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Text 51

ahaṁ vai sarva-bhūtāni
bhūtātmā bhūta-bhāvanaḥ
śabda-brahma paraṁ brahma
mamobhe śāśvatī tanū

aham—Yo; vai—en verdad; sarva-bhūtāni—expandido en diversas formas de entidades vivientes; bhūta-ātmā—la Superalma de todas las entidades vivientes (su director y disfrutador supremo); bhūta-bhāvanaḥ—la causa de la manifestación de todas las entidades vivientes; śabda-brahma—la vibración sonora trascendental (el mantra Hare Kṛṣṇa); param brahma—la Verdad Absoluta Suprema; mama—Míos; ubhe—ambos (es decir, la forma de sonido y la forma de identidad espiritual); śāśvatī—eternos; tanū—dos cuerpos.

Todas las entidades vivientes, móviles e inmóviles, son Mis expansiones y están separadas de Mí. Yo soy la Superalma de todos los seres vivos, que existen porque Yo los manifiesto. Yo soy la forma de las vibraciones trascendentales, como el oṁkāra y Hare Kṛṣṇa Hare Rāma, y soy la Verdad Absoluta Suprema. Esas dos formas Mías, es decir, el sonido trascendental y la forma eternamente espiritual y bienaventurada de la Deidad, son Mis formas eternas; no son materiales.

SIGNIFICADO: Nārada y Aṅgirā impartieron a Citraketu la ciencia del servicio devocional. Ahora, Citraketu, debido a su servicio devocional, ha visto a la Suprema Personalidad de Dios. Con la práctica del servicio devocional, se avanza paso a paso hasta alcanzar el plano del amor por Dios (premā pumartho mahān); en ese plano es posible ver al Señor Supremo en todo momento. Como se afirma en el Bhagavad-gītā, cuando alguien se ocupa en servicio devocional las veinticuatro horas del día (teṣāṁ satata-yuktānāṁ bhajatāṁ prīti-pūrvakam), conforme a las instrucciones del maestro espiritual, el servicio devocional le va resultando cada vez más agradable. Entonces, la Suprema Personalidad de Dios, que está en lo más profundo del corazón de todos, habla al devoto (dadāmi buddhi-yogaṁ taṁ yena mām upayānti te). Citraketu Mahārāja fue primero instruido por sus gurus, Aṅgirā y Nārada, y ahora, después de haber seguido sus instrucciones, se ha elevado hasta un nivel en que puede ver directamente al Señor Supremo. Así, el Señor le está instruyendo ahora en la esencia del conocimiento.

La esencia del conocimiento es que hay dos clases de vastu, de sustancias. Una es real; a la otra, que es ilusoria o temporal, se la califica a veces de irreal. Debemos analizar esos dos tipos de existencia. La verdad o tattva real consiste en Brahman, Paramātmā y Bhagavān. Como se afirma en el Śrīmad-Bhāgavatam (1.2.11):

vadanti tat tattva-vidas
tattvaṁ yaj jñānam advayam
brahmeti paramātmeti
bhagavān iti śabdyate

«Los trascendentalistas eruditos que conocen la Verdad Absoluta llaman a esa sustancia no dual Brahman, Paramātmā o Bhagavān». La Verdad Absoluta existe eternamente en tres aspectos. Por lo tanto, la sustancia es la combinación de Brahman, Paramātmā y Bhagavān.

Las categorías o emanaciones de la no-sustancia son dos: las actividades y las actividades prohibidas (karma y vikarma). Karma se refiere a la vida piadosa, es decir, a las actividades materiales realizadas durante el día y a las actividades mentales que por la noche constituyen los sueños. Todas ellas son actividades más o menos deseadas. Vikarma, sin embargo, se refiere a las actividades ilusorias, actividades que son algo así como un fuego fatuo. Esas actividades carecen de sentido. Los científicos actuales, por ejemplo, imaginan que la vida puede producirse a partir de combinaciones químicas, y están muy ocupados en tratar de demostrarlo en sus laboratorios, en todo el mundo, aunque a lo largo de la historia no ha habido nadie que pudiese producir la sustancia de la vida mediante combinaciones materiales. Esas actividades se denominan vikarma.

