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Text 8

etenaiva hy aghono ’sya
kṛtaṁ syād agha-niṣkṛtam
yadā nārāyaṇāyeti
jagāda catur-akṣaram


etena—con este (canto); eva—en verdad; hi—ciertamente; aghonaḥ—que posee reacciones pecaminosas; asya— de este (Ajāmila); kṛtam—realizó; syāt—es; agha—de pecados; niṣkṛtam—expiación completa; yadā—cuando; nārāyaṇa— ¡oh, Nārāyaṇa!; āya—por favor, ven; iti—así; jagāda—cantó; catuḥ-akṣaram— las cuatro sílabas (nā-rā-ya-ṇa).


Los viṣṇudūtas continuaron: Ya antes, cuando comía y en otras ocasiones, Ajāmila solía llamar a su hijo diciendo: «Mi querido Nārāyaṇa, por favor, ven aquí». Aunque estaba llamando a su hijo, pronunciaba las cuatro sílabas nā-rā-ya-ṇa. Por el simple hecho de cantar el santo nombre de Nārāyaṇa de ese modo, expíó sobradamente las reacciones pecaminosas de millones de vidas.


SIGNIFICADO: Ya en el pasado, cuando realizaba actividades pecaminosas para mantener a su familia, Ajāmila había cantado el santo nombre de Nārāyaṇa sin ofensas. Es ofensivo cantar el santo nombre del Señor para neutralizar las actividades pecaminosas, o cometer actividades pecaminosas pensando que al cantar el santo nombre se eliminará la reacción (nāmno balād yasya hi pāpa-buddhiḥ). Pero Ajāmila nunca cantó el santo nombre de Nārāyaṇa para neutralizar las actividades pecaminosas que realizaba; simplemente llamaba a su hijo. Por esa razón, su canto fue eficaz. Cantando el santo nombre de Nārāyaṇa de ese modo, había destruido ya las reacciones pecaminosas de muchísimas vidas. Al comienzo era puro, y, aunque más tarde cometió muchos actos pecaminosos, estaba libre de ofensas, pues con su canto del santo nombre de Nārāyaṇa no había pretendido neutralizar esos pecados. Aquel que canta constantemente el santo nombre del Señor sin ofensas es siempre puro. Como se confirma en este verso, Ajāmila ya estaba libre de pecado, y, gracias al canto del nombre de Nārāyaṇa, se mantuvo en esa condición. No importaba que estuviera llamando a su hijo; el nombre en sí era eficaz.

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