Text 17
rājann asādhv-amātyebhyaś
corādibhyaḥ prajā nṛpaḥ
rakṣan yathā baliṁ gṛhṇann
iha pretya ca modate
rājan—¡oh, rey!; asādhu—malvados; amātyebhyaḥ—de ministros; cora-ādibhyaḥ—de ladrones y maleantes; prajāḥ—los ciudadanos; nṛpaḥ—el rey; rakṣan—proteger; yathā—conforme a como; balim—tributos; gṛhṇan—recaudar; iha—en este mundo; pretya—tras la muerte; ca—también; modate—disfruta.
Las personas santas continuaron: El rey que protege a los ciudadanos de los disturbios causados por ministros malvados y por ladrones y maleantes, tiene derecho, en virtud de esas actividades piadosas, a recaudar tributos de sus súbditos. De ese modo, el rey piadoso puede disfrutar de este mundo y de la vida que sigue a la muerte.
SIGNIFICADO: En este verso se explican claramente los deberes de un rey piadoso. Su principal deber es proteger a los ciudadanos de ladrones y maleantes, así como de ministros que no son más que ladrones y maleantes. En el pasado, los ministros no se elegían, sino que los designaba el rey. En consecuencia, si el rey no era muy piadoso y estricto, los ministros actuaban como ladrones y maleantes, explotando a los inocentes ciudadanos. El rey tiene el deber de velar porque no haya cada vez más ladrones y maleantes, ni entre los funcionarios del gobierno, ni entre los encargados de la administración pública. Un rey incapaz de proteger a los ciudadanos contra ladrones y maleantes, tanto en el servicio del gobierno como en la administración pública, no tiene derecho a recaudar impuestos. En otras palabras, todo rey y todo gobierno que recauden impuestos, solo pueden hacerlo si son capaces de proteger a los ciudadanos de ladrones y maleantes.
Esos ladrones y maleantes en el marco de la administración del estado vienen descritos en el Duodécimo Canto del Śrīmad-Bhāgavatam (12.1.42). Allí se afirma: prajās te bhakṣayiṣyanti mlecchā rājanya-rūpiṇaḥ: «Esos orgullosos mlecchas [personas inferiores a los śūdras], haciéndose pasar por reyes, ejercerán la tiranía sobre sus súbditos; estos, por su parte, cultivarán los peores vicios. Con los hábitos más bajos y un comportamiento irracional, los súbditos serán como sus gobernantes». Es decir, en los días de democracia de Kali-yuga, la población en general descenderá al nivel de los śūdras. Está escrito (kalau śūdra-sambhavaḥ) que la práctica totalidad de la población del mundo será śūdra. Śūdra es el hombre de cuarta categoría, que solo sirve para trabajar para las tres castas sociales superiores. Como hombres de cuarta categoría, los śūdras no son muy inteligentes. En estos días de democracia, la población es muy caída, de manera que solo pueden elegir a personas de su misma categoría, pero un gobierno dirigido por śūdras no puede funcionar bien. La función específica de los kṣatriyas, los hombres de segunda clase, consiste en gobernar los países siguiendo las directrices de las personas santas (brāhmaṇas), que deben caracterizarse por ser muy inteligentes. En otras eras —Satya-yuga, Tretā-yuga y Dvāpara-yuga—, la población no estaba tan degradada, y la jefatura del gobierno no se decidía mediante elecciones. El rey era la personalidad ejecutiva suprema. Si un rey descubría que alguno de sus ministros estaba robando, como un vulgar ladrón o maleante, le hacía matar inmediatamente o le deponía de su cargo. El rey tenía el deber de matar a los ladrones y maleantes; también debía dar muerte inmediata a los ministros del gobierno que fuesen deshonestos. Esa estricta vigilancia le facilitaba mucho la tarea de gobernar; al mismo tiempo, los ciudadanos se sentían felices con su rey. En definitiva, un rey que no sea perfectamente capaz de proteger a sus ciudadanos de los ladrones y los maleantes, no tiene derecho a recaudar impuestos de los ciudadanos para su propia complacencia sensorial. Sin embargo, si protege a los ciudadanos y recauda impuestos, puede vivir muy feliz y en paz esta vida, y al final puede elevarse hasta el reino celestial, o incluso hasta los Vaikuṇṭhas, donde será feliz en todos los sentidos.