Text 23
tathāpi tac-chakti-visarga eṣāṁ
sukhāya duḥkhāya hitāhitāya
bandhāya mokṣāya ca mṛtyu-janmanoḥ
śarīriṇāṁ saṁsṛtaye ’vakalpate
tathāpi—aun así; tat-śakti—de la energía del Señor; visargaḥ—la creación; eṣām—de estas (de las almas condicionadas); sukhāya—para la felicidad; duḥkhāya—para el sufrimiento; hita-ahitāya—para la ganancia y la pérdida; bandhāya—para el cautiverio; mokṣāya—para la liberación; ca—también; mṛtyu—de muerte; janmanoḥ—y nacimiento; śarīriṇām—de todos aquellos que reciben cuerpos materiales; saṁsṛtaye—para la continuidad; avakalpe—actúa.
Aunque está desapegado de nuestra felicidad y sufrimiento, que son resultado del karma, y aunque nadie es Su amigo ni Su favorito, el Señor Supremo crea actividades piadosas e impías por intermedio de Su potencia material. Así, para perpetuar el modo de vida materialista, Él crea felicidad y aflicción, buena fortuna y mala fortuna, cautiverio y liberación, nacimiento y muerte.
SIGNIFICADO: Aunque, en última instancia, la Suprema Personalidad de Dios es el hacedor de todo, en Su existencia trascendental original Él no es responsable de la felicidad, la aflicción, el cautiverio o la liberación de las almas condicionadas. Todo ello se debe a los resultados de las actividades fruitivas que las entidades vivientes realizan dentro del mundo material. Por orden del juez, a una persona se la deja salir de la cárcel, y a otra se la encierra en prisión; el juez, sin embargo, no es el responsable, pues la felicidad y el sufrimiento de esas personas se debe a sus propias actividades. Aunque el gobierno es, en última instancia, la autoridad suprema, los que administran la justicia son los distintos ministerios, y el gobierno no es responsable de cada sentencia individual. Por lo tanto, para el gobierno, todos los ciudadanos son iguales. De manera similar, el Señor Supremo es neutral con todos, pero, a fin de mantener la ley y el orden, Su gobierno supremo se divide en una serie de ministerios, que dirigen las actividades de las entidades vivientes. En relación con esto se da también el ejemplo de los nenúfares, que, al abrirse o cerrarse con los rayos del Sol, dan placer o sufrimiento a los abejorros. Sin embargo, los rayos del Sol y el propio Sol no son responsables de la felicidad y el sufrimiento de los abejorros.