Text 49
mriyamāṇo harer nāma
gṛṇan putropacāritam
ajāmilo ’py agād dhāma
kim uta śraddhayā gṛṇan
mriyamāṇaḥ—en el momento de la muerte; hareḥ nāma—el santo nombre de Hari; gṛṇan—cantar; putra-upacāritam—referido a su hijo; ajāmilaḥ—Ajāmila; api—incluso; agāt—fue; dhāma—al mundo espiritual; kim uta—qué decir de;śraddhayā—con fe y amor; gṛṇan—cantar.
En la agonía de la muerte, Ajāmila cantó el santo nombre del Señor; su canto iba en realidad dirigido a su hijo, pero, aun así, Ajāmila fue de regreso al hogar, de vuelta a Dios. Por lo tanto, si una persona escucha y canta el santo nombre del Señor con fe y sin ofensas, ¿qué duda cabe de que irá de regreso a Dios?
SIGNIFICADO: En el momento de la muerte, todas las funciones del cuerpo se trastornan y nos vemos sumidos en una gran confusión. En ese momento, incluso quien haya practicado el canto del santo nombre del Señor durante toda su vida puede verse incapaz de cantar el mantra Hare Kṛṣṇa con claridad. No obstante, esa persona recibe todos los beneficios del canto del santo nombre. Por eso, mientras el cuerpo está sano, ¿por qué no cantar el santo nombre del Señor en voz alta y clara? Mediante esa práctica, es muy posible cantar el santo nombre del Señor con amor y fe en el momento de la muerte. En conclusión, aquel que canta el santo nombre del Señor constantemente tiene garantizado el regreso al hogar, de vuelta a Dios, sin la menor duda.
NOTA SUPLEMENTARIA
Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura presenta su comentario a los textos 9 y 10 de este capítulo en forma de diálogo, y en él explica que, por el simple hecho de cantar el santo nombre del Señor, podemos liberarnos de todas las reacciones pecaminosas.
Alguien podría decir: «Acepto que el canto del santo nombre del Señor pueda liberarnos de todas las reacciones de la vida pecaminosa. Sin embargo, quien realiza actos pecaminosos con plena conciencia de ello, no una, sino muchísimas veces, no puede liberarse de las reacciones de esos pecados ni siquiera después de doce años de expiación. ¿Cómo es posible, entonces, que por cantar el santo nombre del Señor una sola vez, se libere instantáneamente de las reacciones de todos esos pecados?».
Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura responde citando los textos 9 y 10 de este capítulo: «El canto del santo nombre del Señor Viṣṇu es el mejor proceso de expiación para el ladrón de oro y otros objetos preciados, para el borracho, para el que traiciona a un amigo o familiar, para el que mata a un brāhmaṇa y para el que se entrega a la vida sexual con la esposa de suguru o de otro superior. También es el mejor método de expiación para el asesino de mujeres, del rey o de su propio padre, para quien mata vacas y para todos los demás hombres pecaminosos. Por el simple hecho de cantar el santo nombre del Señor Viṣṇu, esas personas pecaminosas pueden atraer la atención del Señor Supremo, quien, entonces, piensa: “Este hombre ha cantado Mi santo nombre, así que Mi deber es protegerlo”».
Con el canto del santo nombre se puede expiar la vida pecaminosa y destruir todas las reacciones pecaminosas, aunque no es un proceso de expiación propiamente dicho. El proceso de expiación corriente puede proteger a un pecador durante un tiempo, pero no le limpia por completo del deseo de cometer actos pecaminosos, que está profundamente arraigado en el corazón. Por lo tanto, ese proceso de expiación no tiene tanta potencia como el canto del santo nombre del Señor. En losśāstras se dice que, si una persona canta por una sola vez el santo nombre y se entrega por completo a los pies de loto del Señor, el Señor, a partir de entonces, le considera su protegido y Se siente siempre inclinado a protegerle. Así lo confirma Śrīdhara Svāmī. De modo que cuando Ajāmila se encontró en grave peligro, a punto de ser llevado por los mensajeros de Yamarāja, el Señor envió de inmediato a Sus sirvientes personales para que le protegiesen, y como Ajāmila se había liberado de todas las reacciones pecaminosas, los viṣṇudūtas hablaron en su defensa.
Ajāmila había puesto a su hijo el nombre de Nārāyaṇa, y como le quería mucho, siempre estaba llamándole. Llamaba a su hijo, pero el nombre de Nārāyaṇa es poderoso en sí mismo, pues no es diferente de Nārāyaṇa, el Señor Supremo. Todas las reacciones de la vida pecaminosa de Ajāmila quedaron neutralizadas en el momento en que dio a su hijo el nombre de Nārāyaṇa, y, sin ser consciente de ello, siempre que llamaba a su hijo, cantando así miles de veces el santo nombre de Nārāyaṇa, estaba avanzando en el cultivo de conciencia de Kṛṣṇa.
Alguien podría argumentar: «Si estaba cantando el santo nombre de Nārāyaṇa, ¿cómo es posible que viviera con una prostituta y pensase en beber vino?». Con sus actos pecaminosos atraía continuos sufrimientos sobre sí; por ello, podría decirse que la única causa de su liberación fue el nombre de Nārāyaṇa que pronunció en sus últimos momentos. Sin embargo, su canto habría sido entonces nāma-aparādha. Nāmno balād yasya hi pāpa-buddhiḥ: Aquel que continúa realizando actos pecaminosos y trata de neutralizar sus pecados mediante el canto del santo nombre del Señor es un nāma-aparādhī, un ofensor del santo nombre. Como respuesta, puede decirse que el canto de Ajāmila estaba libre de ofensas, ya que no cantaba el nombre de Nārāyaṇa con intención de neutralizar sus pecados. Él no sabía que estaba apegado a los actos pecaminosos, ni sabía que su canto del nombre de Nārāyaṇa los estaba neutralizando. Por lo tanto, no cometió nāma-aparādha, y puede decirse que su canto repetido del santo nombre de Nārāyaṇa para llamar a su hijo era puro. Ajāmila fue acumulando los resultados del bhakti sin ni siquiera darse cuenta. En verdad, incluso la primera vez que pronunció el santo nombre fue suficiente para anular todas las reacciones pecaminosas de su vida. Para ilustrar esto con un ejemplo lógico, diremos que una higuera no da fruto en cuanto la plantamos, pero a su debido tiempo podremos recoger higos. Análogamente, el servicio devocional de Ajāmila creció poco a poco, de modo que, a pesar de haber cometido actos muy pecaminosos, las reacciones de esos actos no le afectaron. En los śāstras se dice que, cuando alguien canta el santo nombre del Señor, aunque solo sea una vez, las reacciones de su vida pecaminosa pasada, presente o futura ya no pueden afectarle. Pongamos otro ejemplo: Si a una serpiente se le extraen los colmillos venenosos, sus futuras víctimas se salvarán del efecto de su veneno, aunque les pique muchas veces. Del mismo modo, el devoto que canta el santo nombre sin cometer ofensas, aunque solo sea una vez, está protegido eternamente. Solo tiene que esperar a que, con el paso del tiempo, los resultados de ese canto maduren.
Así terminan los significados de Bhaktivedanta correspondientes al capítulo segundo del Canto Sexto del Śrīmad-Bhāgavatam, titulado «Ajāmila liberado por los viṣṇudūtas».