, sin embargo, cubre de hecho los ojos de un modo tal, que uno no puede ver el Sol. El Sol no puede ser cubierto por las nubes. La nube puede a lo sumo extenderse en el cielo por unos cuantos cientos de kilómetros, pero el Sol es mucho más grande que millones de kilómetros. Así que, una cobertura de cien kilómetros no es capaz de cubrir millones de kilómetros. Por consiguiente, una de las diversas energías de la Suprema Personalidad de Dios no puede, desde luego, cubrir al Señor. Mas, esas coberturas son creadas por Él, para cubrir los ojos de las almas condicionadas que quieren enseñorearse de la naturaleza material. En efecto, las almas condicionadas están cubiertas por la creativa e ilusoria nube de materia, y el Señor se reserva el derecho de ser expuesto ante los ojos de ellas. Por lo tanto, debido a que ellas carecen de ojos con visión trascendental, y debido a que no pueden ver a la Personalidad de Dios, ellas niegan la existencia del Señor y la forma trascendental del Señor. Esos hombres que poseen un escaso acopio de conocimiento, aceptan la cobertura del gigantesco aspecto material, y en el siguiente verso se explica cómo ocurre eso.