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Ajāmila no debía ser castigado, pues había glorificado el santo nombre del Señor Supremo. Esto lo explicaron losviṣṇudūtas con las siguiente palabras: «Por el simple hecho de cantar una vez el santo nombre de Nārāyaṇa, este brāhmaṇa ha quedado libre de las reacciones de la vida pecaminosa. No solo se ha liberado de los pecados de esta vida, sino de los de muchísimos miles de vidas anteriores. Ya ha expiado todos sus actos pecaminosos. El que se somete a expiación siguiendo las directrices de los śāstras, no se libera realmente de las reacciones pecaminosas, pero a quien canta el santo nombre del Señor, le basta un débil reflejo de ese canto para liberarse de todos los pecados. El canto de las glorias del santo nombre del Señor invoca toda buena fortuna. Por lo tanto, no cabe la menor duda de que Ajāmila, al estar completamente libre de reacciones pecaminosas, no debe recibir el castigo de Yamarāja».
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