En realidad, todas las actividades materiales son ilusorias, y el progreso en la senda de la ilusión no es más que una pérdida de tiempo. Esas actividades ilusorias se denominan akārya, y debemos aprender a reconocerlas mediante las instrucciones de la Suprema Personalidad de Dios. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (4.17):

karmaṇo hy api boddhavyaṁ
boddhavyaṁ ca vikarmaṇaḥ
akarmaṇaś ca boddhavyaṁ
gahanā karmaṇo gatiḥ

«Las complejidades de la acción son muy difíciles de entender. Por consiguiente, debemos conocer adecuadamente lo que es la acción, lo que es la acción prohibida, y lo que es la inacción». Esto debe aprenderse directamente de la Suprema Personalidad de Dios, quien, en Su forma de Anantadeva, está aquí instruyendo al rey Citraketu porque, siguiendo las instrucciones de Nārada y Aṅgirā, se encontraba en una etapa avanzada de servicio devocional.

En este verso se dice: ahaṁ vai sarva-bhūtāni: El Señor lo es todo (sarva-bhūtāni), incluyendo las entidades vivientes y los elementos materiales o físicos. En el Bhagavad-gītā (7.4-5), el Señor dice:

bhūmir āpo ’nalo vāyuḥ
khaṁ mano buddhir eva ca
ahaṅkāra itīyaṁ me
bhinnā prakṛtir aṣṭadhā

apareyam itas tv anyāṁ
prakṛtiṁ viddhi me parām
jīva-bhūtāṁ mahā-bāho
yayedaṁ dhāryate jagat

«La tierra, el agua, el fuego, el aire, el éter, la mente, la inteligencia y el ego falso; estos ocho elementos en conjunto constituyen Mis energías materiales separadas. Además de estos elementos, ¡oh, Arjuna, el de poderosos brazos!, hay otra energía Mía superior, que incluye a las entidades vivientes que están explotando los recursos de esta naturaleza material e inferior». La entidad viviente trata de imponer su dominio sobre los elementos materiales o físicos, pero tanto los elementos físicos como la chispa espiritual son energías emanadas de la Suprema Personalidad de Dios. Por esa razón, el Señor dice: ahaṁ vai sarva-bhūtāni: «Yo lo soy todo». Del mismo modo que del fuego emanan el calor y la luz, esas dos energías, los elementos físicos y las entidades vivientes, emanan del Señor Supremo. Por eso el Señor dice: ahaṁ vai sarva-bhūtāni: «De Mí se expanden las categorías física y espiritual».

Además, el Señor, como Superalma, guía a las entidades vivientes condicionadas por la atmósfera física. Por esa razón, recibe el nombre de bhūtātmā bhūta-bhāvanaḥ. Él da a la entidad viviente la inteligencia con que mejorar su posición, de modo que pueda ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios; si no desea ir de regreso a Dios, el Señor le dará la inteligencia para mejorar su situación material. Así lo confirma el Señor personalmente en el Bhagavad-gītā (15.15): sarvasya cāhaṁ hṛdi sanniviṣṭo mattaḥ smṛtir jñānam apohanaṁ ca: «Yo estoy situado en el corazón de todos, y de Mí vienen el recuerdo, el conocimiento y el olvido». El Señor, desde el corazón, da al ser vivo la inteligencia para actuar. Por esa razón, en un verso anterior se dijo que nuestros esfuerzos comienzan después de los esfuerzos de la Suprema Personalidad de Dios. Nosotros no podemos esforzarnos o actuar sobre las cosas de modo independiente. Por lo tanto, el Señor es bhūta-bhāvanaḥ.

Otro aspecto particular del conocimiento que se da en este verso es que śabda-brahma también es una forma del Señor Supremo. Arjuna acepta al Señor Kṛṣṇa, en Su forma eterna y llena de bienaventuranza, como paraṁ brahma. En el estado condicionado, la entidad viviente considera sustanciales cosas que son ilusorias. Eso se denomina māyā o avidyā, ignorancia. Por lo tanto, conforme al conocimiento védico, tenemos que volvernos devotos y aprender la diferencia entre avidyā y vidyā, que se explican con detalle en el Īśopaniṣad. Cuando nos elevamos al nivel de vidyā, podemos entender personalmente a la Personalidad de Dios en Sus diversas formas, como el Señor Rāma, el Señor Kṛṣṇa y Saṅkarṣaṇa. Se explica que el conocimiento védico es el aliento del Señor Supremo; ese conocimiento es también la base, el comienzo de las actividades. Por eso el Señor dice que, cuando Él Se esfuerza o respira, entran en la existencia los universos materiales y se manifiestan, progresivamente, las diversas actividades. En el Bhagavad-gītā, el Señor dice: praṇavaḥ sarva-vedeṣu: «Yo soy la sílaba oṁ en todos los mantras védicos». El conocimiento védico comienza con la vibración del sonido trascendental praṇava, oṁkāra. El mismo sonido trascendental es Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare/ Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare. Abhinnatvān nāma-nāminoḥ: No hay diferencia entre el santo nombre del Señor y el propio Señor.

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