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Siguiendo la instrucción de los semidioses, el rey Indra luchó contra Vṛtrāsura; sin embargo, después de haberlo matado, no pudo compartir la alegría de los demás, pues conocía la verdadera posición de Vṛtrāsura. Esa es la naturaleza de las grandes personalidades: si adquieren alguna opulencia de modo ilícito, siempre se sentirán avergonzados y arrepentidos. Indra comprendía perfectamente que se había enredado en las reacciones del pecado de matar a un brāhmaṇa. Y cuando vio que la personificación de la reacción pecaminosa iba tras él, huyó lleno de temor, pensando en cómo liberarse de sus pecados. Así llegó al Mānasa-sarovara, donde, bajo la protección de la diosa de la fortuna, meditó durante mil años. En ese período, Nahuṣa reinó sobre los planetas celestiales en representación de Indra. Desgraciadamente, Nahuṣa se vio atraído por la belleza de la esposa de Indra, Śacīdevī, y, debido a su deseo pecaminoso, en su siguiente vida tuvo que recibir un cuerpo de serpiente. Más tarde, Indra celebró un gran sacrificio con ayuda de brāhmaṇas y santos excelsos. De ese modo, se liberó de las reacciones del pecado de haber matado a un brāhmaṇa.
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