Text 21
iti vyavasitā rājan
haryaśvā eka-cetasaḥ
prayayus taṁ parikramya
panthānam anivartanam
iti—así; vyavasitāḥ—perfectamente convencidos por las instrucciones de Nārada Muni; rājan—¡oh, rey!; haryaśvāḥ—los hijos de Prajāpati Dakṣa; eka-cetasaḥ—que compartían la misma opinión; prayayuḥ—se fueron; tam—a Nārada Muni;parikramya—caminar alrededor; panthānam—por la senda; anivartanam—que no trae de regreso al mundo material.
Śukadeva Gosvāmī continuó: Mi querido rey, los Haryaśvas, los hijos de Prajāpati Dakṣa, después de escuchar a Nārada, quedaron firmemente convencidos de sus instrucciones. Todos ellos creían en ellas y llegaron a la misma conclusión. Tras caminar alrededor del gran sabio, al que habían aceptado como maestro espiritual, siguieron la senda por la que nunca se regresa a este mundo.
SIGNIFICADO: Este verso nos permite entender el significado de la iniciación y los deberes del discípulo y el maestro espiritual. El maestro espiritual nunca instruye al discípulo diciéndole: «Toma este mantra que te ofrezco, págame cierta cantidad de dinero, y con la práctica de este sistema de yoga llegarás a ser muy experto en la vida materialista». No es ese el deber del maestro espiritual. Por el contrario, el maestro espiritual enseña al discípulo la forma de abandonar la vida materialista, y el discípulo tiene el deber de asimilar sus instrucciones y, en definitiva, de seguir la senda que lleva de regreso al hogar, de vuelta a Dios, de donde ya no se regresa al mundo material.
Tras escuchar las instrucciones de Nārada Muni, los Haryaśvas, los hijos de Prajāpati Dakṣa, decidieron no engendrar cientos de hijos y tener que cuidar de ellos, y enredarse así en la vida materialista. Eso hubiera supuesto un enredo innecesario. Los Haryaśvas no partían de la consideración de actividades piadosas o impías. Su padre, que era materialista, les había dado la instrucción de aumentar la población, pero, debido a las palabras de Nārada Muni, no hicieron caso de aquella instrucción. Nārada Muni, su maestro espiritual, les presentó las instrucciones de los śāstras, y les aconsejó que abandonasen el mundo material, y ellos, como discípulos genuinos, siguieron sus instrucciones. No debemos dedicar nuestros esfuerzos a viajar por los sistemas planetarios del universo, pues, incluso si llegamos al sistema planetario más elevado, Brahmaloka, tendremos que regresar (kṣīṇe puṇye martya-lokaṁ viśanti). Los esfuerzos de los karmīs son una inútil pérdida de tiempo. Nuestros esfuerzos deben dirigirse a ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios. Esa es la perfección de la vida. En el Bhagavad-gītā (8.16), el Señor dice:
ābrahma-bhuvanāl lokāḥ
punar āvartino ’rjuna
mām upetya tu kaunteya
punar janma na vidyate
«Desde el planeta más elevado del mundo material hasta el más bajo, son todos lugares de sufrimiento en los que tienen lugar sucesivos nacimientos y muertes. Pero aquel que alcanza Mi morada, ¡oh, hijo de Kuntī!, nunca más vuelve a nacer».