Text 10
arthair āpāditair gurvyā
hiṁsayetas-tataś ca tān
puṣṇāti yeṣāṁ poṣeṇa
śeṣa-bhug yāty adhaḥ svayam
arthaiḥ—por la riqueza; āpāditaiḥ—conseguida; gurvyā—gran; hiṁsayā—con violencia; itaḥ-tataḥ—aquí y allí; ca—y; tān—a ellos (los miembros de la familia); puṣṇāti—él mantiene; yeṣām—de quienes; poṣeṇa—por mantenerlos; śeṣa—remanentes; bhuk—comer; yāti—él va;adhaḥ—hacia abajo; svayam—él mismo.
Una y otra vez, consigue dinero por medios violentos, y aunque lo emplea al servicio de su familia, él mismo solo come una pequeña porción del alimento así comprado. Por los suyos gana el dinero de esa forma irregular, y por los suyos, va al infierno.
SIGNIFICADO: Un proverbio bengalí dice: «La persona para la que he robado me acusa de ser ladrón». Los miembros de la familia, por quienes actúa de tantas maneras ilícitas la persona apegada, nunca están satisfechos. Bajo la influencia de la ilusión, la persona apegada sirve a los miembros de su familia, y por servirlos, está destinada a entrar en una condición de vida infernal. Un ladrón, por ejemplo, roba algo para mantener a su familia, y lo capturan y lo meten en la cárcel. Esa es la esencia de la existencia material y del apego a la sociedad, la amistad y el amor materiales. El hombre apegado está siempre ocupado en hacer dinero, por las buenas o por las malas, para mantener a su familia, pero no puede disfrutar de más que lo que consumiría incluso sin esas actividades delictivas. Un hombre come un cuarto de kilo de comida, pero tiene que mantener a una gran familia, y para ello tiene que ganar dinero sea como sea; aun así, no recibe más que lo que puede comer, y, a veces, come lo que queda después de que coma su familia. Ni aun con el dinero sucio que gana puede él disfrutar de la vida. Así es como cubre la ilusión demāyā.
El proceso del servicio ilusorio a la sociedad, el país y la comunidad es exactamente el mismo en todas partes; incluso los grandes líderes nacionales responden a ese mismo principio. Una irregularidad en el servicio puede hacer que un líder nacional, un gran sirviente de la patria, muera a manos de sus compatriotas. En otras palabras, nadie puede satisfacer a los que dependen de él por medio de ese servicio ilusorio, y nadie puede tampoco dejar de servir, pues somos sirvientes por naturaleza. La posición constitucional de la entidad viviente es ser parte integral del Ser Supremo, pero, olvidando que tiene que ofrecer servicio al Señor Supremo, desvía su atención hacia el servicio de otros; eso es māyā. Sirviendo a otros, comete el error de creer que él es el amo. El cabeza de familia piensa que es el amo de la familia, y el líder de la nación cree que es el amo de la nación. En realidad, lo que hacen es servir, y por servir a māyā, cada paso que dan los acerca más al infierno. Por lo tanto, un hombre sensato debe finalmente adoptar el proceso de conciencia de Kṛṣṇa y ocuparse en servir al Señor Supremo, aplicando en ello su vida entera, toda su riqueza, toda su inteligencia y todas sus palabras.