Text 48
sadhryaṅ niyamya yatayo yama-karta-hetiṁ
jahyuḥ svarāḍ iva nipāna-khanitram indraḥ
sadhryak—especulación mental artificial o meditación; niyamya—controlar; yatayaḥ—los místicos; yama-karta-hetim—el proceso del cultivo espiritual; jahyuḥ—se abandonan; svarāṭ—plenamente independiente; iva—así como; nipāna—pozo; khanitram—la molestia de excavar; indraḥ—el semidiós regente que suministra las lluvias.
En un estado trascendental así, no hay necesidad de control artificial de la mente, especulación mental ni meditación, tal como lo realizan los jñānīs y los yogīs. Uno abandona esos procesos, así como el rey celestial, Indra, se abstiene de tomarse la molestia de excavar un pozo.
SIGNIFICADO: Un hombre pobre que necesita agua, excava un pozo y soporta la molestia de la excavación. En forma similar, aquellos que son pobres en cuanto a comprensión trascendental, especulan con la mente o meditan mediante el control de los sentidos. Pero ellos no saben que ese control de los sentidos y ese logro de perfección espiritual se pueden lograr simultáneamente, tan pronto como uno se dedica de hecho al trascendental servicio amoroso de la Persona Suprema, la Personalidad de Dios. Es por esa razón que las grandes almas liberadas también desean asociarse para oír y cantar las actividades del Señor. El ejemplo de Indra es muy apropiado en relación con esto. El rey Indra del cielo es la deidad regente o semidiós que organiza las nubes y el suministro de lluvias en el universo, y, como tal, no tiene que tomarse la molestia de excavar un pozo para obtener el suministro de su agua personal. Para él, excavar un pozo para el suministro de agua es completamente ridículo. En forma similar, aquellos que están de hecho dedicados al amoroso servicio del Señor, han alcanzado la meta última de la vida, y ellos no tienen necesidad alguna de especulación mental para averiguar la verdadera naturaleza de Dios o de Sus actividades. Ni tampoco esos devotos tienen que meditar en la identidad real o en una identidad imaginaria del Señor. Los devotos puros del Señor, debido a que están de hecho dedicados al trascendental servicio amoroso de Él, ya han obtenido los resultados de la especulación mental y la meditación. Por lo tanto, la verdadera perfección de la vida consiste en dedicarse al trascendental servicio amoroso del Señor.