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Este capítulo nos habla de Bharata Mahārāja cuando recibió un cuerpo de brāhmaṇa. En ese cuerpo vivía como si fuera tonto, sordo y mudo, hasta el extremo de que le llevaron ante la diosa Kālī para sacrificarlo, y ni siquiera entonces protestó, si no que se mantuvo en silencio. Después de abandonar el cuerpo de ciervo, nació del vientre de la esposa más joven de unbrāhmaṇa. También en esa vida podía recordar las actividades de su vida anterior, y para evitar la influencia de la sociedad, se comportaba como si fuese sordomudo. Esta vez fue muy cuidadoso de no caer de nuevo, y no se relacionaba con nadie que no fuese devoto. Como aconseja Śrī Caitanya Mahāprabhu, todo devoto debe adoptar esa misma actitud: asat-saṅga-tyāga—ei vaiṣṇava-ācāra. La relación con no devotos, incluso si se trata de los propios familiares, debe evitarse estrictamente. Cuando Bharata Mahārāja vivía en un cuerpo de brāhmaṇa, en el vecindario todo el mundo pensaba que era un demente, un pobre retrasado; sin embargo, en su fuero interno, él siempre estaba cantando y recordando a Vāsudeva, la Suprema Personalidad de Dios. Aunque su padre quiso educarlo, y purificarlo ofreciéndole el cordón sagrado y haciéndo de él un brāhmaṇa, su comportamiento hizo comprender a sus padres que estaba loco y que no le interesaba el método reformatorio. Pero, a pesar de no haberse sometido a esas ceremonias oficiales, él se mantuvo siempre plenamente consciente de Kṛṣṇa. Como no hablaba, ciertas personas, no mejores que animales, le causaban muchísimas molestias; pero él lo toleraba. Cuando sus padres murieron, su madrastra y sus hermanastros le trataban muy mal, y le daban los alimentos más repugnantes; pero a él no le importaba: permanecía completamente absorto en el estado de conciencia de Kṛṣṇa. En cierta ocasión, sus hermanastros y su madrastra le ordenaron que se quedase de noche vigilando un arrozal; sucedió que el jefe de una banda de ḍakaits se lo llevó consigo e intentó matarlo para ofrecerlo en sacrificio ante Bhadra Kālī. Cuando losḍakaits presentaron a Bharata Mahārāja ante la diosa y levantaron el hacha para matarlo, la diosa Kālī, al ver que se estaba maltratando a un devoto, se alarmó. Saliendo de la deidad, tomó el hacha con sus propias manos y mató allí mismo a todos los ḍakaits. Vemos entonces que el devoto puro de la Suprema Personalidad de Dios no se queja aunque los no devotos lo maltraten. Por disposición de la Suprema Personalidad de Dios, todo bandido o ḍakait que maltrate a un devoto acabará por recibir su castigo.

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