Text 27
tasyaivaṁ vadataḥ śāpaṁ
śrutvā dvija-kulāya vai
bhṛguḥ pratyasṛjac chāpaṁ
brahma-daṇḍaṁ duratyayam
tasya—su (de Nandīśvara); evam—así; vadataḥ—palabras; śāpam—la maldición; śrutvā—escuchando; dvija-kulāya—a los brāhmaṇas; vai—ciertamente; bhṛguḥ—Bhṛgu; pratyasṛjat—hizo; śāpam—una maldición; brahma-daṇḍam—el castigo de un brāhmaṇa; duratyayam—insuperable.
Cuando Nandīśvara lanzó esta maldición contra los brāhmaṇas de casta, el sabio Bhṛgu reaccionó condenando a los seguidores del Señor Śiva con esta fortísima maldición brahmínica.
SIGNIFICADO: La palabra duratyaya se emplea especialmente como calificativo de brahma-daṇḍa, «la maldición de un brāhmaṇa». La maldición de un brāhmaṇa es algo muy poderoso; por eso se la califica de duratyaya, «insuperable». Tal como el Señor afirma en el Bhagavad-gītā, las rígidas leyes de la naturaleza son insuperables; de la misma manera, la maldición que lanza un brāhmaṇa también es insuperable. Pero el Bhagavad-gītā dice también que en el mundo material tanto las maldiciones como las bendiciones, al fin y al cabo, son creaciones materiales. El Caitanya-caritāmṛta confirma que tanto lo que se considera bendición como las supuestas maldiciones de este mundo material están al mismo nivel, pues ambas cosas son materiales. Para liberarnos de esa contaminación material, debemos refugiarnos en la Suprema Personalidad de Dios, como se recomienda en el Bhagavad-gītā (7.14): mām eva ye prapadyante māyām etāṁ taranti te. El mejor camino consiste en trascender todas las maldiciones y bendiciones materiales, refugiarse en el Señor Supremo, Kṛṣṇa, y permanecer en una posición trascendental. Las personas que se han refugiado en Kṛṣṇa son siempre pacíficas; ni tratan de maldecir a nadie, ni nadie las maldice nunca a ellas. Esa es la posición trascendental.