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El primer capítulo narra la historia de Ajāmila, quien, a pesar de ser considerado un gran pecador, fue liberado por cuatro enviados de Viṣṇu, que fueron a rescatarle de los sirvientes de Yamarāja. Este capítulo explica con todo detalle su liberación al serle eliminadas las reacciones de su vida pecaminosa. Las actividades pecaminosas son causa de dolor tanto en esta vida como en la siguiente. Debemos tener plena certeza de que los sufrimientos de la vida siempre tienen su causa en la acción pecaminosa. En la senda del trabajo fruitivo es inevitable cometer actividades pecaminosas; por esa razón, la senda delkarma-kāṇḍa recomienda distintas formas de expiación. Sin embargo, esos métodos no nos liberan de la ignorancia, que es la raíz de la vida pecaminosa. Así pues, la tendencia a cometer actividades pecaminosas permanece incluso después de la expiación, que, por lo tanto, no es el método de purificación adecuado. Quien sigue la senda del conocimiento especulativo se libera de la vida pecaminosa al comprender las cosas tal y como son. Por lo tanto, la adquisición de conocimiento especulativo también se considera una forma de expiación. El que se ocupa en actividades fruitivas puede liberarse de la acción de la vida pecaminosa por medio de la austeridad, la penitencia, el celibato, el control de la mente y los sentidos, la veracidad y la práctica del yoga místico. Con el despertar del conocimiento también se pueden neutralizar las reacciones pecaminosas. Sin embargo, ninguno de esos métodos puede liberarnos de la tendencia a cometer actividades pecaminosas.

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