Text 8
divyaṁ sahasrābdam amogha-darśano
jitānilātmā vijitobhayendriyaḥ
atapyata smākhila-loka-tāpanaṁ
tapas tapīyāṁs tapatāṁ samāhitaḥ
divyam—pertenecientes a los semidioses de los planetas superiores; sahasra—mil; abdam—años; amogha—inmaculado, sin vestigio alguno de impureza; darśanaḥ—aquel que tiene una visión así de la vida; jita—controló; anila—vida; ātmā—mente; vijita—controló; ubhaya—ambos; indriyaḥ—aquel que posee sentidos como esos; atapyata—ejecutó penitencia; sma—en el pasado; akhila—todo; loka—planeta; tāpanam—iluminadora; tapaḥ—penitencia; tapīyān—penitencia extremadamente severa; tapatām—de todos los ejecutores de penitencias; samāhitaḥ—situado así.
El Señor Brahmā se sometió a penitencias por mil años de los semidioses. Él oyó esa vibración trascendental que venía del cielo, y la aceptó como divina. Por ello, él controló la mente y los sentidos, y las penitencias que ejecutó fueron una gran lección para las entidades vivientes. Así pues, él es conocido como el más grande de todos los ascetas.
SIGNIFICADO: El Señor Brahmā oyó el oculto sonido tapa, pero no vio a la persona que vibró el sonido. Aun así él aceptó la instrucción como beneficiosa para él, y, por lo tanto, se dedicó a meditar durante mil años celestiales. Un año celestial es igual a 6 x 30 x 12 x 1000 de nuestros años. El hecho de que él aceptara el sonido se debía a que poseía una visión pura de la naturaleza absoluta del Señor. Y debido a su visión correcta, él no hizo distingos entre el Señor y la instrucción del Señor. No hay diferencia entre el Señor y la vibración sonora que viene de Él, a pesar de que Él no se encuentre presente personalmente. La mejor manera de entender esto consiste en aceptar esa instrucción divina, y Brahmā, el maestro espiritual original de todo el mundo, es el vivo ejemplo de ese proceso de recepción de conocimiento trascendental. La potencia del sonido trascendental nunca se minimiza debido a que el que lo vibra se encuentre aparentemente ausente. En consecuencia, al Śrīmad-Bhāgavatam o al Bhagavad-gītā, o a cualquier Escritura revelada del mundo, nunca se la debe considerar como un sonido mundano ordinario, carente de potencia trascendental.
Uno tiene que recibir de la fuente correcta el sonido trascendental, aceptarlo como una realidad, y seguir la instrucción sin vacilación alguna. El secreto del éxito consiste en recibir el sonido de la fuente correcta, un maestro espiritual genuino. El sonido fabricado mundanamente no tiene potencia alguna y, por ello, un sonido aparentemente trascendental, recibido de una persona no autorizada, tampoco tiene potencia alguna. Uno debe estar lo suficientemente capacitado como para percibir esa potencia trascendental, y si por discernimiento o por una cualidad afortunada uno puede recibir el sonido trascendental de labios del maestro espiritual genuino, su sendero de la liberación queda garantizado. Sin embargo, el discípulo debe estar dispuesto a ejecutar la orden del maestro espiritual genuino, tal como el Señor Brahmā ejecutó la instrucción de su maestro espiritual, el propio Señor. Seguir la orden del maestro espiritual genuino es el único deber del discípulo, y esa ejecución completamente fiel de la orden del maestro espiritual genuino, es el secreto del éxito.
El Señor Brahmā controló sus dos grados de sentidos mediante la percepción de los sentidos y los órganos de los sentidos, debido a que tuvo que ocuparlos en la ejecución de la orden del Señor. Por lo tanto, controlar los sentidos significa ocuparlos en el servicio trascendental del Señor. La orden del Señor desciende por sucesión discipular a través del maestro espiritual genuino, y así pues, la ejecución de la orden del maestro espiritual genuino constituye el verdadero control de los sentidos. Esa ejecución de penitencia, con plena fe y sinceridad, volvió a Brahmājī tan poderoso, que llegó a ser el creador del universo. Y debido a que él pudo conseguir un poder tal, es conocido como el mejor de todos los tapasvīs.