Text 62
mamaite manasā yad yad
asāv aham iti bruvan
gṛhṇīyāt tat pumān rāddhaṁ
karma yena punar bhavaḥ
mama—mía; ete—todas esas; manasā—por la mente; yat yat—todo lo que; asau—esa; aham—yo (soy); iti—así; bruvan—aceptar; gṛhṇīyāt—lleva con él; tat—esa; pumān—la entidad viviente; rāddham—perfeccionada; karma—actividad; yena—por el cual; punaḥ—de nuevo; bhavaḥ—existencia material.
La entidad viviente se esfuerza bajo la influencia del concepto corporal de: «Yo soy esto; yo soy aquello. Este es mi deber, y por lo tanto, voy a hacerlo». Todo ello son impresiones mentales, y todas esas actividades son temporales; aun así, por la gracia de la Suprema Personalidad de Dios, la entidad viviente recibe una oportunidad de poner en la práctica todas sus invenciones mentales. Así obtiene otro cuerpo.
SIGNIFICADO: Cuando estamos absortos en el concepto corporal, nuestras actividades se llevan a cabo en ese plano. Esto no es difícil de entender. En el mundo, vemos que cada nación trata de sobresalir por encima de todas las demás, y que cada hombre trata de ser más que su vecino. Esas actividades tienen lugar en nombre del progreso de la civilización. Se hacen muchos planes para la comodidad del cuerpo, y esos planes, después de la destrucción del cuerpo denso, se llevan en el cuerpo sutil. No es cierto que la destrucción del cuerpo denso signifique el fin de la entidad viviente. Muchos grandes filósofos y maestros de este mundo creen que todo se termina con el cuerpo, pero no es así. En este verso, Nārada Muni dice que cuando morimos llevamos nuestros planes con nosotros (gṛhṇīyāt), y que para ejecutar esos planes, recibimos otro cuerpo. Eso se llama punar bhavaḥ. Con el fin del cuerpo denso, la mente transporta los planes de la entidad viviente, y por la gracia del Señor, la entidad viviente, en su siguiente vida, recibe la oportunidad de dar forma a esos planes. Es lo que se conoce como ley del karma. Mientras nuestra mente esté absorta en las leyes del karma, en la siguiente vida tendremos que aceptar algún determinado tipo de cuerpo.
El karma es el agregado de actividades fruitivas que se llevan a cabo para dar comodidad o incomodidad al cuerpo. Personalmente hemos visto a un hombre a punto de morir que pidió a su médico que le diese la oportunidad de vivir cuatro años más para poder completar sus proyectos. Esto significa que moría pensando en sus proyectos. Tras la destrucción del cuerpo, indudablemente él se llevó consigo sus proyectos por medio del cuerpo sutil, compuesto de mente, inteligencia y ego. De esa forma obtendría otra oportunidad por la gracia del Señor Supremo, la Superalma, que está siempre dentro del corazón.
sarvasya cāhaṁ hṛdi sanniviṣṭo
mattaḥ smṛtir jñānam apohanaṁ ca
En la siguiente vida, la Superalma nos proporciona el recuerdo, y comenzamos a ejecutar los proyectos que habíamos comenzado en la vida anterior. Esto se explica también en otro verso del Bhagavad-gītā:
īśvaraḥ sarva-bhūtānāṁ
hṛd-deśe ’rjuna tiṣṭhati
bhrāmayan sarva-bhūtāni
yantrārūḍhāni māyayā
«El Señor Supremo Se encuentra en el corazón de todos, ¡oh, Arjuna!, y dirige los movimientos de todas las entidades vivientes, que están sentadas como en una máquina hecha de energía material» (Bg. 18.61). Situada en el vehículo que le da la naturaleza material, y con la Superalma proporcionándole el recuerdo desde el corazón, la entidad viviente lucha por todo el universo para cumplir sus planes, pensando: «soy brāhmaṇa», «soy kṣatriya», «soy americano», «soy hindú», etc. Todas esas falsas identificaciones participan de la misma esencia. No tiene sentido preferir ser brāhmaṇa a ser americano, o preferir ser americano a ser negro. Después de todo, simplemente se trata de conceptos corporales producto de las modalidades de la naturaleza material.