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Sin embargo, Citraketu, sin espantarse de la maldición de Pārvatī, habló de la siguiente manera: «En la sociedad humana, todo el mundo disfruta de la felicidad y la aflicción conforme a sus actos pasados, y de ese modo viaja por el mundo material. Por lo tanto, nadie es responsable de su felicidad y su aflicción. En el mundo material, nos encontramos sometidos a la influencia de la naturaleza material, pero, aun así, creemos que somos el hacedor de todo. En el mundo material, que está hecho de la energía externa del Señor Supremo, a veces somos maldecidos, y a veces, favorecidos; así, a veces disfrutamos en los sistemas planetarios superiores, y a veces sufrimos en los planetas inferiores; pero todas esas situaciones son una misma cosa, pues se dan dentro del mundo material. Ninguna de esas posiciones tiene existencia real, ya que todas ellas son temporales. La Suprema Personalidad de Dios es el controlador supremo; bajo Su control, el mundo material es creado, mantenido y aniquilado, pero Él permanece neutral a las diversas transformaciones del mundo material en el tiempo y el espacio. Es la energía material, la energía externa de la Suprema Personalidad de Dios, quien se ocupa del mundo material. El Señor ayuda al mundo creando situaciones para las entidades vivientes que se encuentran en él».

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