Text 42
aham ātmātmanāṁ dhātaḥ
preṣṭhaḥ san preyasām api
ato mayi ratiṁ kuryād
dehādir yat-kṛte priyaḥ
aham—Yo soy; ātmā—la Superalma; ātmanām—de todas las demás almas; dhātaḥ—director; preṣṭhaḥ—el más querido; san—ser; preyasām—de todas las cosas queridas; api—ciertamente; ataḥ—por lo tanto; mayi—a Mí; ratim—apego; kuryāt—uno debe hacer; deha-ādiḥ—el cuerpo y la mente; yat-kṛte—por cuenta de quien; priyaḥ—muy querido.
Yo soy la Superalma de todo individuo. Yo soy el supremo director y lo más querido que existe. La gente está equivocadamente apegada a los cuerpos densos y sutiles, pero debería estar apegada únicamente a Mí.
SIGNIFICADO: El Señor Supremo, la Personalidad de Dios, es lo más querido que existe, tanto en el estado condicionado como en el liberado. Cuando una persona no sabe que el Señor es el único objeto más querido de todos, se encuentra entonces en el estado condicionado de la vida, y, cuando sabe perfectamente bien que el Señor es el único objeto más querido de todos, se considera que está liberada. Existen grados de conocimiento de la relación de uno con el Señor, dependiendo del grado en que se comprenda por qué el Señor Supremo es el objeto más querido de todos para todo ser viviente. La verdadera razón se afirma claramente en el Bhagavad-gītā (15.7): mamaivāṁśo jīva-loke jīva-bhūtaḥ sanātanaḥ: Las entidades vivientes son eternamente partes integrales del Señor Supremo. La entidad viviente recibe el nombre de ātmā, y el Señor recibe el nombre de Paramātmā. La entidad viviente recibe el nombre de Brahman, y el Señor recibe el nombre de Parabrahman, el Parameśvara. Īśvaraḥ paramaḥ kṛṣṇaḥ. Las almas condicionadas, que no poseen comprensión espiritual del ser, aceptan el cuerpo material como lo más querido que existe. La idea de lo más querido que existe se extiende entonces por todo el cuerpo, tanto en forma concentrada como extendida. El apego al propio cuerpo y las extensiones de este, como hijos y familiares, se desarrolla de hecho sobre la base de la presencia de la verdadera entidad viviente. Tan pronto como la verdadera entidad viviente se encuentra fuera del cuerpo, incluso el cuerpo del hijo más querido deja de ser atractivo. Por lo tanto, la chispa viviente, la eterna parte del Supremo, es la verdadera base del afecto, y no el cuerpo. Como las entidades vivientes son también partes de la entidad viviente total, esa suprema entidad viviente es la base verdadera del afecto de todos. Aquel que ha olvidado el principio básico de su amor por todo, tiene únicamente un amor oscilante, pues está inmerso en māyā. Cuanto más esté uno afectado por el principio de māyā, más estará desapegado del principio básico del amor. Uno no puede amar nada verdaderamente, a menos que esté plenamente desarrollado en lo referente al servicio amoroso del Señor.
En este verso se hace énfasis en enfocar el amor hacia la Suprema Personalidad de Dios. La palabra kuryāt es significativa aquí. Quiere decir: «uno debe tenerlo». Su función es simplemente hacer énfasis en que debemos tener cada vez más apego por el principio del amor. La entidad espiritual, que es parte integral, experimenta la influencia de māyā, pero esta no puede influenciar a la Superalma, Paramātmā. Los filósofos māyāvādīs, aceptando la influencia de māyā sobre la entidad viviente, quieren volverse uno con Paramātmā. Pero debido a que no tienen ningún amor verdadero por Paramātmā, permanecen siempre atrapados por la influencia de māyā, y no pueden acercarse a las inmediaciones de Paramātmā. Esta incapacidad se debe a su falta de afecto por Paramātmā. Un avaro rico no sabe cómo utilizar su riqueza, y, por lo tanto, a pesar de ser muy rico, su comportamiento avaro lo mantiene siempre pobre. Por otra parte, una persona que sabe cómo utilizar la riqueza puede rápidamente volverse rica, incluso con un pequeño capital.
Los ojos y el Sol están muy íntimamente relacionados, debido a que, sin luz solar, los ojos no pueden ver. Pero las otras partes del cuerpo, estando apegadas al Sol como fuente de calor, sacan mayor provecho del Sol que los ojos. Por no poseer afecto por el Sol, los ojos no pueden tolerar los rayos del Sol; o, en otras palabras, esos ojos no tienen capacidad de entender la utilidad de los rayos del Sol. En forma similar, los filósofos empíricos, a pesar de su conocimiento teórico acerca del Brahman, no pueden utilizar la misericordia del Brahman Supremo, por su falta de afecto. Muchísimos filósofos impersonalistas permanecen siempre bajo la influencia de māyā, debido a que, aunque se entregan al conocimiento teórico acerca del Brahman, no desarrollan afecto por el Brahman, ni tampoco tienen ninguna posibilidad de desarrollar afecto, debido al método defectuoso que poseen. El devoto del dios del Sol, aunque esté desprovisto de visión, puede ver al dios del Sol tal y como es, incluso desde este planeta, mientras que aquel que no es un devoto del Sol no puede tolerar la resplandeciente luz solar. De igual manera, mediante el servicio devocional, aunque uno no esté en el nivel de un jñānī, puede ver a la Personalidad de Dios internamente, en virtud de su desarrollo de amor puro. En toda circunstancia, uno debe tratar de desarrollar amor por Dios, y eso resolverá todos los problemas conflictivos.