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El Señor Nṛsiṁhadeva quería colmar de bendiciones a Prahlāda Mahārāja, pero este, considerándolas obstáculos en la senda del progreso espiritual, no las aceptó, sino que se entregó por completo a los pies de loto del Señor. Prahlāda dijo: «Aquel que se ocupa en el servicio devocional del Señor, pero ora por la complacencia de sus propios sentidos, no puede ser considerado devoto puro, y ni siquiera devoto. Debe considerársele un simple comerciante dedicado a asuntos de toma y daca. Del mismo modo, un amo que desee complacer a su sirviente después de recibir su servicio no es un verdadero amo». Prahlāda Mahārāja, por lo tanto, no pidió nada a la Suprema Personalidad de Dios; al contrario, dijo que la bendición que deseaba, si el Señor quería bendecirle, era que le garantizase que nunca sería inducido a aceptar bendiciones para complacer deseos materiales. Es muy frecuente ver prácticas de servicio devocional realizadas para satisfacer deseos de disfrute. Tan pronto como esos deseos se despiertan, los sentidos, la mente, la vida, el alma, los principios religiosos, la paciencia, la inteligencia, el pudor, la belleza, la fuerza, la memoria y la veracidad, se arruinan. Solo se puede ofrecer servicio devocional puro cuando la mente está libre de deseos materiales.

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