Text 21
yad-aṅghry-abhidhyāna-samādhi-dhautayā
dhiyānupaśyanti hi tattvam ātmanaḥ
vadanti caitat kavayo yathā-rucaṁ
sa me mukundo bhagavān prasīdatām
yat-aṅghri—cuyos pies de loto; abhidhyāna—pensando en, a cada segundo; samādhi—trance; dhautayā—siendo limpiado; dhiyā—mediante esa inteligencia limpia; anupaśyanti—ve por el hecho de seguir a las autoridades; hi—ciertamente; tattvam—la Verdad Absoluta; ātmanaḥ—del Señor Supremo y de uno; vadanti—dicen ellos; ca—también; etat—esto; kavayaḥ—filósofos o eruditos entendidos; yathā-rucam—como él piensa; saḥ—Él; me—mío; mukundaḥ—el Señor Kṛṣṇa (quien da la liberación); bhagavān—la Personalidad de Dios; prasīdatām—se complazca conmigo.
La Personalidad de Dios Śrī Kṛṣṇa es quien da la liberación. Por el hecho de pensar en Sus pies de loto a cada segundo, siguiendo los pasos de las autoridades, el devoto en estado de trance puede ver a la Verdad Absoluta. Sin embargo, los eruditos especuladores mentales piensan en Él como se les antoja. Que el Señor se complazca conmigo.
SIGNIFICADO: Los yogīs místicos, después de hacer un esfuerzo tenaz para controlar los sentidos, puede que se sitúen en un trance de yoga, tan solo para poder ver a la Superalma que se encuentra dentro de todo el mundo; pero el devoto puro, por el simple hecho de recordar los pies de loto del Señor a cada segundo, puede establecerse de inmediato en el verdadero trance, porque mediante ese estado de comprensión, la mente y la inteligencia se le limpian por completo de las enfermedades del disfrute material. El devoto puro considera que está caído en el océano del nacimiento y la muerte, y le ruega incesantemente al Señor que lo saque de ahí. Él tan solo ambiciona convertirse en una partícula de polvo trascendental que se encuentre a los pies de loto del Señor. Por la gracia del Señor, el devoto puro pierde por completo toda la atracción que pudiera tener hacia el disfrute material, y para mantenerse libre de la contaminación, siempre piensa en los pies de loto del Señor. El rey Kulaśekhara, un gran devoto del Señor, oró:
kṛṣṇa tvadīya-pada-paṅkaja-pañjarāntam
adyaiva me viśatu mānasa-rāja-haṁsaḥ
prāṇa-prayāṇa-samaye kapha-vāta-pittaiḥ
kaṇṭhāvarodhana-vidhau smaraṇaṁ kutas te
«Mi querido Señor Kṛṣṇa, ruego que el cisne de mi mente se sumerja de inmediato hasta los tallos de los pies de loto de Tu Señoría, y se trabe en sus redes; de lo contrario, a la hora de mi último suspiro, cuando tenga la garganta obstruida por la tos, ¿cómo voy a poder pensar en Ti?».
Entre el cisne y el tallo del loto existe una relación íntima. De modo que, la comparación es muy idónea: si uno no se vuelve un cisne, o paramahaṁsa, no puede entrar en las redes de los pies de loto del Señor. Como se declara en la Brahma-saṁhitā, los especuladores mentales no pueden ni soñar acerca de la Verdad Absoluta especulando acerca de ella por toda la eternidad, ni siquiera a fuerza de una consumada erudición. El Señor se reserva el derecho de exponerse a esos especuladores mentales. Y como ellos no pueden entrar en las redes que forman los tallos de los pies de loto del Señor, todas sus conclusiones difieren entre sí, y al final hacen una componenda inútil, diciendo que «cada conclusión es un camino» conforme a la inclinación que uno tenga (yathā-rucam). Pero el Señor no es como el vendedor de una tienda, que trata de complacer a toda clase de clientes en el mercado de los especuladores mentales. El Señor es lo que es, la Absoluta Personalidad de Dios, y Él exige una absoluta entrega únicamente a Él. No obstante, el devoto puro, por seguir los caminos de los ācāryas, o autoridades, anteriores, puede ver al Señor Supremo a través del medio transparente que es un maestro espiritual genuino (anupaśyānti). El devoto puro nunca trata de ver al Señor mediante la especulación mental, sino mediante el proceso de seguir los pasos de los ācāryas (mahājano yena gataḥ sa panthāḥ). Por consiguiente, no existe diferencia entre las conclusiones de los ācāryas vaiṣṇavas respecto al Señor y los devotos. El Señor Caitanya afirma que la entidad viviente (jīva) es eternamente la servidora del Señor, y que es idéntica al Señor y, simultáneamente, diferente de Él. Este tattva del Señor Caitanya lo comparten las cuatro sampradāyas de la escuela vaiṣṇava (todas las cuales aceptan la servidumbre eterna que se tiene con el Señor incluso después de la salvación), y no hay ningún ācārya vaiṣṇava autorizado que crea que el Señor y él son uno.
Esta humildad del devoto puro, quien se dedica en un cien por ciento al servicio de Él, pone al devoto del Señor en un trance mediante el cual puede comprender todo perfectamente, porque al devoto sincero del Señor, el Señor se le revela, tal como se declara en el Bhagavad-gītā (10.10). El Señor, siendo el Señor de la inteligencia que hay en todos (incluso en el no devoto), favorece a Su devoto con la debida inteligencia, de manera que el devoto puro se ilumine automáticamente con la verdad real acerca del Señor y Sus diferentes energías. El Señor no se revela mediante la capacidad especulativa de uno, ni mediante los juegos de palabras que hagamos acerca de la Verdad Absoluta; Él se le revela a un devoto cuando se siente plenamente satisfecho con la actitud de servicio que este último tenga. Śukadeva Gosvāmī no es un especulador mental, ni una persona acomodaticia que transige con la teoría de «cada conclusión es un camino». Más bien, él le ora al Señor únicamente, invocando Su placer trascendental. Esa es la manera de conocer al Señor.