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Yamarāja continuó: «La esencia del sanātana-dharma, de la religión eterna, es sumamente confidencial. Nadie más que el Señor Supremo puede entregar a la sociedad humana ese sistema religioso confidencial. Por la misericordia del Señor, ese sistema trascendental de religión pueden entenderlo Sus devotos puros, y específicamente los doce mahājanas: el Señor Brahmā, Nārada Muni, el Señor Śiva, los Kumāras, Kapila, Manu, Prahlāda, Janaka, Bhīṣma, Bali, Śukadeva Gosvāmī y yo mismo. Otros sabios eruditos, encabezados por Jaimini, están casi siempre cubiertos por la energía ilusoria y, en mayor o menor medida, se sienten atraídos por el florido lenguaje de los tres Vedas (ṚgYajur Sāma), que reciben el nombre detrayī. En vez de volverse devotos puros, las personas cautivadas por las floridas palabras de esos tres Vedas centran su interés en las ceremonias rituales védicas, y no pueden comprender las glorias del canto del santo nombre del Señor. Sin embargo, las personas inteligentes se ocupan en el servicio devocional del Señor. Cuando cantan el santo nombre del Señor sin ofensas, dejan de estar sujetas a mis leyes. Si por casualidad cometen algún acto pecaminoso, el santo nombre del Señor las protege, pues es ahí donde reposa su interés. Las cuatro armas del Señor, y en especial la maza y el cakra Sudarśana, siempre protegen a los devotos. Aquel que canta, escucha o recuerda el santo nombre del Señor sin duplicidad, o que ora al Señor o Le ofrece reverencias, alcanza la perfección, mientras que una persona erudita puede incluso ser destinada al infierno, si carece de servicio devocional».

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