Text 10
gandharva-yavanākrāntāṁ
kāla-kanyopamarditām
hātuṁ pracakrame rājā
tāṁ purīm anikāmataḥ
gandharva—por los soldados gandharvas; yavana—y por los soldados yavanas; ākrāntām—conquistada; kāla-kanyā—por Kālakanyā (la hija del Tiempo); upamarditām—destruida; hātum—a abandonar; pracakrame—procedió; rājā—el rey Purañjana; tām—esa; purīm—ciudad; anikāmataḥ—sin desearlo.
Los soldados yavanas y gandharvas conquistaron la ciudad del rey Purañjana; aunque el rey no deseaba abandonarla, las circunstancias le obligaron a hacerlo, pues Kālakanyā la destruyó por completo.
SIGNIFICADO: La entidad viviente, separada de la compañía de la Suprema Personalidad de Dios, trata de disfrutar del mundo material. Se le da la oportunidad de disfrutar en un determinado cuerpo, que puede ser desde un cuerpo de brahmā hasta un cuerpo de microbio. La historia védica de la creación nos enseña que la primera criatura viva fue el Señor Brahmā; él creó a los siete sabios y a otros prajāpatis para aumentar la población del universo. De modo que cada entidad viviente, conforme a su karma, es decir, conforme a sus actividades y deseos pasados, recibe un determinado tipo de cuerpo, ya sea un cuerpo de brahmā o uno de microbio o gusano del excremento. Debido a la prolongada relación con un determinado tipo de cuerpo material, y también debido a la gracia de Kālakanyā y su māyā adquiere un fuerte apego por ese cuerpo material, aunque es una morada de sufrimiento. Si tratamos de apartar a un gusano del excremento, veremos que no quiere irse; volverá al excremento. Lo mismo ocurrirá si tratamos de apartar a un cerdo de la suciedad en que vive comiendo excremento y pretendemos darle un lugar limpio: el cerdo no querrá irse. Podemos estudiar a todas las entidades vivientes, y veremos que todas rechazarán cualquier oferta que se les haga de una situación más confortable. Aunque al rey Purañjana le atacaban desde todos los flancos, él era reacio a abandonar la ciudad. En otras palabras, la entidad viviente no desea abandonar el cuerpo, sea cual sea la condición en que se encuentre. Sin embargo, se verá obligado a hacerlo, porque, después de todo, el cuerpo material no puede existir eternamente.
La entidad viviente desea disfrutar del mundo material de diferentes maneras; por ella la ley de la naturaleza le permite transmigrar de un cuerpo a otro, igual que la persona transmigra de un cuerpo de bebé a un cuerpo de niño, para luego pasar a ser un joven y un hombre. Ese proceso de transmigración es constante. En la etapa final, cuando el cuerpo denso está viejo e incapacitado, la entidad viviente es reacia a abandonarlo, a pesar de que ya no puede seguir usándolo. La existencia material y el cuerpo material no son una posición agradable, ¿por qué, entonces, no quiere irse la entidad viviente? Tan pronto como recibimos un cuerpo material, tenemos que dedicar grandes esfuerzos a mantenerlo. Hay muchos campos de actividad distintos, pero, en cualquier caso, todo el mundo tiene que esforzarse mucho para mantener el cuerpo material. Por desgracia, la sociedad no tiene información acerca de la transmigración del alma. Como la entidad viviente no tiene esperanza de entrar en el reino espiritual de vida eterna, bienaventuranza y conocimiento, quiere permanecer en su cuerpo actual, aunque sea un cuerpo inútil. Por lo tanto, en el mundo material no hay ninguna actividad más benéfica que la propagación del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa.
Este movimiento está dando a la sociedad humana información acerca del reino de Dios. Dios existe, Kṛṣṇa existe, y todo el mundo puede regresar a Dios y vivir eternamente, con bienaventuranza y conocimiento. La persona consciente de Kṛṣṇa no tiene miedo de abandonar el cuerpo, porque su posición es siempre eterna. La persona consciente de Kṛṣṇa se ocupa eternamente en el servicio amoroso trascendental del Señor; por lo tanto, mientras vive en el cuerpo es feliz de ocuparse en el servicio amoroso del Señor, y cuando abandona el cuerpo, tambien alcanza una posición permanente en el servicio del Señor. Los devotos santos siempre están libres y liberados, mientras que los karmīs, que no conocen la vida espiritual ni el servicio amoroso trascendental del Señor, tienen mucho miedo de abandonar este podrido cuerpo material.