Text 11
nādatta ātmā hi guṇaṁ
na doṣaṁ na kriyā-phalam
udāsīnavad āsīnaḥ
parāvara-dṛg īśvaraḥ
na—no; ādatte—acepta; ātmā—el Señor Supremo; hi—en verdad; guṇam—felicidad; na—no; doṣam—desdicha; na—ni; kriyā-phalam—el resultado de ninguna actividad fruitiva; udāsīna-vat—exactamente como un hombre neutral; āsīnaḥ—situado (en lo más hondo del corazón); para-avara-dṛk—viendo la causa y el efecto; īśvaraḥ—el Señor Supremo.
El Señor Supremo [ātmā], el creador de la causa y el efecto, no acepta la felicidad y la aflicción que se derivan de los actos fruitivos. Él es completamente independiente y no está obligado a aceptar cuerpos materiales; y, como no tiene cuerpo material, siempre es neutral. Las entidades vivientes, como partes integrales del Señor, poseen Sus cualidades en proporción mínima. Por lo tanto, no hay que dejarse afectar por la lamentación.
SIGNIFICADO: El alma condicionada tiene amigos y enemigos, y se ve afectada por las buenas cualidades y los defectos propios de su posición. El Señor Supremo, sin embargo, siempre es trascendental. Puesto que es el īśvara, el controlador supremo, no Se ve afectado por la dualidad. Por lo tanto, puede decirse que Él está situado en lo más profundo del corazón de todos como testigo neutral de las causas y los efectos de las actividades, buenas y malas, del individuo. También debemos entender que ese ser neutral, udāsīna, no significa que esté inactivo. Lo que significa es que no Se ve afectado personalmente. El juez de un tribunal, por ejemplo, es neutral ante los bandos en litigio, pero, según el caso lo requiera, tomará las medidas oportunas. Para ser completamente neutrales, indiferentes a las actividades materiales, simplemente debemos buscar el refugio de los pies de loto de la persona neutral suprema.
El consejo que recibió Mahārāja Citraketu fue que, aunque es imposible permanecer neutral en una circunstancia tan penosa como la muerte de un hijo, sin embargo, como el Señor sabe acomodar todas las situaciones, lo mejor es depender de Él y cumplir con el propio deber ofreciéndole servicio devocional. No hay que dejarse perturbar por la dualidad en ninguna circunstancia. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (2.47):
karmaṇy evādhikāras te
mā phaleṣu kadācana
mā karma-phala-hetur bhūr
mā te saṅgo ’stv akarmaṇi
«Tienes derecho a desempeñar tu deber prescrito, pero no a los frutos de la acción. Nunca te consideres la causa del resultado de tus actividades, y nunca te apegues a no cumplir con tu deber». Debemos cumplir con nuestro deber devocional, y depender de la Suprema Personalidad de Dios en lo que se refiere a los resultados de nuestros actos.