Text 20
naitad batādhīśa padaṁ tavepsitaṁ
yan māyayā nas tanuṣe bhūta-sūkṣmam
anugrahāyāstv api yarhi māyayā
lasat-tulasyā bhagavān vilakṣitaḥ
na—no; etat—este; bata—en verdad; adhīśa—¡oh, Señor!; padam—mundo material; tava—Tu; īpsitam—deseo; yat—el cual; māyayā—por Tu energía externa; naḥ—para nosotros; tanuṣe—Tú manifiestas; bhūta-sūkṣmam—los elementos densos y sutiles; anugrahāya—para otorgar misericordia; astu—que sea; api—también; yarhi—cuando; māyayā—por medio de Tu misericordia sin causa; lasat—espléndida; tulasyā—con un collar de hojas de tulasī; bhagavān—la Suprema Personalidad de Dios; vilakṣitaḥ—se percibe.
Mi querido Señor, aunque Tú no lo deseas, manifiestas esta creación de elementos densos y sutiles tan solo para satisfacción de nuestros sentidos. Que Tu misericordia sin causa esté con nosotros, pues has aparecido ante nosotros en Tu forma eterna, adornado con un espléndido collar de hojas de tulasī.
SIGNIFICADO: Aquí se afirma claramente que la creación del mundo material no se debe al deseo personal del Señor Supremo; lo crea Su energía externa porque las entidades vivientes quieren disfrutar de él. No ha sido creado para aquellos que, libres del deseo de disfrutar de la complacencia de los sentidos, ofrecen constantemente servicio amoroso trascendental y son eternamente conscientes de Kṛṣṇa. Para ellos existe eternamente el mundo espiritual, y allí disfrutan. En otra parte del Śrīmad-Bhāgavatam se afirma que, para aquellos que se han refugiado en los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios, el mundo material no sirve para nada; el mundo material está lleno de peligros a cada paso, y por ello no es para los devotos, sino para las entidades vivientes que quieren asumir el riesgo de enseñorearse de la energía material. Kṛṣṇa es tan bondadoso que concede a las entidades vivientes disfrutadoras de los sentidos un mundo aparte, creado por Él para que disfruten como deseen; pero, al mismo tiempo, Él adviene en Su forma personal. El Señor crea el mundo material sin desear hacerlo, pero desciende en Su forma personal, o envía a alguien digno de Su confianza, como por ejemplo a uno de sus hijos, a un sirviente o a un escritor como Vyāsadeva, para que den enseñanzas a la gente. Y Él mismo también nos enseña personalmente cuando habla el Bhagavad-gītā. La creación siempre va acompañada de esa labor de propaganda, que busca convencer a las descarriadas entidades vivientes que se están pudriendo en este mundo material de que regresen a Él y se Le entreguen. Por eso la instrucción definitiva del Bhagavad-gītā es: «Abandona todas las ocupaciones que te has creado en el mundo material y simplemente entrégate a Mí. Yo te protegeré de todas las reacciones pecaminosas».