Text 42
kaḥ kṣemo nija-parayoḥ
kiyān vārthaḥ sva-para-druhā dharmeṇa
sva-drohāt tava kopaḥ
para-sampīḍayā ca tathādharmaḥ
kaḥ—qué; kṣemaḥ—beneficio; nija—hacia sí mismo; parayoḥ—y hacia los demás; kiyān—cuánto; vā—o; arthaḥ—objetivo; sva-para-druhā—que siente envidia del que actúa y de los demás; dharmeṇa—con el sistema religioso; sva-drohāt—de sentir envidia del propio ser; tava—de Ti; kopaḥ—ira; para-sampīḍayā—por causar dolor a otros; ca—también; tathā—así como; adharmaḥ—irreligión.
Un sistema religioso que suscita envidia hacia nosotros mismos y hacia los demás, ¿cómo puede ser beneficioso para nosotros o para ellos? ¿Qué hay de auspicioso en seguir ese sistema?, ¿qué se puede ganar en realidad? Aquel que hace sufrir a los demás o que, por envidia de sí mismo, causa su propio sufrimiento, enciende Tu ira y está practicando irreligión.
SIGNIFICADO: Con excepción del proceso de bhāgavata-dharma —servir como un sirviente eterno de la Suprema Personalidad de Dios—, todo sistema religioso está basado en la envidia hacia nosotros mismos y hacia los demás. En muchos sistemas religiosos, por ejemplo, se recomienda el sacrificio de animales. Esos sacrificios no son auspiciosos ni para el que los celebra ni para el animal. Aunque a veces se permite sacrificar un animal ante la diosa Kālī para comer su carne en lugar de comprar la carne de un matadero, ese permiso de comer carne sacrificada ante la diosa Kālī no es la orden de la Suprema Personalidad de Dios, sino una concesión que se hace a la persona miserable que no va a abandonar el hábito de comer carne. Su finalidad es limitar ese deseo irrestricto de comer carne. Esa clase de sistemas religiosos deben condenarse. Por consiguiente, Kṛṣṇa dice: sarva-dharmān parityajya mām ekaṁ śaraṇaṁ vraja: «Abandona todos los demás deberes y entrégate a Mí». Esa es la última palabra en religión.
Se podría dar el argumento de que los sacrificios de animales se recomiendan en los Vedas. Sin embargo, esa recomendación es una restricción. Sin las restricciones de los Vedas, la gente compraría carne en el mercado y habría cada vez más carnicerías y mataderos. Para poner coto a esa situación, a veces los Vedas dicen que se puede comer carne sacrificando un animal insignificante, como una cabra, ante la diosa Kālī. En todo caso, un sistema de religión en que se recomienden los sacrificios de animales es poco auspicioso, tanto para quienes celebran los sacrificios como para los animales. En el Bhagavad-gītā (16.17) se condena a las personas envidiosas que celebran ostentosos sacrificios de animales:
ātma-sambhāvitāḥ stabdhā
dhana-māna-madānvitāḥ
yajante nāma-yajñais te
dambhenāvidhi-pūrvakam
«Creídos de sí mismos y sin ningún pudor, engañados por la riqueza y el prestigio falso, a veces celebran, con gran orgullo, sacrificios que solo lo son de nombre, sin seguir ninguna regla ni regulación». Los sacrificios de animales a veces se celebran con gran pompa, en medio de grandes preparativos para adorar a la diosa Kālī; pero esos festivales, aunque quienes los celebran los llaman yajñas, no son verdaderos yajñas, pues yajña significa satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios. Por lo tanto, la recomendación específica para esta era es: yajñaiḥ saṅkīrtana-prāyair yajanti hi sumedhasaḥ: Las personas inteligentes satisfacen al yajña-puruṣa, Viṣṇu, mediante el canto del mantra Hare Kṛṣṇa. Sin embargo, las personas envidiosas son condenadas por la Suprema Personalidad de Dios con las siguientes palabras:
ahaṅkāraṁ balaṁ darpaṁ
kāmaṁ krodhaṁ ca saṁśritāḥ
mām ātma-para-deheṣu
pradviṣanto ’bhyasūyakāḥ
tān ahaṁ dviṣataḥ krūrān
saṁsāreṣu narādhamān
kṣipāmy ajasram aśubhān
āsurīṣv eva yoniṣu
«Confundidos por el ego falso, la fuerza, el orgullo, la lujuria y la ira, los demonios se llenan de envidia contra la Suprema Personalidad de Dios, que Se encuentra en sus propios cuerpos y en los cuerpos de los demás, y blasfeman contra la religión verdadera. A los envidiosos y malvados, que son lo más bajo entre los hombres, Yo los arrojo perpetuamente al océano de la existencia material, en diversas especies de vida demoníaca» (Bg. 16.18-19). Esas personas son condenadas por la Suprema Personalidad de Dios, como se indica con las palabras tava kopaḥ. La persona que comete un crimen, aparte de sentir envidia de la persona a la que ha matado, siente también envidia de sí misma, pues, como resultado de su crimen, será detenida y ajusticiada. Cuando alguien viola las leyes hechas por los hombres, cabe la posibilidad de que logre evitar a la justicia del estado, pero de las leyes de Dios no es posible escaparse. Quien mate a un animal, en su siguiente vida tendrá que ser matado por el mismo animal. Esa es la ley de la naturaleza. Debemos seguir las leyes del Señor Supremo: sarva-dharmān parityajya mām ekaṁ śaraṇaṁ vraja. Todo el que siga cualquier otro sistema religioso se expone al castigo de la Suprema Personalidad de Dios de muchas maneras distintas. Por lo tanto, aquel que sigue un sistema religioso inventado siente envidia, no solo de los demás, sino de sí mismo. Por consiguiente, ese sistema religioso es inútil.
El Śrīmad-Bhāgavatam (1.2.8) dice:
dharmaḥ svanuṣṭhitaḥ puṁsāṁ
viṣvaksena-kathāsu yaḥ
notpādayed yadi ratiṁ
śrama eva hi kevalam
«Los deberes [dharma] que realice un hombre, cualquiera que sea su ocupación, si no hacen que nazca en él una atracción por el mensaje del Señor Supremo, no son más que un esfuerzo inútil». Seguir un sistema religioso que no despierta nuestra conciencia de Kṛṣṇa, o conciencia de Dios, no es más que una pérdida de tiempo y energía.