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Text 3

yarhi vāva mahimni sve
parasmin kāla-māyayoḥ
rameta gata-sammohas
tyaktvodāste tadobhayam

yarhi—en cualquier momento; vāva—ciertamente; mahimni—en la gloria; sve—de sí mismo; parasmin—en el Supremo; kāla—tiempo; māyayoḥ—de la energía material; rameta—disfruta; gata-sammohaḥ—liberándose de la errónea concepción; tyaktvā—abandonando; udāste—plenamente; tadā—entonces; ubhayam—ambas (las erróneas concepciones de yo y mío).

Tan pronto como la entidad viviente se sitúa en su gloria constitucional y comienza a disfrutar de la trascendencia que se encuentra más allá del tiempo y de la energía material, de inmediato abandona las dos erróneas concepciones de la vida [yo y mío], y, así pues, queda manifestada por completo en forma del yo puro.

SIGNIFICADO: Las dos concepciones erróneas de la vida, es decir, «yo» y «mío», se manifiestan en verdad en dos clases de hombres. En el estado inferior, la concepción del «mío» es muy resaltante, y en el estado superior resalta la concepción errónea de «yo». En el estado animal de la vida, la errónea concepción de «mío» se percibe incluso en la categoría de los perros y los gatos, que pelean unos con otros con la misma y errada concepción de «mío». En el estado inferior de la vida humana, la misma concepción errada también resalta en la forma de «es mi cuerpo», «es mi casa», «es mi familia», «es mi casta», «es mi nación», «es mi país», etc. Y en el estado superior de conocimiento especulativo, la misma concepción errada de «mío» se transforma en «yo soy», o «yo lo soy todo», etc. Existen muchas clases de hombres que tienen la misma y errada concepción de «yo» y «mío», con diferentes colores. Pero el verdadero significado de «yo», puede experimentarse solo cuando uno posee la conciencia de que «yo soy el servidor eterno del Señor». Esa es la conciencia pura, y todas las Escrituras védicas nos enseñan esa concepción de la vida.

La errónea concepción de que «yo soy el Señor», o «yo soy el Supremo», es más peligrosa que la errónea concepción de «mío», A pesar de que algunas veces hay mandatos en las Escrituras védicas que lo llevan a uno a creer que se es uno con el Señor, eso no significa que uno se vuelve idéntico con el Señor en todo aspecto. Es indudable que existe identidad entre la entidad viviente y el Señor en muchos sentidos, pero en fin de cuentas la entidad viviente está subordinada al Señor, y está destinada constitucionalmente a satisfacer los sentidos del Señor. Por lo tanto, el Señor le pide a las almas condicionadas que se entreguen a Él. Si las entidades vivientes no estuvieran subordinadas a la voluntad suprema, ¿por qué habría de pedírseles que se entreguen? Si la entidad viviente hubiera sido igual en todos los aspectos, entonces, ¿por qué fue puesta bajo la influencia de māyā? Ya hemos discutido muchas veces que la energía material está controlada por el Señor. El Bhagavad-gītā (9.10) confirma este poder controlador que el Señor tiene sobre la naturaleza material. ¿Puede alguna entidad viviente que dice estar en el mismo nivel que el Ser Supremo, controlar la naturaleza material? El necio «yo» respondería que lo hará en el futuro. Incluso aceptando que en el futuro uno será tan buen controlador de la naturaleza material como el Ser Supremo, entonces, ¿por qué ahora uno está bajo el control de la naturaleza material? El Bhagavad-gītā dice que uno puede librarse del control de la naturaleza material si se entrega al Señor Supremo, pero si no hay entrega, entonces la entidad viviente nunca será capaz de controlar la naturaleza material. Así que uno debe también abandonar esa errónea concepción de «yo», practicando el proceso del servicio devocional, o estando firmemente situado en el estado en el que se le presta al Señor un amoroso servicio trascendental. Un hombre pobre, sin empleo ni ocupación alguna, puede que padezca muchísimos inconvenientes en la vida, pero si por casualidad el mismo hombre obtiene un buen trabajo al servicio del gobierno, de inmediato se vuelve feliz. No se gana nada con negar la supremacía del Señor, quien es el controlador de todas las energías; más bien uno debe estar situado constitucionalmente en su propia gloria, es decir, en el estado en que se posee conciencia pura de ser el servidor eterno del Señor. La entidad viviente en su vida condicionada es sirviente de la ilusoria māyā, y en su estado liberado es el puro e incondicional sirviente del Señor. La cualidad necesaria para comenzar a prestarle servicio al Señor, es la de librarse de todo tinte de las modalidades de la naturaleza material. Mientras uno sea un sirviente de invenciones mentales, no podrá estar libre por completo de la enfermedad del «yo» y «mío».

La Verdad Suprema no está contaminada por la energía ilusoria, pues es quien controla a esa energía. Las verdades relativas son susceptibles a quedar absortas en la energía ilusoria. Sin embargo, cuando uno se encara directamente con la Verdad Suprema se logra el máximo resultado, tal como cuando uno encara el sol. El sol que está arriba en el cielo, está lleno de luz, pero cuando el Sol no se encuentra en el cielo visible, todo queda a oscuras. En forma similar, cuando uno está frente al Señor Supremo, queda libre de toda ilusión, y aquel que no lo está, se encuentra en la oscuridad de la ilusoria māyā. El Bhagavad-gītā (14.26) confirma esto de la siguiente manera:

māṁ ca yo ’vyabhicāreṇa
bhakti-yogena sevate
sa guṇān samatītyaitān
brahma-bhūyāya kalpate

Así que la ciencia del bhakti-yoga, de adorar al Señor, glorificar al Señor, oír el Śrīmad-Bhāgavatam de labios de las fuentes correctas (no del profesional, sino de la persona que sea Bhāgavatam en la vida) y estar siempre en compañía de los devotos puros, debe ser adoptada con toda seriedad. Uno no debe dejarse engañar por las erróneas concepciones de «yo» y «mío». Los karmīs gustan de la concepción de «mío». Los jñānīs gustan de la concepción de «yo», y ambos grupos están incapacitados para librarse del cautiverio de la energía ilusoria. El Śrīmad-Bhāgavatam y, principalmente, el Bhagavad-gītā, tienen ambos por objeto liberar a la persona de la errónea concepción de «yo» y «mío», y Śrīla Vyāsadeva los transcribió para la liberación de las almas caídas. La entidad viviente tiene que estar situada en la posición trascendental en la que no haya más influencia del tiempo ni de la energía material. En la vida condicionada, la entidad viviente está sujeta a la influencia del tiempo en el sueño del pasado, presente y futuro. El especulador mental trata de superar la influencia del tiempo mediante especulaciones de que en el futuro se volverá Vāsudeva, o el propio Señor Supremo, gracias al cultivo del conocimiento y a la conquista del ego. Pero el proceso no es perfecto. El proceso perfecto consiste en aceptar al Señor Vāsudeva como el Supremo en todo, y la mejor perfección en lo que se refiere al cultivo del conocimiento, consiste en entregarse a Él, debido a que Él es la fuente de todo. Solo cuando se tiene esa concepción, puede uno librarse de la errónea concepción de «yo» y «mío». Tanto el Bhagavad-gītā como el Śrīmad-Bhāgavatam lo confirman. En su gran obra literaria el Śrīmad-Bhāgavatam, Śrīla Vyāsadeva específicamente les ha hecho la contribución de la ciencia de Dios y del proceso del bhakti-yoga a las entidades vivientes engañadas, y el alma condicionada debe sacar pleno provecho de esta ciencia.

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