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Text 27

śrī-rudra uvāca
dṛṣṭavaty asi suśroṇi
harer adbhuta-karmaṇaḥ
māhātmyaṁ bhṛtya-bhṛtyānāṁ
niḥspṛhāṇāṁ mahātmanām

śrī-rudraḥ uvāca—el Señor Śiva dijo; dṛṣṭavatī asi—has visto; su-śroṇi—¡oh, hermosa Pārvatī; hareḥ—de la Suprema Personalidad de Dios; adbhuta-karmanaḥ—cuyos actos son maravillosos; māhātmyam—la grandeza; bhṛtya-bhṛtyānām—de los sirvientes de los sirvientes; niḥspṛhāṇām—que no ambicionan la complacencia de los sentidos; māhātmanām—grandes almas.

El Señor Śiva dijo: Mi querida y hermosa Pārvatī, ¿has visto la grandeza de los vaiṣṇavas? Esas grandes almas son sirvientes de los sirvientes de la Suprema Personalidad de Dios, Hari, y no tienen interés en ningún tipo de felicidad material.

SIGNIFICADO: El Señor Śiva dijo a Pārvatī, su esposa: «Mi querida Pārvatī, tu aspecto físico es muy hermoso, y ciertamente, eres gloriosa. Sin embargo, no creo que puedas competir con al belleza y la gloria de los devotos que son sirvientes de los sirvientes de la Suprema Personalidad de Dios». Por supuesto, el Señor Śiva sonrió mientras bromeaba de este modo con su esposa, pues a otros no se les permitirá hablar en ese tono. «Las actividades del Señor Supremo —continuó Śiva—, siempre son sublimes, aquí tienes el ejemplo de Su maravillosa influencia sobre el rey Citraketu, Su devoto. Fijate, aunque tú maldijiste al rey, él ni sintió temor, ni se apenó. Por el contrario, te presentó sus respetos, te llamó madre y aceptó tu maldición, considerándose culpable. No dijo nada para desquitarse. Esa es la perfección del carácter del devoto. Al tolerar mansamente tu maldición, ciertamente ha superado la gloria de tu belleza, y tu poder de maldecirle. Con imparcialidad, puedo juzgar que este devoto, Citraketu, te ha vencido a ti, en tu perfección, por el simple hecho de haberse vuelto un devoto puro del Señor». Como afirma Śrī Caitanya Mahāprabhu: taror api sahiṣṇunā: El devoto es como un árbol, que puede tolerar toda clase de maldiciones y reveses de la vida. Esa es la perfección del carácter del devoto. Indirectamente, el Señor Śiva prohibió a Pārvatī que cometiera el error de maldecir a devotos como Citraketu. Le señaló que, aunque ella era muy poderosa, el rey, sin mostrar ningún poder, la había vencido con su tolerancia.

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